viernes. 29.03.2024

He venido observando, en estos días de incertidumbre que la mayoría de personas que podemos identificar enfrente de nuestros balcones todos los días a las 20:00h de la tarde, suelen ser de mediana edad en su mayoría, aunque también vemos niños y algunos mayores que se suman a la iniciativa, sin embargo, cuando pienso en el porcentaje de personas de menos de 25 y más de 16 el número se reduce.

Yo misma pertenezco a este sector de la población y me pregunto: ¿cual es la causa? Supongo que los adultos, (así definidos por las convicciones sociales) creerán que “pasamos de todo” o dirían algo así como: “están siempre con el móvil”. Pero, desde mi humilde y pequeño punto de vista, creo que nuestra ausencia en los balcones tiene una razón de ser mucho más profunda. Esta premisa de aplaudir y balconear se ha convertido en el símbolo de esperanza de esta pandemia, y de estos días complicados que nos tocan vivir. Es dar las gracias a aquellos que trabajan a contrareloj, a aquellos que se juegan la vida, y juegan un pulso con el virus cada día.

Sin embargo, tengo la certeza de que algo esta cambiando, algo que no tiene marcha atrás, y que aún no comprendemos del todo, ahora haremos las cosas a nuestro modo

Pues bien, no es, que nosotros los jóvenes no nos sintamos agradecidos con todos aquellos que realizan estas labores y se dejan la piel, ni muchísimo menos, pero nos resulta, en cierto modo, una pantomima, un teatro de puertas para afuera, nunca mejor dicho, puesto que, ¿A que aplaudimos verdaderamente? creo que este es el quid de la cuestión, nosotros, la generación perdida, no tenemos ya a que aplaudir, no nos queda ya esperanza a la que atenernos y menos nos quedará después de esto.

Hemos crecido en un modelo social que nos ha quitado la esperanza mientras nos fuerza, nos insiste en que no la perdamos por nada del mundo. Ustedes, los adultos, en cualquier esfera y ámbito de la sociedad, nos han hecho crecer creyendo que lo hacíamos en el más inquebrantable de los sistemas, la panacea de la democracia neoliberal, el libre mercado, el capitalismo empoderado. Los sueños se cumplen si te esfuerzas, si luchas por lo que quieres, decían. Pues siento decirles, que su sistema, nos ha fallado, la mágica formula : esfuerzo+ ganas = éxito, ha fracasado estrepitosamente.

Nos han decepcionado cada uno de los engranajes que sustentan los pilares de este sistema, nos decepcionan cuando se cargan el planeta y cuando votan a la ultraderecha, nos decepcionan los partidos que cada cuatro años cambian la ley de educación pensando más que en los estudiantes, en marcar su territorio, como buenos machos alfa. Por eso, ya no tenemos esperanza, por que la prioridad que nos mueve es tener un trabajo durante más de seis meses, con un sueldo medianamente decente, por que tenemos que dar gracias cuando salimos a nuestra hora del trabajo, por que cuando en un grupo de amigas alguna consigue un empleo lo celebramos como si fuera el mayor de los logros, aunque ni de lejos sea el trabajo soñado, por que nos hemos matado a estudiar, para conseguir una beca, unas prácticas...etc, nos hemos pagado clases de idiomas, pero siempre había alguien con más idiomas, con más masters o con masters más caros, aunque no todos acudiesen a las aulas.

Me desilusiona de forma indescriptible, cada vez que conozco a alguien con un talento enorme, inteligente, con valores, con buenas intenciones, ver que no puede explotar todo su potencial, no puede desarrollarse y no puede servir a su vez para nutrirnos y hacer una sociedad mejor. Nos han decepcionado por que nos han hecho anteponer el dinero a cualquier otra cosa. Y si alguno de nosotros es afortunado y se acerca al éxito como occidentalmente lo entendemos, se ven sacrificados otros aspectos de su vida.

Por todo esto, no tenemos a que aplaudir, este sistema no nos sirve, los símbolos no nos sirven, las fantasías, no nos sirven. la palmadita en la espalda, no nos sirve. Ya no esperamos que entiendan nuestra frustración y mucho menos que nos ayuden, no es culpa de nadie y es culpa de todos, cada uno es hijo de su tiempo.

Sin embargo, tengo la certeza de que algo esta cambiando, algo que no tiene marcha atrás, y que aún no comprendemos del todo, ahora haremos las cosas a nuestro modo.

¿ Por qué los jóvenes no salen a aplaudir?