

Gran homenaje, justo y más que merecido, a uno de los hombres más emblemáticos del Nuevo Movimiento Obrero y Sindical que arranca en los 60, Julián Ariza Rico.
Fue en su Madrid, el de todos los luchadores antifascistas del mundo, el del “No pasarán”, y en el “Auditorio Marcelino Camacho”. Dónde si no.
Su aportación fue clave para el desarrollo de las CCOO en la lucha contra la dictadura y contra la explotación y por la conquista de la Libertad y los derechos y dignidad del Trabajo y del Sindicalismo.
CCOO, una Confederación Sindical que, con las insuficiencias que se quiera, es la primera de España en términos cuantitativos y cualitativos. Y eso no toca en una tómbola. Que se lo pregunten a Julián Ariza, 70 años de militancia, y a tantos otros.
Recomiendo vivamente su libro, 'El precio de la libertad'; en él glosa sin concesiones su trayectoria y los fundamentos morales y humanos que lo llevaron a la lucha sindical siendo poco más que un niño, y a militar en la izquierda siempre, primero en el Partido Comunista de España y en el Partido Socialista Obrero Español en la actualidad.
Julián, compañero, por encima de siglas y avatares, fue un privilegio de vida ser parte modesta de aquella generación que lo dio todo porque había que hacerlo sin condición ni retribución alguna, y coincido contigo en que el Sindicalismo de Clase y Solidario y las fuerzas políticas de progreso debemos recuperar y fortalecer nuestra voluntad de transformación social, de luchar por una sociedad justa y humana, distinta y distante de este capitalismo que depreda y destruye como si no hubiera un mañana sobre la Tierra... o eso, o el declive sin remisión.
Tú accediste a esas convicciones profundas que determinaron tu vida, estimado Julián, por tus propios caminos y yo lo hice a partir de la Carta Fundacional de la USO, publicada en 1961 y que llegué a conocer en 1966.
Gracias, Julián, por tanto y tanto como le diste a manos llenas a la causa del Trabajo, de la Libertad, de la Justicia y del Socialismo Democrático.
Por cierto, y por esas carambolas de la Historia, en el hoy “Auditorio Marcelino Camacho”, cedido en usufructo a CCOO como parte del patrimonio sindical acumulado de la dictadura, fui elegido yo secretario general de la USO por primera vez. Corría un 2 de Octubre de 1977 y un Congreso Confederal de los de antes, de los de casi 1600 delegados y delegadas.
