martes. 19.03.2024
Thomas-Mann-guerra-civil

Entre los libros leídos este verano, hay uno que me ha impactado. Es de Jean - Pierre Barou, "La guerra de España: reconciliar a los vivos y los muertos"

Incluye un texto poco conocido: "España" de Thomas Mann

No voy a detenerme en todo su contenido. Hablaré de una entrevista realizada a Federico García Lorca, el 10 de junio de 1936 en El Sol, el más leído en la prensa del momento, donde dice unas palabras que no han perdido actualidad. Y que las debería leer y reflexionar una diputada por Granada de un partido muy vociferante. Ahí van las palabras de Lorca: "Yo soy español integral, y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos, pero odio al que es español por ser español nada más. Yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista abstracta por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos". 

Ahora voy a reflejar algunas ideas del escrito de Thomas Mann "España". Está escrito en 1936 desde su exilio en Zurich, son 6 breves páginas mecanografiadas. Un texto sorprendente por tratarse de un gran burgués alemán que nunca estuvo en España. “La guerra de España va contra las reivindicaciones de la conciencia.” Lo afirma escandalizado ante el hundimiento moral del pueblo alemán, que se adhiere al nazismo, frente al pueblo español, que le planta cara en nombre de todos. Mann añade una escalofriante afirmación: "Se trata del escándalo mas inmundo de la historia humana". Gide acude a visitarlo y regresa con el texto y la intención de publicarlo en la Editorial Gallimard, lo que ocurrirá en 1937, junto con otros textos breves del autor alemán contra el nazismo.

Mann nos dice que todos los grandes crímenes de este mundo se cometen en nombre de los intereses, que no tienen escrúpulos en sus acciones. Esto es lo que estamos viendo en estos momentos en España. Apela al poeta, al hombre libre para oponerse a los intereses para reivindicar la conciencia. Es él quien debe alzar la voz y protestar contra un método que sitúa el crimen en la base de la política, violando todos los sentimientos humanos. Ese poeta implicado será despreciado por bajar al ruedo político. Son los intereses los que hablan en estos términos. En nuestro tiempo, retirarse a una torre de marfil no tiene sentido. 

Mann defiende la necesidad de la política para defender la democracia: Quien denigra la política es egoísta e irreal, además de demostrar una falsedad bastante estúpida. Lo que se está dilucidando a nivel político en estos momentos es tan importante que ni el poeta ni nadie puede automarginarse. El poeta incapaz ante el problema humano, planteado en forma política, no solo es un traidor a la causa del espíritu en beneficio del bando de los intereses. Lo espiritual, considerado desde el punto de vista político y social, es la aspiración de los pueblos a mejorar sus condiciones de vida, a hacerlas más justas y felices, mejor adaptadas a la dignidad humana. Lo espiritual es la aprobación de ese deseo por parte de los hombres de buena voluntad. Los intereses saben que un cambio semejante reduciría algunos de sus privilegios. El bando de los intereses está interviniendo en España y la destruye con una falta de pudor desconocida hasta hoy. En realidad, lo que está ocurriendo en este país desde hace meses constituye el escándalo más inmundo de la historia humana. ¿Y no se da cuenta el mundo? Me temo que no, porque los intereses asesinos no saben hacer nada mejor que volver al mundo estúpido, ocultar su verdadero carácter. 

Todo el mundo sabe lo poco revolucionarias que eran las reformas del Frente Popular, esa alianza de republicanos y socialistas por una victoria electoral decisiva y legítima.

¿Vamos a permitir que el bando de los intereses nos arrebate los últimos juicios de buen juicio y de libre pensamiento cayendo en la trampa que montan con tanta destreza? Ocultan los instintos más bajos con la máscara de ideas de cultura, de Dios, de orden y de patria. Un pueblo que vive bajo el yugo de la explotación de las más reaccionarias desea una existencia más clara, más humana, un orden más digno. Para este pueblo la libertad y el progreso no son aún nociones carcomidas por la ironía y el escepticismo. Este pueblo se ha dado un gobierno que se propone remediar con prudencia los abusos más indignantes. Y por ello, estalla una rebelión de generales al servicio de las antiguas potencias explotadoras, con la complicidad del extranjero. La rebelión fracasa, está a punto de perder, y entonces los gobiernos extranjeros, enemigos de la libertad, acuden en su ayuda y, a cambio de promesas de ventajas económicas en caso de victoria, proporcionan a los insurgentes dinero, hombres y material de guerra. Gracias a estas ayudas, la lucha sangrienta prosigue, engendrando en ambos bandos una crueldad cada vez más implacable. Contra el pueblo que lucha desesperadamente por su libertad, se lleva a la batalla a tropas de sus propias colonias. Los bombardeos extranjeros destruyen las ciudades, asesinan a los niños. Y todos esos se hacen llamar "nacionales". Estos crímenes que claman al cielo se llevan a cabo en nombre de Dios, del orden y de la belleza. Si las cosas hubieran sucedido conforme a la prensa de los intereses, hace tiempo que la capital del país debía haber caído. Pero medio destruida, aún se mantiene en pie, y las "bandas rojas", según el nombre de la prensa de los intereses, es decir, el pueblo español, defienden su vida y los valores en los que cree con una valentía sobrehumana. 

Lo que está claro es que los oficiales rebeldes sublevados contra la República no tienen al pueblo con ellos. Y por el momento no pueden cambiar este punto. De entrada, están obligados a crear la posibilidad de cambiar esa información con la ayuda de árabes y de soldados extranjeros. Si bien no podemos decir con exactitud qué es lo que quiere el pueblo español, si podemos decir lo que no quiere: la dictadura del general Franco. Lo grave es que los gobiernos europeos, interesados en destruir la libertad, han reconocido a ese rebelde como único legal, y esto en plena Guerra Civil, esa guerra que aún continúa gracias a su apoyo, si es que no la han provocado ellos. Ellos apoyan a un hombre que entrega su país a un extranjero. Ellos, que se hacen llamar "nacionalistas" ponen todo para llevar al poder a un partisano despreocupado por la independencia de su país, siempre que él consiga abatir la libertad y los derechos humanos. Este general declara que prefiere la muerte de dos tercios del pueblo español antes que ver reinar el marxismo, es decir, antes de contemplar la llegada de un orden mejor, más justo y más humano. Evidentemente llamarse nacional es una afrenta al derecho. 

La Guerra Civil para Thomas Mann: "el escándalo más inmundo de la historia humana"