viernes. 19.04.2024
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Dicen que varios miembros del comité federal del PSOE cuando tuvo lugar la tumultuosa reunión del 1 de octubre de 2016, escucharon hablar por teléfono con su mujer a Antonio Hernando en el garaje de Ferraz, haciéndole esta pregunta: “si sigo con Pedro, ¿cómo vamos a pagar la hipoteca?” Aquel día Ricardo III de Plantagenet anduvo por la sede socialista. “A este lo quiero muerto hoy” gritaba la lideresa del Tardón, Susana Díaz Pacheco, refiriéndose a Pedro Sánchez y sin saber que lo que se estaba gestando no era su camino a La Moncloa sino su propia batalla de Bosworth -donde Ricardo III perdió su reino y su caballo-. En el Fausto de Goethe el diablo hace una apuesta con Dios, afirmando que es capaz de conseguir que el espíritu de Fausto abandone sus elevadas aspiraciones y se conforme con cosas triviales. Sólo un Fausto mediocre, frívolo y sin universo simbólico propio puede situarse sin ningún ánimo transgresor en el mundo inauténtico de la  posverdad, de las mentiras verdaderas. Nada más frívolo que una época que se define a sí misma como lo posterior y falso: posmodernidad, posverdad, posdemocracia. Se poseen prejuicios para derogar los principios, astucia para suplantar a la inteligencia, ocurrencias al objeto de inhabilitar a las ideas. La nación se convierte en una marca comercial y todo lo demás, incluida la ciudadanía, en mercancías y su fetichización.

Pedro Sánchez ha rescatado a Hernando, antaño su mano derecha y quien le dio la espalda al unirse a la mayoría socialista que permitió la investidura de Mariano Rajoy el 26 de octubre de aquel año dramático para los socialistas. como adjunto al jefe de gabinete de la Presidencia que ostenta Óscar López alguien que tampoco apostó por Sánchez sino por Patxi López en las primarias del PSOE en 2017.

Un Partido Socialista reconciliado con sus propios valores y con su historia, y alejado de la hipoteca de Hernando y de Suresnes

Afirman socialistas cercanos a Sánchez, que estos rescates obedecen a que el presidente del Gobierno siempre elige a los  mejores. En estas aseveraciones siempre hay sustantivos exagerados y mucha subjetividad. Que la prioridad de un dirigente político, más allá de cualquier cosmovisión ideológica, implicación ética o concepto metafísico de la vida pública sea el pago de una hipoteca, deja la nominación de lo mejor en una pobreza intelectual y política destacable. Seguramente es más probable que Roma traditoribus  praemiat  porque Suresnes sigue manteniendo el poder fáctico y psicológico en el PSOE que parecía haberse diluido en las primarias que ganó Sánchez (Felipe González ha dejado claro que estará vigilante e inquisidor en lo que haga o deje de hacer el presidente del gobierno). El sostén parlamentario del ejecutivo con una mayoría manifiestamente contraria al régimen del 78 a lo que hay que sumar la parte podemista del gobierno se está sustanciando en una cohabitación forzosa del sanchismo con los que intentaron ser sus verdugos y que no es sinonimia de unidad, sino exigencia fáctica de un PSOE fiel al régimen posfranquista.

Todo ello conlleva una contemporización activa con un Poder Judicial que, después de la experiencia del procés y las instrucciones creativas parece no tener límites en castigar políticamente a quienes no demuestren fervor monárquico o acatamiento a las élites. De ahí, en el caso del diputado de Podemos Alberto Rodríguez, el exceso punitivo como aclara el catedrático de Derecho Constitucional, Javier Pérez Royo: “La pena principal quedaría cumplida en el momento en que se hiciera el ingreso de los 450 euros y que, en consecuencia, una vez extinguida la pena principal quedaría extinguida también la pena accesoria (...) Si la ha pagado y ha acreditado dicho pago ante la Presidencia del Congreso de los Diputados, bastará con que la Presidenta comunique esta circunstancia al Presidente de la Sala Segunda del TS para dar cumplimiento al requerimiento que le ha dirigido.” 

La “ley mordaza”, la reforma laboral del PP, y las respectivas derogaciones subscritas en el pacto de coalición, comienzan a adquirir en el seno del socialismo gubernamental una semántica eufemística y huidiza. Los oligopolios como el eléctrico presionan con precios desorbitados de la energía sobre el malestar ciudadano, el Banco de España corrige al gobierno en sus prospectivas económicas. Y todo ello, a un gobierno y a una minoría mayoritaria en el Congreso que son el rostro más plástico de la nación misma. Lejos de la derecha constructora de la imagen del otro como enemigo de la patria y agente de la traición, es un ejecutivo menos dañino para las mayorías sociales que podría ser cualquier conjunción derechista. Sin embargo, ser un mal menor no debería constituir satisfacción de ninguna índole. La grave crisis de la Monarquía, los excesos de los poderes fácticos no deben considerarse por parte del PSOE elementos que hay que justificar y sobrellevar como política de Estado, cuando se trata, simplemente, de la molicie moral y antidemocrática de un régimen en bancarrota institucional y política.

Todo ello hace que los poderes del Estado se encuentren en ese desequilibrio que supone estar al servicio de intereses privados. El caso del rey emérito es muy clarificador en este sentido. El Ministerio Fiscal ha estado estudiando en estos últimos tres años la conducta de Don Juan Carlos de Borbón, pero no con la finalidad de intentar encontrar indicios que pudieran justificar que dicha conducta pudiera ser constitutiva de responsabilidad penal, sino para todo lo contrario. La investigación ha tenido como objetivo exonerar al rey emérito de cualquier responsabilidad de tipo penal, informando incluso a su defensa de lo que tenía que hacer, regularización fiscal por ejemplo, para que tal exoneración pudiera ser justificada. Después de tres años de una investigación que se ha dicho exhaustiva, el Ministerio Fiscal ha llegado a la conclusión de que no hay nada que reprochar penalmente a Don Juan Carlos de Borbón.

Sin duda, el Partido Socialista deberá, más temprano que tarde, plantearse las reformas constitucionales que tiendan a resituar en el ámbito democrático el equilibrio de poderes, la profundización de los elementos institucionales sostenedores de la soberanía popular, la consolidación de los derechos económicos de la ciudadanía, el conclusivo diseño de la España plural y, en definitiva, subvertir todos los déficits democráticos en los que se ha fundamentado el régimen del 78 para mantener los intereses y privilegios de las minorías dominantes. Un Partido Socialista reconciliado con sus propios valores y con su historia, y alejado de la hipoteca de Hernando y de Suresnes.

La hipoteca de Suresnes y el PSOE conservador