viernes. 29.03.2024

No es fácil hablar de un amigo al que sientes que todo el mundo conoce, o debería haber conocido. Y comunicar que ya no está es una tarea que sólo se sobrelleva cuando emergen los recuerdos y las anécdotas.

De Geluco, con Geluco, hay miles. No porque haya vivido muchos años, que lamentablemente no fue así, sino por la intensidad con que vivía en este ámbito de lo público, hoy tan denostado.

Geluco, Anxo Guerreiro, fue dirigente del Partido Comunista de Galicia primero en la Universidad de Santiago, donde llegó procedente de Xermade y Lugo. En Santiago compartió militancia en la agrupación (célula) de universidad entre otros con Vicente Álvarez Areces y Emilio Pérez Touriño.

De la universidad a la cárcel era un camino sabido, y Geluco lo realizó sin mucha preocupación, salvo la del tabaco… Esos vicios que acabamos pagando, y no me refiero al dinero.

Sería largo de explicar aquí su papel en el Comité Central del PCE, desde su responsabilidad como secretario general del Partido Comunista de Galicia, pero seguro que quienes lo conocieron, no lo olvidaron. Tiempos gloriosos de alianzas, debate y, a qué negarlo, conspiración.

El recorrido desde la prisión provincial de A Coruña al Parlamento de Galicia lo realizó Geluco con la naturalidad de quien sabe que tiene la razón del argumento bien trabajado, sólido, construido desde el convencimiento político más profundo. Lo demostró en la redacción del Estatuto de Autonomía, proceso en el que se ganó el respeto de los representantes de los otros grupos parlamentarios, siendo él el único diputado comunista.

Repitió escaño, en 1997. En aquel momento era coordinador general de Esquerda de Galicia, tras un proceso con Izquierda Unida sobre el que hoy no me apetece hacer ningún comentario. En este periodo parlamentario, mucho más sereno que el de 1981-1985, Geluco demostró que era, sin ninguna duda, el mejor orador que ha tenido el Parlamento Gallego.

Porque a Geluco, en la batalla dialéctica, no era posible vencerlo. Su capacidad de análisis y de comunicación era infinita. Y su paciencia. Cierto es que sus discursos, a veces, también lo eran, pero todas y cada una de las ideas que desarrollaban eran fundamentales. 

Hace 10 años abandonó la actividad pública en una confluencia de problemas de salud y, sobre todo, de espacio político. Durante un tiempo ejerció como analista político en distintos medios (tvg, radio, prensa). Un ERE, hace unos meses, dejó a las personas que lo seguían sin su opinión semanal, pero sus compañeros, sus amigos y amigas, seguían disfrutando de su lucidez y su verbo en NAMENTRAS, la asociación cultural de la que, hasta hoy, formaba parte.

Geluco era un tipo simpático, despistado en lo cotidiano. Generoso y cariñoso. Fue el ’jefe’ y ejerció como tal, pero nunca, nunca dejó de ser el amigo, un buen amigo.


Anxo Guerreiro Carreiras, Geluco, nació en Xermade, Lugo, hace 68 años, y falleció la pasada noche  en el CHUAC de A Coruña.

Se ha ido 'Geluco'