jueves. 28.03.2024
Foto: UGT Balears.

Desde hace más de una semana se está produciendo en las Islas Baleares, o en las Illes Balears, o en Balearic Islands, una huelga indefinida en la enseñanza contra las políticas del Partido Popular en todo lo referido a la educación. Con el paso del tiempo nos vamos dando cuenta que la educación es uno de los objetivos que el partido ultraconservador puso en su punto de mira con el fin de destruirla, igual que está haciendo con la sanidad, con la dependencia, con las prestaciones de desempleo, con las pensiones, con la justicia, y con un etcétera tan largo que podría ocupar toda la extensión de este artículo. El Partido Popular es contrario a cualquier atisbo de Estado de Bienestar y con la excusa de la crisis se ha decidido a certificar su defunción, a eliminar todo lo que durante tantos años los españoles hemos luchado para conseguir.

En el caso balear el atentado es doble. Por un lado, los recortes que están afectando a la calidad de la enseñanza y todo lo que conlleva: menos profesores, menos becas, menos igualdad de oportunidades, más tasas que igualan la enseñanza privada con la pública, preponderancia de los centros docentes privados/concertados manejados por la Iglesia o por sectas fundamentalistas como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo y aumento de la importancia de la asignatura de religión católica. Por otro lado, la destrucción del sistema de inmersión lingüística que se lleva aplicando en Baleares desde hace varias décadas, un sistema, por cierto, aprobado y regulado por algunos gobiernos genoveses. Las fobias españolistas del presidente de Baleares provocaron que se quisiera imponer un sistema que imponía el trilingüismo a la hora de impartir las clases: 33% en inglés, 33% en español y 33% en la variedad del catalán que se habla en las islas. Un verdadero atentado hacia un sistema educativo que estaba funcionando.

Toda la comunidad educativa, profesores, padres y alumnos, se ha unido contra este nuevo atentado del Partido Popular hacia la ciudadanía. Algo inédito que hay que poner en el debe de los ultraconservadores. Se convocó una huelga indefinida en la que participan todos. El inicio del curso se ha paralizado. Los padres no llevan a sus hijos al colegio. Los alumnos con un mayor raciocinio por la edad no acuden a las clases. Los profesores están en huelga y el seguimiento es casi del 100% si descontamos a los que tienen que acudir a las aulas por unos servicios mínimos abusivos.

Una huelga que ha unido a todos. Una huelga que está consiguiendo que la intolerancia del Partido Popular parezca que se resquebraja, ya que ya ha citado a los sindicatos para iniciar una negociación. La huelga en sí está bien organizada pero, y esto es lo más importante, apoyada por el pueblo. El desgaste económico de los maestros es grande y es una audacia convocar una huelga indefinida con la que está cayendo, no sólo económicamente, sino por la presión política de los ultraconservadores que, volviendo a sus orígenes no democráticos, han llegado a afirmar que la huelga tiene como punto positivo que se va a conocer quiénes son los que están en contra de sus políticas. Es decir, coacción por parte del poder. Ante esta situación la ciudadanía se ha conjurado para derribar las medidas neoliberales y nacionalistas de los populares. Se han organizado cajas de resistencia para sufragar, en parte, el sacrificio económico de los profesores. El pueblo se ha volcado con ellos recaudándose más de 100.000€ en pocos días para estas cajas de resistencia. En algunos colegios los maestros se han encontrado con grandes pancartas en las que los padres y los alumnos les daban las gracias por su sacrificio.

La importancia de esta huelga es la repercusión que está teniendo, pero, sobre todo, la efectividad. La derecha tiene mucho miedo a la rebelión de la calle, a que el pueblo se rebele y durante muchos años ha intentado adormecer a ese pueblo con la falsa prosperidad económica provocada por la burbuja inmobiliaria y con la farsa del apoliticismo. Esta huelga lo que está demostrando es que con la movilización de los trabajadores y del pueblo se puede lograr acabar con los intentos de imposición del modelo thatcheriano de gestión de lo público que está implementando el Partido Popular.

¿Debería ser esta huelga de la enseñanza un punto de partida para una acción a nivel nacional que provoque una inmersión de las políticas ultraliberales de Mariano Rajoy? Debería serlo. Sindicatos y partidos políticos de izquierda han de canalizar todo el descontento que hay en la calle aprovechando los argumentos que el Partido Popular proporciona cada día. Se habla mucho de la transición, pero el ejemplo que hay que tomar es la movilización que tanto sindicatos como partidos de la izquierda provocaron tras la muerte de Franco. La concatenación de huelgas hizo que los gobiernos pre-democráticos (Arias Navarro y Suárez) tuvieran un argumento para llevar al país hacia un sistema democrático y hacia la creación del Estado del Bienestar. Motivos hay. Los partidos de la izquierda y los sindicatos deben movilizar a los trabajadores, pero también a los parados. En España hay una masa de más de 6 millones de personas que está totalmente desmovilizada y esa masa tiene la fuerza que los trabajadores, por el miedo a las represalias empresariales, tiene mermada.

Es evidente que una huelga general indefinida a nivel nacional es una utopía. Sin embargo, la estrategia debe ser la concetenación de huelgas que vayan paralizando poco a poco los sectores productivos del país. Un día huelga de funcionarios, al siguiente el transporte de viajeros y, en algunos casos, hacer coincidir. Es necesaria la movilización. Es necesaria la creación de esas cajas de resistencia a través  de estrategias de crowfunding.

En Baleares les están enseñando el camino, no hay más que seguirlo.

La huelga balear, un punto de partida