sábado. 20.04.2024
PRECARIEDAD Y PENURIA DE LA CIENCIA ESPAÑOLA

La ciencia española en el alambre

En 2019, España invirtió en I+D el 1,25% de su Producto Interior Bruto (8). Lejos del promedio del 2,13% de la Unión Europea, y por debajo de países como Grecia, Polonia y Portugal, que por primera vez nos han superado.
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Un artículo aparecido el domingo 11 de abril en un periódico de tirada nacional ha sacudido las raíces de racionalidad que imperan en nuestra actividad como científicos. Su autor es Manuel Ansede y da cuenta de la jubilación hace un año de una investigadora, Amelia Nieto, a la que entrevista (1).

Esta viróloga dirigía el único laboratorio de España dedicado a la investigación básica del virus de la gripe, en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Además, le cabía el dudoso privilegio de ser la única trabajadora con contrato estable en su grupo de investigación. Con su jubilación desapareció el grupo; nadie con una plaza estable pudo mantenerlo activo.

El hecho se ha difundido modestamente, casi subrepticiamente, de modo imperceptible. Incluso quienes por nuestro trabajo estamos más estrechamente relacionados con el ámbito de la investigación científica, nos hemos enterado por serendipia, a través de ese artículo, un domingo. De paso, hemos conocido que la historia se repite: el grupo de Juan Ortín, que fue el otro gran referente de la investigación del virus de la gripe en España, también se desmanteló tras su jubilación, en 2016.

En cuatro años el CSIC ha perdido los dos principales laboratorios que estudiaban el virus de la gripe

Esto significa, en román paladino que, en cuatro años “el mayor organismo público de ciencia en España, el CSIC, ha perdido los dos principales laboratorios que estudiaban el virus de la gripe, un patógeno que podría matar a 80 millones de personas si se repite una pandemia como la de 1918, según alertó hace dos años un comité de la Organización Mundial de la Salud”.

La entrevista a Amelia Nieto es conmovedora y produce gran tristeza, al menos a quienes somos capaces de vislumbrar la profundidad y relevancia de su significado. Es comprensible que el común de los lectores, que la ciudadanía, no alcancen a hacerlo. Pasen y lean, es claro y revelador. También conviene recordar alguno de los alimentos para la reflexión (“food for thought”) que se ha producido en un intenso primer trimestre de 2021. (2) (3).

La excelencia frente a la guillotina

En el CSIC hay tres grupos involucrados en el desarrollo de vacunas contra el coronavirus de la covid-19. Dos de ellos en este amputado CNB, dirigidos por Luis Enjuanes y Mariano Esteban, y el grupo de Vicente Larraga en el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB). Todos trabajan denodadamente para obtener una vacuna contra el SARS-Cov-2. Los tres investigadores han traspasado la edad de jubilación, pero permanecen, luchando día a día “a pie de poyata”, en sus laboratorios, con su gente, la mayoría de ellos con contratos temporales (4).

La importancia de estos investigadores, parte de una generación que se formó en los años 60-70 del pasado siglo en el CIB, como centro de referencia de la investigación biológica moderna en España, ha sido glosada recientemente (5).

Por otra parte, en España existe un programa de apoyo a los Centros de Excelencia (6), del que forma parte el Centro Nacional de Biotecnología, cuya creación en 1985 y sus primeras etapas han sido descritas en el libro Tiempos de Ciencia y de Política (7). Es decir, en España no importa guillotinar la excelencia y las prioridades de la política científica.

La ciencia española en el alambre de la penuria y la precariedad

Los casos de los grupos de investigación de Nieto, de Enjuanes, de Esteban y de Larraga, son sólo algunas de las puntas del inmenso iceberg de la precariedad y la penuria de la ciencia española.

Sirvan de ejemplo algunos datos. En 2019, España invirtió en I+D el 1,25% de su Producto Interior Bruto (8). Lejos del promedio del 2,13% de la Unión Europea, y por debajo de países como Grecia, Polonia y Portugal, que por primera vez nos han superado.

España también se sitúa por debajo de la media de la UE-28 en la proporción de recursos humanos dedicados a ciencia y tecnología

Según datos de Eurostat, en ese mismo año España también se sitúa por debajo de la media de la UE-28 en la proporción de recursos humanos dedicados a ciencia y tecnología en relación con el total de población activa (un 46,5% frente a un 48,5%) (9). Porcentajes también muy inferiores a los países europeos más desarrollados.

La temporalidad del empleo de este personal se refleja en los datos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la mayor institución de investigación científica de España. En 2019, un 41,2% de su personal era temporal, un porcentaje que casi dobla a la media nacional (10), que ya de por sí es una de las más elevadas de Europa.

