jueves. 28.03.2024
feminismo-revolucion

La lucha feminista vertebrada en valores humanistas y objetivos materiales de igualdad, democracia y vida, es una lucha que sobrepasa el sistema económico e ideológico dominante. Por lo tanto, es importante analizar las características que le otorgan ese poder y hacen de esta lucha un eje vital para el movimiento emancipador de las mujeres, especialmente las trabajadoras, y en última instancia, de las clases oprimidas en su totalidad. Por principios teóricos y por la fortaleza que muestra, la lucha feminista va a ser clave en acabar con el capitalismo y la dictadura burguesa, solo así puede alcanzar sus objetivos el feminismo: la plena igualdad de derechos y condiciones de vida y la total aceptación de la diversidad. Tremendo protagonismo es motivo de orgullo para la clase trabajadora y visualiza la madurez de las luchas de las mujeres, pero también las sitúan en el ojo del huracán, las clases dominantes y sus colaboradores no dan su brazo a torcer pacíficamente.

Las victorias históricas de las luchas de las mujeres por la obtención de derechos, son arrancadas a los privilegiados. Poder votar, estudiar, gozar de los mismos derechos que el hombre –legalmente-, el aborto... Nada ha sido regalado, se han tenido que conquistar a un estado y una ideología patriarcal y burguesa, que ha utilizado a la mujer como un mercancía más de la que obtener beneficios. Al igual que los obreros, esos derechos conquistados han sido fruto de organización y lucha. ¿Qué papel tiene la lucha de clases en la lucha feminista?

La ideología dominante normalmente es la de la clase en el poder (aunque esto puede cambiar según las correlaciones de fuerzas), por lo tanto, la supervivencia histórica del patriarcado indica que este es una herramienta de clase, de la clase opresora. ¿Eso significa que la clase oprimida -hoy, la trabajadora- no ha usado y usa esta herramienta injusta y desastrosa? No, el gran dominio que tiene la clase burguesa en la sociedad hace que el patriarcado se desarrolle en el resto de clases. Los obreros que hemos participado en el machismo nos hemos convertido en colaboradores de clase, frenando la liberación de la mujer -una liberación limitada en un contexto burgués que imposibilita la plena libertad humana por la apropiación del fruto del trabajo ajeno y la mercantilización creciente de todo- y el potencial revolucionario de la clase obrera al ejercer esa opresión.

Entonces si la clase burguesa es patriarcal, ¿por qué han avanzado los derechos de las mujeres durante la historia en ciertos países? Al igual que las conquistas sociales y derechos laborales, la lucha de clases está viva y dentro de la dominancia de clase, esta se desarrolla de diferentes maneras políticas y económicas. En el contexto capitalista, la clase que ostenta los medios de producción tiene el poder económico y suele dominar el resto de esferas de la sociedad, pero el grado no tiene por que ser absoluto. Cada región tiene un contexto diferente. En España vivimos una democracia limitada dentro del potencial burgués republicano, la monarquía y la continuidad con las estructuras franquistas señalan el recorrido hasta ahora triunfante de las viejas estructuras caciquiles y eclesiásticas en colaboración con la burguesía.

Por supuesto no en todas las regiones del estado dominan igual las oligarquías y las dinámicas están cambiando en varios lugares. La hegemonía actual se ha sustentado en la dictadura fascista más larga de Europa, en una guerra civil –internacional- donde el bando franquista exterminó las divergencias y en una transición -no ruptura- donde las clases obreras consiguieron institucionalizar victorias -que ahora son amenazadas- pero donde los cimientos franquistas siguieron en pie.

Los derechos de las mujeres españolas tienen un recorrido similar a las conquistas de la clase obrera estatal durante el siglo XX y XXI. La II República supuso para las mujeres la posibilidad de votar, separó el estado de la iglesia católica –la institución machista por antonomasia-, legalizó el divorcio, empezó a normalizar un papel relevante político feminista. Tremenda revolución política, abría un sinfín de posibilidades para la mujer y para la clase obrera en general. Pero la pérdida de hegemonía política burguesa generaba miedo en las clases altas, que sería lo siguiente, ¿una revolución social? No dejarían que esa opción cristalizará, el golpe de estado del 36 nos dibuja mejor lo que significa la lucha de clases. Y con ello vino la regresión de las conquistas feministas. Una nuevo modelo de mujer sería impuesto, el patriarcado y la dictadura burgesa dominaron a sangre y fuego durante 40 largos años. La transición supuso una nueva oportunidad de recuperar lo arrebatado y conquistar la igualdad -legal- tan deseada. Pero la fuerza de la tradición es pesada y los capitalistas no han sido vencidos, la losa del franquismo -machista y capitalista- todavía pesa sobre las mujeres y las clases trabajadoras del país.

