jueves. 25.04.2024
reutemann

Hace unos días moría a los 79 años de edad en Argentina Carlos Alberto Reutemann, famoso corredor automovilista en la década de los 70, que cuando se retiró de las pistas, llegó a ser gobernador de la provincia de Santa Fe, en su país, e incluso claro candidato a la presidencia de la República por el partido que representaba al peronismo, después de la muerte del general Perón. Nuestro colaborador habitual, Jorge Bosso, fue amigo de Reutemann cuando ambos residían en Londres y le ha dedicado el siguiente artículo a modo de homenaje.


Corría el año 1974 en Londres, y tanto personal, familiar y profesionalmente no podía irme mejor. En enero había nacido mi primer hijo, a quien nombramos Camilo, porque había interpretado al padre revolucionario colombiano Camilo Torres, un papel protagónico de un ambicioso drama de ficción política internacional que produjo la televisión alemana, TRIBUNAL 1982, en Munich. Trabajaba muy bien en Inglaterra como actor tanto de imagen como de doblaje y me llovían ofertas para que fuera corresponsal deportivo de emisoras latinoamericanas. Esto se debía a que tenía a mi cargo el Departamento de deportes del Servicio Latinoamericano de la BBC, en un curioso acuerdo por el cuál había dejado de ser fijo de plantilla para convertirme en free lance, manteniendo mis labores como actor, locutor y periodista, para la emisora estatal británica, pero permitiéndome trabajar para otros medios. Eso me permitía ya ser corresponsal de la emisora más importante del deporten en la Argentina de esa época, Radio Rivadavia y del conocido semanario de Editorial Atlántida El Gráfico. Pero a la vez era corresponsal deportivo de la Deutsche Velle, entonces La Voz de Alemania Federal, y de Radio Nederland, en Holanda. Esta última contratación para la emisión en español de los Países Bajos, con sede en Hïlversum, cerca de Ámsterdam, se debía a la gran amistad que mantenía desde hacía años con el extraordinario y polifacético profesional argentino, Pancho Ibáñez, a quien había conocido cuando él estudiaba la carrera de Derecho, en España. Pancho Ibáñez, además de compartir conmigo nacionalidad argentina en esos tiempos, la afición deportiva y trabajar principalmente para la radio, en su caso Radio Nederland, era también actor de profesión como yo. Pancho Ibáñez, además, era fanático admirador del automovilismo y había conseguido que su emisora holandesa que contaba con menos personal y presupuesto que la BBC, le enviara a la mayoría de las carreras de la Fórmula 1, e Inglaterra tenía su Gran Premio anual, que alternaba en dos circuitos, Brands Hatch, y Silverstone.

Desde 1972 Carlos Alberto Reutemann, había sido contratado como piloto de la Fórmula 1, por la escudería británica Brahbam y residía en Londres. Pancho que era amigo de Reutemann, cubría la GRAN PREMIO anual que se celebraba en Inglaterra y se hospedaba en mi casa londinense y fue él quien me acercó al automovilismo, y me introdujo a Carlos Reutemann. Fue así que gracias a Ibáñez comencé a mantener una relación amistosa con Carlos ‘Lole’ Reutemann cuando estaba en Londres ya que corredores de coches de carrera, ciclistas, tenistas y otros deportistas itinerantes, cuando dura la temporada de sus respectivos deportes, pasan poco tiempo en su residencia habitual y familiar.

Hay que destacar que 1974, año al que refiero mi historia, fue el año en que se celebró el Mundial de fútbol en Alemania Federal, y poco antes en Londres se enfrentaron en Wembley, en un amistoso Inglaterra y Argentina, de preparación para ese Mundial, que fue el primero encuentro entre estas selecciones, tras aquella batalla de los cuartos de final en la Copa Mundial de 1966, que casi rompió relaciones futbolísticas entre Inglaterra y Argentina. Situación que se había agravado por sucesivas violentas finales del mundial de clubes entre Racing Club argentino y el Celtic de Escocia, y Estudiantes de la Plata y Manchester United. Pero esta situación había afianzado mi posición de persona de contacto en Londres para el periodismo deportivo latinoamericano.