En estos momentos está en el debate público una nueva reglamentación sobre la ciencia en nuestro país, en forma de anteproyecto de ley, uno de cuyos objetivos es “crear una carrera científica atractiva y estable” (11). Los primeros debates denuncian, sin negar la buena voluntad de los proponentes, de nuevo la escasa ambición y la insistencia en la precariedad (12) (13), mostrando otra vez más que habría que apostar por un nuevo estatuto (14), la necesaria (re)evolución para la organización de la ciencia en el sector público.

Invertir en ciencia ¿Para qué?

Nuestros gobiernos no invierten más en ciencia porque nosotros, la ciudadanía, no se lo exigimos. Sí les reclamamos, henchidos de razón, incluso con vehemencia, inversiones más lúdicas.

Volvamos al artículo referido al principio. Desde la atalaya de su jubilación, Amelia Nieto nos informa que el porcentaje de mortalidad causada por el coronavirus SARS-Cov-2 es del orden del 0,1% al 2%; que la del SARS fue del orden del 30%, y que la de algunos virus aviares, algunos de los cuales han conseguido en ocasiones, aunque con dificultad, transmitirse de aves a humanos, pero no (todavía) entre humanos, se sitúa entre el 50% y el 80%.

Pensemos en ello y decidamos si no es necesario e irrenunciable exigir a nuestros gobiernos, con energía y decisión, una mayor inversión en ciencia. Podemos esperar a que lo hagan otros y luego comprarles su vacunas y medicamentos. Pero el coste social y económico es inmenso. Lo estamos viendo con esta pandemia.

Mientras se elaboraba este artículo se ha celebrado el segundo congreso nacional sobre la covid-19. Las 82 sociedades científicas que han convocado el congreso han presentado un manifiesto con el lema “No paren la vacunación y pónganse de acuerdo en las medidas para el control de la pandemia” (15), y con ideas y propuestas claras y concretas. Dejen trabajar a los y las científicas, sería nuestra anotación particular.


Jesús Rey es investigador en el Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del Instituto de Filosofía (IFS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Es socio fundacional y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC).

Emilio Muñoz es investigador ad honorem en el Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del IFS-CSIC y en la Unidad de Investigación CTS del CIEMAT. Es socio promotor de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC) y miembro de su Consejo Consultivo.


(1) Manuel Ansede (2021) “Mi peor pesadilla es un virus de la gripe con una letalidad mayor del 40%: caeríamos como moscas”. Entrevista a Amelia Nieto. El País, publicado online 10 abril 2021. 
(2) Varios autores (2021) 3er Informe sobre la Ciencia y la Tecnología en España: cómo reconstruir el sistema I+D+i tras la pandemia. Madrid: Fundación Alternativas.
(3) Varios autores (2021) Ciencia y crisis pandémica. Revista Temas, núm. 313-314, enero 2021. 
(4) Gema Maldonado (2020) Ciencia en España: El 70% de los investigadores que desarrollan tres vacunas frente al Covid-19 en el CSIC son temporales. isanidad, 1 julio 2020.
(5) Emilio Muñoz (2020) Los biólogos de la generación nacida en la década de 1940 y el aroma del Centro de Investigaciones Biológicas (CIB). DCIENCIA, 19 mayo 2020.
(6) Gobierno de España. Ministerio de Ciencia e Innovación. Apoyo y acreditación de Centros de Excelencia «Severo Ochoa» y a Unidades de Excelencia «María de Maeztu»
(7) José López Carrascosa, Juan Ortín y Víctor Rubio (2007) La creación del Centro Nacional de Biotecnología, un proyecto pionero. En: Tiempos de Ciencia y de Política. Homenaje a Emilio Muñoz, págs.157-170. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 
(8) Fundación Cotec (2020) Informe Cotec. Evolución de la I+D.
(9) Eurostat. Human resources in science and technology (HRST). 
(10) Europa Press, epdata. Evolución de la tasa de temporalidad en España, según la EPA. 
(11) Gobierno de España. Ministerio de Ciencia e Innovación (2021) El Gobierno inicia la reforma de la Ley de la Ciencia y reorganiza los organismos públicos de investigación. 
(12) Debate sobre la modificación de la ley de la Ciencia: aspectos laborales. Asociación Española para el Avance la Ciencia (AEAC), 13 abril 2021. 
(13) Adriana Delgado (2021) Rebelión de investigadores contra la reforma de la Ley de la Ciencia. Cadena SER, 10 abril 2021. 
(14) Emilio Muñoz, Víctor Ladero y Jesús Rey (2020) Huella social poscovid: Nuevos estatutos para la ciencia y profesiones esenciales. Blog de la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC), 3 julio 2020. 
(15) 2º Congreso Nacional Multidisciplinar COVID19 de las Sociedades Científicas de España (2021) Manifiesto por una vacunación basada en la evidencia científica, una acción coordinada en el control de la pandemia y una apuesta decidida por la ciencia y el fortalecimiento del sistema nacional de salud. 

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