jueves. 25.04.2024
planeta simios

La película comenzaba con un viaje a través del tiempo y terminaba con una impactante secuencia, donde Charlton Heston se arrodilla y maldice a los responsables de un holocausto nuclear mientras contempla los restos de la Estatua de la libertad y comprende que ha llegado al planeta tierra siglos después de su partida. Este futuro distópico parecía conjurado. Era un horizonte que nos hizo temblar durante la Guerra Fría y que creíamos algo propio de un pasado cada vez más remoto.

En la última Berlinale se proyectó una cinta muy interesante que hacía guiños cinéfilos y daba por sobrentendida en el imaginario del espectador esa impactante secuencia final recién aludida. Me refiero a Evrerything Will Be Ok, que he rememorado mucho tras la invasión de Ucrania y el reordenamiento geoestratégico mundial.

Queríamos pensar que a China podría interesarle oficiar como arbitro y mantener una calculada neutralidad, aunque Putin sólo comenzó su ofensiva tras visitar Pekín. Como la invasión de Ucrania se ha complicado con una inesperada resistencia, el invasor sólo puede huir hacia delante, pero todo cambia si recibe un respaldo militar por parte de la potencia emergente.

Se diría que su alianza les daría patente de corso para invadir Ucrania, Taiwan y cuanto se les antoje. Sin embargo, resulta difícil calcular hasta que punto amenazar con utilizar su poderoso arsenal nuclear tiene algún sentido. En teoría la respuesta podría ser igualmente demoledora y no sería muy atractivo sobrevivir a una hecatombe semejante, porque no quedarían muchos lugares en los que asentarse. Lo malo es que jugar con fuego puede incendiar la barraca y hacer saltar todo por los aires con tantas Santa Bárbaras en liza.

Lo último que necesitábamos al ir saliendo de la pandemia era esta crisis bélica cuyo alcance no puede pronosticarse ahora mismo. En esta enloquecida espiral difícilmente habrá ganadores. Pues en el mejor de los casos, tendremos otra recesión económica que agravará el paro estructural e intensificará las desigualdades de todo tipo. La gigantesca ola migratoria dará lugar a tsunamis políticos y sociales. Este caldo de cultivo propiciará que se anhelen liderazgos fuertes y dará paso a nuevos totalitarismos.

El escenario alternativo es aún más espeluznante y desolador. Se haría realidad un horizonte que parecía reservado a las películas de ciencia ficción. En cualquier caso se podría quebrar ese símbolo que los franceses regalaron al pueblo norteamericano y recibe a quienes arriban al puerto de Nueva York o navegan por el Sena: la Estatua de la Libertad, en cuanto a su significado, quedaría muy desfigurada.

La estatua de la libertad en 'El planeta de los simios'