Ahora, la potencia del movimiento feminista está abriendo una brecha más en el muro del Régimen, ya castigado por el 15M, las marchas, Cataluña y su débil estructura intrínseca, que tiembla con las propias contradicciones capitalistas y su peculiar historia, mencionada anteriormente. ¿Serán los feminismos los que lideren la lucha por un cambio profundo en la sociedad? Si analizamos las propuestas concretas del manifiesto del 8M de “http://hacialahuelgafeminista.org/” donde se encuentran muchos colectivos representativos, podemos vislumbrar cuán profundos y transformadores son sus objetivos:

“Pacto de Estado contra las violencias machistas. Qué se dote de recursos y medios para el desarrollo de políticas reales y efectivas que ayuden a conseguir una sociedad libre de violencias contra las mujeres y niñas”.

Nos encontramos en un contexto de desarrollo capitalista mundial y máximo. Dominan unos pocos países -en el G8 están sus representantes- que son unos títeres al servicio de grandes conglomerados de multinacionales que expanden y aprietan sus tentáculos por todo el globo terráqueo, a excepción de unos pocos países asediados (Cuba, Venezuela, Korea del Norte…). Ahora, en esta situación de absolutismo mundial, el campo de expansión capitalista se ha reducido y le toca mirar hacia dentro y crecer -destruir- sus propias entrañas. Las conquistas obreras de sanidad, educación, pensiones, derechos laborales... Sobran, son estorbos y nuevos mercados para aumentar el beneficio y luchar contra la tendencia descendente de la tasa de beneficios.

En esta voracidad caníbal, exigir recursos para políticas educativas-sociales o de la economía feminista es algo que choca frontalmente contra sus intereses, la burguesía  no puede ofrecer eso. Si sabemos la tendencia del sistema, podemos adivinar que necesitan para perpetuarlo. Más opresión, represión y violencia.

¡BASTA! De violencias machistas, cotidianas e invisibilizadas. De opresión por nuestras orientaciones e identidades sexuales.

Sin duda para tratar estas cuestiones necesitamos un cambio de paradigma ideológico y económico. Una sociedad basada en la explotación de la mayoría por unos pocos necesita la violencia para mantenerse. El heteropatriarcado cumple su función perfectamente. No van a consentir las oligarquías unas relaciones democráticas de igualdad entre personas, eso implicaría erradicar la desigualdad que los sustentan en el poder, la de clase - apropiación del trabajo ajeno-, además de la de género, sexo, raza… Debido a que los sistemas dominantes tienden a alinear en sus principios, si estos están basados en la enajenación y la desigualdad, los desarrollará.

Ser mujer es la principal causa de pobreza. Más precariedad, menos pensiones, menos salarios…

¿Qué hay mejor para un capitalista que ganar dinero? Si haciendo el mismo trabajo pago menos a la mujer, ¿donde está el problema? Si la mujer se queda embarazada, y tengo que contratar otra persona y gastarme más dinero, pues no contrato mujeres, ¿dónde está el problema? Si la mujer no cotiza mientras trabaja en las labores domésticas y no tiene pensión, ¿dónde está el problema?

Un sistema que vive para conseguir beneficios, nunca va a defender cosas que le pueden restar dinero. Si imaginamos un contexto donde lo del primer párrafo ocurre, y otro donde no ocurre, dos empresa con todos los factores iguales, gana más dinero la que está emplazada donde ocurre, por lo tanto, es una situación más favorable para sus intereses, aunque concretamente no lo defienda, el sistema dominante va a tender a estas situaciones.

Pueden parecer duras las afirmaciones de arriba, incluso un capitalista individual normalmente no va a reconocer que las defiende, aunque en España puede que sí. Debido a la correlación de fuerzas tan grande de la que disfrutan, incluso M. Rajoy -lacayo de las élites- en una reciente entrevista sobre la brecha salarial, se atrevió a afirmar sin ruborizarse que “no me  meto en lo que las empresas pagan”.

¿Se podría alcanzar un mismo desarrollo de derechos laborales y salarios entre sexos en una sociedad capitalista? Sí, hace poco por ejemplo, aprobaron igualdad de salarios en Alemania e Islandia. Pero en los momentos en los que nos encontramos del capitalismo, no va a ser suficiente para tener menos precariedad, más salarios o pensiones. Así, parece que en este punto solo se podría lograr la igualdad con los trabajadores -aunque con tendencia general descendente de recursos y de condiciones de vida- pero no con la burguesía.