Así fue cuando para octubre de ese año me contactó un famoso actor argentino, muy amigo mío, afincado en España desde hacía tiempo, para pedirme que ayudara a su hijo que era periodista y tenía un programa de televisión en Argentina, y quería grabar en estudios de la BBC en Londres, entrevistas con dos destacados deportistas argentinos en ese momento en la capital británica. Uno era Carlos Reutemann, y el otro Jorge Ahumada, boxeador argentino, de la provincia de Mendoza, que pelearía por esas fechas en la capital británica con John Conteh por el título mundial de semipesado. La entrevista con Ahumada no revistió problemas, pero la de Lole Reutemann resultó más difícil de conseguir, porque él era muy reacio a concederlas y puso estrictas condiciones para acceder a ello, especialmente a un periodista conocido por sus entrevistas personales en las que pretendía escarbar ´´a fondo’. Yo, que estaba ayudando al periodista argentino hijo de mi amigo actor, sin cobrar más que los gastos que se derivaran de las gestiones, me encontré entonces en el medio de las negociaciones, como receptor y, a la vez transmisor, intermediario de las condiciones de Carlos Reutemann. Me costó pero éste finalmente accedió siempre y cuando durante el interviú no hubiera referencia alguna a su vida privada, (la prensa amarilla especulaba que su casamiento había sido importante para su carrera porque su mujer tenía mucho dinero) y que toda la entrevista debía versar exclusivamente sobre su profesión de corredor, su relación contractual con la firma británica constructora del coche, y su actuación especial porque estaba probando varios nuevos modelos de coches que eran considerados de avanzada por la mecánica y la aerodinámica que empezaba a definirse. Fue ese un período de verdadero idilio entre la escudería Brabham y el piloto argentino, que se así se consagró sin ser nunca campeón mundial, pero que muchos consideran su mejor época, ganando el Gran Premio de Nurburgring, al año siguiente, en Alemania, y consiguiendo ser tercero en el campeonato mundial, en tres años sucesivos a partir de 1975. Eso aún considerando que ya en n los 80 llegó a ser subcampeón mundial, antes de su retirada.

En las conversaciones privadas, Lole Reutemann me confesó personalmente que le aterraba que se dieran a conocer detalles personales sobre su esposa, y peor aún sobre sus dos hijas pequeñas, entonces, que a veces, viajaban solas en avión de Buenos Aires a Londres, y por su notoriedad y la posición social de su esposa temía exponerlas al riesgo de un secuestro, que en esa época estaban al orden del día, demandando grandes sumas de rescate, ya fuera por motivos supuestamente políticos o de simples delincuencia. Yo lo entendí perfectamente y me comprometí a dejarlo absolutamente claro.

Transmití entonces las condiciones de Reutemann al periodista, que ya estaba en Londres y aceptó también respetarlas. El periodista, hijo de mi amigo actor, era un buen profesional y de una extraordinaria simpatía, que le permitía salirse con la suya a menudo. De alguna manera lo prueba el hecho de que cenó un par de veces en mi casa, donde conoció de mera casualidad a una amiga de mi mujer, y terminó enamorándola, aunque también es cierto que mantuvo una relación de pareja con ella durante años.

Las dos entrevistas fueron realizadas con mi presencia en los estudios de la BBC TV en Londres, según un convenio de colaboración establecido con la Televisión Pública de Argentina. Fue entonces que sentí la responsabilidad de que Carlos Reutemann accediera confiado a dicha entrevista y, en realidad, todo marchaba bien, hasta que, sin ninguna necesidad, pero evidentemente intentando el impacto mediático el entrevistador argentino le preguntó a Reutemann sobre la relación con su mujer, que era conocida por los medios argentinos especialmente del corazón. Yo empecé a sentir esa sensación de ‘trágame tierra’, y Carlos Reutemann se bloqueó de tal manera ante el incumplimiento de lo pactado, que pidió se realizara una pausa, antes de continuar. Yo estaba desconcertado en el cubículo técnico de realización, pero me vi impedido de intervenir en español, porque el diálogo era en inglés para con el personal técnico de la BBC. Fue así que escuché perfectamente que el periodista dio instrucciones al realizador inglés para que siguieran grabando todo lo que estaba pasando en el estudio, en la pausa de la entrevista, incluso las conversaciones off the récord, que tendría que haber sido confidencial, o por lo menos no llegar a oídos de la televisión en Buenos Aires.

Carlos ‘Lole’ Reutemann recriminó entonces duramente al entrevistador por haber faltado a su palabra, pidiendo que pusiera fin cuanto antes la entrevista porque quería marcharse. En las discusiones, que reitero, Reutemann creía privadas, le dijo al entrevistador que no podía ser tan inconsciente como para ignorar la situación de terrorismo de todo tipo que estaba viviendo en esos momentos nuestro país. Era la época de los llamados Escuadrones de la muerte, y Reutemann criticó la caótica gestión de la entonces presidenta Isabel Perón, viuda del general Perón que había fallecido pocos meses antes, mientras ejercía como presidente elegido democráticamente, pero que, con su muerte condujo a que su viuda, que era vicepresidenta, imprevistamente se hiciera cargo del país. Su ministro plenipotenciario, el Brujo López Rega, de terrible fama, fue el creador de los escuadronees de la muerte represivos contra la violencia de la izquierda revolucionaria. Las opiniones vertidas por Lole Reutemann privadamente en ese entonces podían ser muy perjudiciales para él en Argentina y quedaron grabadas en el video del programa. Pero nada pude hacer porque la grabación se efectuaba en la televisión de Buenos Aires según la frecuencia y horario convenidos.

