jueves. 18.04.2024

Cuando veo a mi nieto de dos años, regordete, feliz, retozando, riendo a carcajadas en el patio con su madre, mi hija, el mejor juguete de una madre, el mejor de todos los que tuvo en su vida, y tuvo muchos, como tuvo también comida, educación, juegos, fiestas de navidad y reyes, cumpleaños, ropa, libros, escuela, vacunas y todos los bienes que una familia de la llamada “clase media”, esa que sin ser rica o alta sociedad tampoco es la clase deprimida, en ese momento aparece en mi mente LA IMAGEN.

Cuando estoy cocinando con los mejores productos de la huerta y otros comprados en el supermercado, donde hay de todo y para todos, y me regocija el aroma de los buenos alimentos bien guisados, halagándome el olfato, y “se me agua la boca”, aparece en mi mente LA IMAGEN.

Cuando estoy escuchando música, leyendo un libro, viendo la tele un rato o los videos familiares, aparece en mi mente LA IMAGEN.

Cuando me subo al coche familiar, que con más años que Matusalén todavía puede circular porque cuando se avería tengo un taller al lado de casa, y si me quedo atascada viene la grúa y me atiende amablemente el empleado porque he pagado el seguro, aparece en mi mente LA IMAGEN

Cuando tomo el autobús para ir al trabajo, a ver a mis amigas o presenciar la verbena de las fiestas de mi pueblo, aparece en mi mente LA IMAGEN.

Cuando me acerco a la tienda a comprar ropa y calzado para mí o para mi gente y oigo hablar en la radio de política, aparece en mi mente LA IMAGEN.

Cuando voy por la calle y veo a las gentes caminando en paz en un día soleado de la maravillosa España, riendo, charlando, confiados y seguros, aparece en mi mente LA IMAGEN.

Cuando bajo al pueblo y veo a las vecinas acodadas en el mango de la escoba, charlando de sus pequeñas grandes cosas de todos los días, sobre si su Manuel está muy bien en el trabajo, o que su María ha dado a luz sin problemas en el hospital, que su marido debe estar al caer, y sale corriendo a vigilar la comida que está en el fuego, aparece en mi mente LA IMAGEN.

Cuando veo las noticias en la tele y sale toda esa caterva de políticos corruptos, rastreros, chorizos, ladrones, imbéciles e inútiles, que no sólo cobran dinerales para hacer nada, sino que encima los roban, y nuestros dineros los malgastan en yates y lujos superfluos, y por si no fuera suficiente, los desvían a Suiza y otros sitios fuera de España para eludir impuestos y no colaborar a mejorar nuestra sociedad ni el mundo, aparece en mi mente LA IMAGEN.

Cuando veo salir en la tele, los “chaleses de superpostín” de corruptos de todo pelo, personajillos del artisteo, politicuchos, banqueros –no confundir con bancarios que son los empleados, sino sus mandamases-, tipo Rato y Blesas, y otros deleznables personajillos, Bárcenas y Barcomidas, Fabras y fabas, Granados y granadas, alcaldes y empresarios sin escrúpulos que se regodean en su “mierda”, olvidando que Freud el psiquiatra relacionaba dinero con excrementos... aparece en mi mente LA IMAGEN.

Cuando veo la cantidad de chatarra acumulada, que ya no se sabe dónde meter, de ingentes cantidades de coches y vehículos de todo tipo, amontonados, en desuso, y a la vez veo paseando por la calle los últimos modelos “que Vd. debe tener” (por supuesto) para sentirse importante ante los demás, pues seguramente usted no es más que un cajero automático para su mujer y sus hijos que andan cada uno por su lado, gastando y gastando en tonterías, y tirándose de los balcones de lujosos hoteles a la piscina como estúpidos de cerebro licuado, aparece en mi mente LA IMAGEN.

Cuando veo los escaparates de electrodomésticos desde el más necesario hasta el más inútil, y publicidad para consumir sin ton ni son, aparece en mi mente LA IMAGEN.

Cuando me entero por las noticias que tal príncipe, princesa, duque y duquesa, conde y condesta(ble), marqués y marcado, y fauna semejante, es decir, personajillos de la “nobleza” que son todo menos nobles (de espíritu y de corazón, de lo que carecen), aparece en mi mente LA IMAGEN.

Cuando oigo decir a los pescadores que en lugar de peces, pescan en sus redes plásticos, y, últimamente restos de cadáveres humanos... aparece en mi mente LA IMAGEN.

Aparece en mi mente LA IMAGEN DE:

Una niña muerta por disparo en su propia casa mientras veía los dibujos.

Niños cosidos a balazos mientras estaban sentados en su pupitre ante sus primeras letras.

Los últimos refugiados de todas partes que han arribado a nuestras costas en barcos de papel, y también a nado, exhaustos de caminar por desiertos durante meses, sin alimento, o arrastrarse bajo cercas de espino...

Madres con bebés agonizando entre las traviesas de las vías del tren, viejos y niños desfallecidos, inválidos y enfermos cubiertos de dolor y miseria.

Un pequeño de pocos años, como mi nieto, y su joven madre, como mi hija, que le había vestido con mimo para emprender ese maldito viaje, y los veo muertos en la playa, arrastrados por las olas, ante la impotencia de un hombretón, padre y esposo, que salvó la vida de milagro, y que morirá pronto de pena, de dolor, de impotencia, y de soledad, por no haber podido proteger a su familia, porque no le dejaron...

Maridos, novias, viejos e inocentes niños, habitantes del llamado tercer mundo a quienes les quitaron todo los del primer mundo...

La imagen de este mundo, de este sistema, promotor de injusticias y guerras, de humanos devorados por humanos... Cuando veo desde mi cúpula de cristal todo esto...

Sólo espero que LA IMAGEN aparezca de una vez por todas ante los ojos de todos esos ciegos con ojos sanos, poderosos, gobernantes, empresarios, mafiosos y farsantes, y sepan de una p... vez que todos somos polvo y en polvo nos hemos de convertir. Ricos y pobres, vestidos y desnudos, los que nadan en la abundancia y los que no nadan y perecen ahogados. Sepan de una p... vez, que los pueblos son leales y maduros, que no necesitan ser gobernados sino administrados, que es distinto, a cuyo servicio se deben; que no necesitan de sus “servicios” empresariales y negocios que no producen más que miseria y desigualdades.

Sólo espero que este conjuntito de impresentables, gobernantes gobernados como títeres, Rajoy, el tarta; la redicha Cospepedal, la Sáenz de Santa María, alias muñeca hinchable, los Montoros monteros, los Guindos caídos del guindo, y su cohorte de palmeros, genuflexos y pelotas babosos... Y otras floras y faunas de esta “selva negra”, vigilada por la gorda Merkenguele, sus secuaces miopes y sus bancos usureros, y la flaca lagarta pelo escoba, que juntas parecen el número diez, sólo espero, repito, que se les presente la imagen, y no les deje dormir si es que tienen conciencia.

Van a tener que pagar de alguna manera por su corrupción, su impostura, su bajeza, su indignidad y su estúpida codicia (como decía mi madre, “Dios castiga sin palo y sin bastón”, y ese sí que tiene un buen bastón de mando).

Acabarán los telediarios, las informaciones, acabarán ellos, pero LA IMAGEN no se borrará. Seguirá clavada en todos los corazones de los hombres, en los que tienen alma y en los desalmados. Es la imagen de una sociedad devoradora de sus propios seres.


Inés Iovanetti-Lara y Gómez-Olivera

La imagen