¿Trabajadora o burguesa? Nunca habrá igualdad aquí, una clase vende su fuerza de trabajo - en un mercado de descendente valor- y otra la compra y se queda con sus frutos. Una domina sobre la otra, se apropia del trabajo ajeno y acumula los beneficios que obtiene con él. No importa el género, la raza o la sexualidad, aquí está la clave y la desigualdad creciente que nunca terminará en el capitalismo.

Que la defensa de la vida se sitúe en el centro de la economía y de la política.

Sabemos que el capitalismo tiende a mercantilizar todo, el dinero vale más que la propia vida humana y la naturaleza. Lo vemos todos los días en las fronteras de Europa, en las guerras de Oriente, en las mujeres asesinadas, en la invasión de Palestina, en el cambio climático, en la tala de bosques, en la contaminación, gente muriendo de hambre mientras se especula con los precios de los alimentos en mercados bursátiles, incluso en los primeros países capitalistas, aumenta la gente sin casa, ni trabajo y mal viviendo de las basuras y caridad.

Este el progreso capitalista. La tendencia a la acumulación en unas pocas manos está aumentando la desigualdad mundial, a unos niveles en los cuales, incluso en España, un estado de primera o segunda linea capitalista, ya no puede garantizar la subsistencia de una parte importante de las y los trabajadores. El estado de “La Caixa, Banco Santander, Endesa, etc”, tiene una tasa de desempleo cronificada de entre 15-20%, donde aproximadamente la mitad de ellos no cobra ninguna prestación, además nos encontramos un 15% de trabajadores por debajo del umbral de la pobreza. ¡Alrededor de un cuarto de la clase obrera no tiene garantizada la subsistencia!

La clase burguesa también compite entre ella por lograr más beneficios, además sabemos que existe la tendencia a la bajada de beneficios. En este panorama el propio sistema empuja contra las propias fuerzas productivas para aligerar costes o adquirir nuevos mercados. Así, se explica esa fagozitación contra la vida que sentimos en España con los recortes en servicios públicos, salarios, aumento del paro, niveles altos de contaminación y desertización, uso de combustibles fósiles...

La vida de la mayoría y de la naturaleza, no es compatible bajo el imperio de la clase burguesa, todo lo contrario, la va destruyendo, es una contradicción capitalista. Solo  nos queda una salida, derrocar a la burguesía. Ya lo vaticinaron Marx y Engels en 1848, “(...)opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes.”

Nos dejamos otros puntos como: una educación pública, laica y feminista, que creemos que se han tratado anteriormente referidos a la inversión en política social y la dominancia ideológica burguesa, donde el heteropatriarcado es una herramienta colaboradora con la burguesía.

Nuestra intención es demostrar que la lucha feminista es en su esencia una lucha revolucionaria, sus pilares son inalcanzables en el capitalismo. Así, animamos a los feminismos a conectar todos sus conocimientos con lo mejor de los conocimientos de la clase proletaria y viceversa. No podemos olvidar el valor revolucionario del 8M en su origen y su importancia en la Revolución Rusa para alcanzar la victoria socialista. Volvamos a recoger ese espíritu, el único que puede traer un sistema donde los valores feministas y obreros se puedan desarrollar en su plenitud.

Por lo tanto, desde REM nos sumamos enérgicamente a la lucha e intentamos dotarla de la mayor carga ideológica. Llamamos a los hombres y mujeres trabajadoras a que luchen contra el heteropatriarcado con toda su fuerza, que abandonen las filas del machismo y de cualquier discriminación, herramientas de colaboración burguesa, y que se sumen a las filas del feminismo, en su lucha revolucionaria por una sociedad igualitaria. Un feminismo que nos demuestra en sus reivindicaciones que es socialista, ecologista, internacionalista y republicano. Un feminismo que puede y debe vencer.

¡Salud, República y feminismo! JJ Navarro,

República en Marcha

Fuentes:

https://ctxt.es/es/20170719/Politica/14094/Trabajo-pobreza-mujeres-jovenes-autonomos-CTXT.htm

https://www.elespanol.com/economia/20160404/114738815_0.html

https://www.telesurtv.net/news/Islandia-y-Alemania-aprueba-ley-de-igualdad-salarial-- 20180104-0063.html

http://hacialahuelgafeminista.org/

Manifiesto del Partido Comunista (1848). Marx y Engels.

Feminismo y revolución