Quiero aclarar que en esos años que frecuentamos con Reutemann, entre 1972 y 1974 yo no había hablado nunca de política con él y no sabía nada de su ideología. Lole Reutemann después de retirarse como automovilista, en los 80, se dedicó a la política y resultó elegido gobernador de la importante provincia de Santa Fé, por el peronismo, en años posteriores, cosa que me asombró extraordinariamente porque Reutemann parecía más bien, por sus formas y su familia pertenecer más a la clase del poder económico que a la extracción social básica del partido justicialista. Y llegó a ser candidato de su partido a la presidencia de Argentina, tras dos períodos desastrosos de gobierno de Carlos Menem, del mismo partido, también recientemente fallecido.

Lole Reutemann que, era extremadamente adusto y serio también las tomó conmigo considerándome responsable, y de alguna manera cómplice en hacerlo caer en una trampa, cosa que nunca fue mi intención, pero, lo cierto es que esto me costó perder ese asomo de amistad que habíamos emprendido en Londres. Lole Reuntemann siguió dos años más de mucho éxito, reitero, con la escudería Brabham, hasta 1976, que le afianzaron como corredor serio y meticuloso, no dado a correr grandes riesgos y gran conocedor de la mecánica. Doy fe que hablando con los mecánicos ingleses de la escudería Brabham alababan su extraordinario conocimiento de ingeniería mecánica, y hasta su percepción de oído para detectar un fallo de motores. Tal vez todo eso hizo que lo contratara la poderosa Ferrari y en 1976 se trasladó a vivir a Italia. Luego volvió a Inglaterra con Lotus y Williams, pero yo ya había cambiado mi residencia a España, a fines de 1978. Lo cierto es que confirmé que Lole Reutemann nunca más volvió contarme entre el reducido círculo de sus allegados y amistades, en el que me había introducido Pancho Ibáñez A pesar de que yo siempre intenté explicarle que nada había tenido que ver con el atrevimiento de puro efecto sensacionalista del periodista hijo de mi amigo.

El famoso actor argentino hace tiempo que murió en Madrid, y su hijo el periodista transgresor también murió en Argentina, en forma bastante trágica, de manera que hasta esta semana los únicos testigos de esa incidencia que afectó la buena relación entre Carlos Reutemann y yo, en Londres, éramos precisamente Lole y yo, hasta hace sólo unos días que recibo la noticia de la muerte de Reutemann, que era apenas unos meses menor que yo, a causa de una dolencia digestiva grave. Por tanto, ahora confieso que soy yo el único testigo en español de lo que ocurrió en ese estudio de la BBC, en1974, donde por motivos sensacionalistas un buen periodista faltó a su palabra, compromiso que, si se debió en realidad a lo que Lole me comentó, tenía que ver con la preocupación de un padre por la seguridad de sus hijas.

Yo he vivido con esta supuesta culpa, que sé no fue mía, todos estos años. Lole llegó a tener esa candidatura presuntamente ganadora a la presidencia de la Argentina por su gran popularidad, pero por alguna razón desconocida y tras varias entrevistas secretas, Reutemann decidió sin explicar nunca por qué, no presentarse, y todo ese proceso y una crisis increíble condujo a que finalmente fuera elegido Nestor Kirchner, por el mismo partido, pero más de izquierda que Reutemann, y que, curiosamente, también fue a morir en el poder. Lo que sé es que Lole Reutemann fue un duro rival del nuevo presidente en el mismo partido, encabezando una rebelión de gobernadores contra el presidente Kirchner por su política agraria, defendiendo los intereses de los propietarios de campos. Eso que puede ser desconcertante, a mí me volvió a la idea que yo me había formado originalmente de Lole, por lo que consideraba su extracción social. Y en las últimas elecciones Reutemann, cambió totalmente de bando, y salió elegido senador de su provincia de Santa Fe, pero por el partido rival del peronismo, creado por el centrista Mauricio Macri, populista pero no peronista.

Yo sé que, así como Reutemann era serio en sus carreras automovilistas, así se mostró en su vida como político, adusto, concentrado, trabajador, de serias convicciones, como buen mecánico de los coches que condujo, y escondiendo para sí y su familia lo que era, un hombre bueno y honesto, aunque en mi opinión estuviera equivocado. Como le pasó conmigo, aunque tuviera su justificación. A pesar de no coincidir en absoluto con sus posiciones últimas, a su muerte quiero rendirle este homenaje.

Pedirte perdón, Lole, una vez más, por no haber podido defender tus condiciones para conceder esa entrevista que hiciste confiando en mí. Repito: Yo no tuve la culpa. Posiblemente en algún lugar dentro de no mucho tiempo, nos encontremos para aclarar estas malas interpretaciones, con todo el tiempo del mundo por delante. Sin necesidad de llegar antes a la meta, primero que los demás.

Perdón, ‘Lole’ Reutemann, yo no tuve culpa