viernes. 29.03.2024
mujer

Estos últimos días pudimos leer titulares que hablaban del número histórico de crímenes machistas cometidos el pasado año, la cifra anual más baja desde que se registran estos datos (con la libertad de movimientos restringida como consecuencia de la pandemia, las órdenes de protección se quebrantaron en menor medida y los agresores que convivían con sus víctimas durante ese período pudieron ejercer un mayor control y dominio sobre ellas, lo que se tradujo en una menor incidencia letal).

Mónica y su hija Ciara, Olga, Judith, Liliana, María Concepción, Manuela, Rosa, Lorena, Clara, Ana María, Alina, María del Mar, Manuela, Concepción, Mónica, Miren y su hija Paula, Karina Encarnación,  Annick, Josefa, María Belén, Madalina, Gloria Oriana, Carolina, Lillemar, Yolanda, Teresa, Ana, Alina, Rosalía, Nancy Paola, Yésica Daniela, Saloua, Eugenia, Susana, Li Na, Habibie, Remedios, Peggy, Soledad, María Dolores y Ionela, no eran números, no eran cifras a incluir en las estadísticas, eran mujeres reales asesinadas por su pareja o expareja a lo largo del año 2020.

Un estudio de la ONU considera que hasta seis de cada diez mujeres son víctimas de violencia física o sexual en el transcurso de sus vidas, ejercida en su gran mayoría por sus esposos o compañeros

Un estudio de la ONU considera que hasta seis de cada diez mujeres son víctimas de violencia física o sexual en el transcurso de sus vidas, ejercida en su gran mayoría por sus esposos o compañeros. Un 57,3% de las mujeres que viven en España sufrieron algún tipo de  violencia machista, son 11,3 millones; más de 4 millones sufrieron violencia física, 2,8 millones violencia sexual y más de 8 millones acoso sexual, datos recopilados en la Macroencuesta de Violencia sobre la Mujer 2016 que llevó a cabo la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género junto con el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas). El estudio revela que una de cada 3 mujeres sufrió violencia ejercida por su pareja o expareja.

La violencia de género en sus múltiples formas (física, psicológica, sexual, acoso y abusos sexuales, tráfico de mujeres y niñas con fines de explotación, económica), tiene su fundamento en una relación de poder, en la que una parte, el hombre, trata de dominar a la otra persona, la mujer, por la fuerza. Es una violencia ejercida contra las mujeres por el mero hecho de serlo, por hombres que no nos quieren ni vivas ni libres; a manos de estos hombres dejaron la vida mujeres de distinta procedencia, con edades diversas, profesiones diferentes, con distintas realidades familiares; a todas se les desvaneció la sonrisa y se le rompieron sus sueños con el primer insulto, con la primera humillación, con el primer golpe…

Los contenidos sexistas basados en estereotipos, es decir en imágenes distorsionadas, no están erradicados, el cambio en las en las estrategias de comunicación es casi imperceptible; el sexismo publicitario sigue cosificando a las mujeres, utilizándolas como reclamo publicitario sexual. No se puede obviar la importancia que tiene la publicidad como herramienta de comunicación social, una herramienta que nos muestra formas de comportarnos y actitudes ante la vida que en demasiadas ocasiones llegan a ser determinantes. El cuerpo de la mujer se utiliza para vender presentándola como simple objeto sexual, como la reina de la casa, joven, sin kilos de más, encantada con el rol asignado de hembra reproductiva, dispuesta a complacer, cuyo cometido en la vida es estar al servicio de los demás.

Declaraba el pasado 25 de noviembre Victoria Rosell ( Delegada del Gobierno para la Violencia de Género) que no se puede cargar sobre los hombros de las víctimas todo el peso de su protección, que la denuncia es necesaria pero no suficiente y que no se les puede pedir heroicidad a las víctimas; de ahí la importancia de mecanismos que las protejan aunque no denuncien. A ellas les pedimos que sean las heroínas de su historia y que den un paso adelante denunciando a sus agresores, porque sin denuncia la víctima es invisible y el agresor impune; pero deberíamos de tener en cuenta que hablamos de un delito que se condena de oficio, que puede ser denunciado por amigos, familiares, vecinos; es decir por quienes hacen, en demasiadas ocasiones, oídos sordos a los gritos, por quienes miran hacia otro lado cuando ven las huellas de los golpes; no obviemos que como asegura Pilar Martín Nájera (Fiscal de Sala Delegada contra la Violencia sobre la Mujer) "El silencio frente a la violencia de género no es neutral, es cómplice".

Por cierto a todas esas personas que se rasgan las vestiduras cuando escuchan la palabra feminicidio, les aconsejo que consulten la RAE, su definición es concisa, clara y contundente. Feminicidio: “Asesinato de una mujer a manos de un hombre por machismo o misoginia”.

No eran números, eran mujeres