Si ya de por sí es duro aceptar la muerte más lo es cuando esa muerte se produce de forma tan prematura. Daniel Molina Jiménez, articulista de nuevatribuna.es falleció en Salamanca el pasado 2 de enero a los 31 años de edad. Sufría desde pequeño una insuficiencia cardiaca.
Apasionado de la historia, investigador de historia contemporánea, estaba terminando su tesis doctoral en la UNED, un trabajo que su familia espera pueda ver finalmente publicado.
Desde hace dos años y medio fue colaborador asiduo de este periódico. Sus ‘tribunas’ han aportado a estas páginas interesantes reflexiones sobre la democracia, los derechos y las libertades. Daniel aportó una visión fresca, ejemplo de una generación que está sufriendo como ninguna las consecuencias de la crisis y lo hizo desde la esperanza de formar parte de un futuro mejor para todos. Pese a su juventud demostró ser un hombre cabal, conocedor de la realidad política y social que le tocó vivir.
Nuevatribuna.es quiere rendirle este pequeño homenaje a modo de agradecimiento por sus excelentes colaboraciones que vieron la luz en estas páginas y que ahora siguen estando de plena actualidad recopiladas en su blog.
Como muestra, hemos elegido uno de sus artículos publicado en diciembre de 2012, lo escribió desde el hospital en una de sus revisiones periódicas y que bajo el título ‘Nuevo afán’ creemos que simboliza bien su personalidad.
Además reproducimos las palabras con las que su hermano Javier se despidió de él en el funeral celebrado en su recuerdo. Un texto lleno de sentimiento y de amor hacia su persona, un texto desde el corazón, aquel que dejó de latir pero que con pasión nos dejó la impronta de un pensamiento progresista comprometido con su tiempo. Eso supone la inmortalidad.
Todo nuestro afecto y cariño a su familia.
Gracias Daniel
Por ti Daniel.
Querido hermano:
Al intentar escribirte unas palabras lo primero que se me viene a la mente es ¿Por qué? ¿Por qué estoy yo escribiendo cuando tú siempre eres el que escribes este tipo de relatos? Lo hiciste para nuestros padres, lo hiciste para Miriam y para mí, lo hiciste para toda la gente que alguna vez lo necesitó. Lo hacías cada día en tu trabajo como escritor, novelista, ensayista, estudiante e historiador. Por eso, como poco, te lo debo.
Tienes un CORAZÓN grande, un corazón feliz, un corazón sincero, un corazón amable y, sobre todo, un corazón conciliador. A tu corazón le gustan dos cosas por encima de todo; una son los libros y la otra pasar tiempo con tu familia. Sé que necesitas nuestro tiempo, como nosotros necesitamos el tuyo, por eso hoy estamos aquí todos contigo; tu familia, tus amigos, tu gente.
Nuestro corazón necesita tu afecto, tu amistad, tu sinceridad. Pero tu gran corazón dejó de latir en la tierra y, aunque aquí ahora no funcione, siempre seguirá latiendo y trabajando para vernos felices.
Quería dejarte un regalo; te dejo aquí este libro en el que te puedes llevar todos los libros que necesites y junto a él te dejo un trocito de todos nuestros corazones.
Un beso de tus padres y tu hermano.
