viernes. 29.03.2024
guepardos

El gesto de lanzarse a la boca de unos guepardos, que son a su vez un colectivo móvil, desplazado forzosamente a Europa desde su hábitat natural, aúna todas las contradicciones internas al fenómeno turístico actual

En El idiota que viaja. Relatos de turista, el antropólogo francés Jean-Didier Urbain cuestiona la tradicional oposición entre el “turista - gregario y consumista” y el “viajero, responsable y extremadamente curioso del lado más salvaje de la vida”, tal como cantaba Josep Pla, parafraseando a Lou Reed. Quizás hace unos años, esta división, más o menos estanca, era posible. Sin embargo, cada día somos testigos de cómo, en una sociedad líquida, cada vez más estos límites se han acabado disolviendo.

Viene esto a colación al respecto de una de las noticias más comentadas en redes sociales durante la última semana. Nos referimos a aquella relativa a la familia francesa que, visitando el Safari Park Beekse Bergen, situado en los Países Bajos, decidió salir del coche para ver de cerca un grupo de guepardos, uno de los felinos más peligrosos y rápidos del mundo.

Tal y como muestra el video del episodio, la familia protagonista rompe -más bien destruye- claramente esa ruptura discursiva tradicional entre turistas y viajeros cuando abandona su coche, su espacio propio y protegido desde donde es posible practicar el voyerismo que supone poder ver a animales salvajes en su habitat, para pasar a experimentar la otredad del viaje, acercándose peligrosamente a lo salvaje.



Más allá de su carácter puramente anecdótico, la noticia permite vislumbrar las diferentes fronteras discursivas implicadas en la definición de la práctica turística. En primer lugar, una frontera semántica entre dos categorías heurísticas: las ya señaladas de turista y viajero. Al mismo tiempo, se observa la presencia de una doble frontera espacial: el Safari, parque temático, espacio separado y artificial, y su situación en el propio corazón de Europa. Y, por último, el episodio deslumbra la presencia de una frontera perceptiva entre un espacio seguro, el coche, y un espacio peligroso, el propio Parque Natural.

Con respecto a este último punto, el tema del riesgo asociado al fenómeno turístico, intrínseco a la práctica misma desde sus albores dado que ésta implicaba el trasladarse a un lugar no habitual y, por lo tanto, potencialmente amenazador, está adquiriendo cada vez más relevancia en el escenario actual.

Por un lado, el turismo de aventura, según datos de la Organizazción Mundial del Turismo (OMT), está creciendo exponencialmente en los últimos años, respondiendo a la doble necesidad de desconexión e inmersión en la naturaleza y de adrenalina por parte de los turistas. Y por otro, el turismo ha sido declarado un objetivo del terrorismo internacional en el marco del escenario geopolítico actual, no solo en zonas sensibles como Oriente Medio u África, sino en la misma Europa.

Riesgo y seguridad representan, así, los polos opuestos entre los cuales se balancea el turista, de forma que la oposición resulta constitutiva de una práctica que continuamente se columpia entre lo auténtico y lo banal.

Metafóricamente, el gesto de lanzarse a la boca de unos guepardos, que son a su vez un colectivo móvil, desplazado forzosamente a Europa desde su hábitat natural, aúna todas las contradicciones internas al fenómeno turístico actual.


Elsa Soro | Semióloga especializada en turismo e investigadora GRIT-Ostelea

En la boca del guepardo: turismo y riesgo en el corazón de Europa