Qué hacer con el padre del Rey, se ha convertido en un problema de Estado. Este modesto plumilla quiere aporta una posible solución.
Desgraciadamente, la historia de los Borbones está repleta de sobresaltos y conflictos. Parece ser que todos ellos acabaron en el exilio. Como no soy historiador, a tanto no llego, sí es una certeza que Alfonso XIII, Don Juan y ahora Juan Carlos se fueron de España por unas u otras razones. Abuelo, padre e hijo. Todo un récord.
Y en esa turbulenta historia, los diferentes monarcas no se fueron de vacío. Quizás el caso más sonado fuera el de la Reina Madre, María Cristina, madre de Isabel II. Acabó sus días en Francia acompañada de las suficientes alhajas de la Corona. El ministro de Hacienda, Laureano Figuerola lanzaba verdaderas soflamas sobre el escándalo.
Una que no se pudo llevar fue La Peregrina, la más famosa perla del mundo. A decir de algunos, por lo menos de Elizabeth Taylor, su última propietaria conocida. Por la sencilla razón de que Pepe Botella, hermano de Napoleón, ya se la había afanado en su momento. Lo último que se sabe de su azarosa trayectoria es que fue vendida por una famosa casa de subastas sin que se sepa a quien. Curioso mundo ese de las subastas y su opacidad legendaria.
Y aquí es donde entra el equivocadamente llamado rey Emérito. Estaba viendo la magnífica serie de televisión La Fortuna, sobre la recuperación de los tesoros del barco del mismo nombre y se me ocurrió una idea para solucionar el problema del padre del Rey y su posible vuelta a casa. Cada día que pasa se está convirtiendo en un problema de Estado.
En esa recuperación fue loable el esfuerzo del Gobierno por recuperar algo que pertenecía a los españoles. Me quedo con la frase “nuestra cultura es nuestro petróleo” que en la serie pronuncia el ministro. Siguiendo esa idea don Juan Carlos podía invertir una parte del mucho dinero que dicen tiene, para recuperar la Perla Peregrina y devolverla a casa, donándola a Patrimonio Nacional.
Sí, ya sé que una perla, más o menos, al pueblo llano y sencillo le importa un comino. Pero sí es verdad que la casa de subastas la vendió por unos doce millones de euros, usted, o sus empresarios amigos, la podrían recuperar por unos quince.
Ánimo Señor. Dadas las cantidades que dicen usted maneja no es mucho dinero. De esta manera una joya pintada en tantos cuadros de cuerpos regios volvería a España y le serviría de magnífico pretexto para congraciarse con sus paisanos, llegándoles a lo más hondo de su corazón patrio.