viernes. 19.04.2024
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“No ganamos en siderurgia, no ganamos en minería… Ganamos en putas”, asegura el proxeneta Romeo (Asier Etxeandia) en el inicio del segundo episodio de Sky Rojo, la nueva serie de Álex Pina, director de la aclamada La Casa de Papel. “España es el primer país de Europa en consumo de prostitución”, añade en su discurso de apertura de Las Novias, el puticlub que regenta Romeo en esta singular ficción en la que se aborda con banalidad el drama de la explotación sexual y la trata de personas.

Excedida de comentarios machistas y secuencias en las que la mujer es cosificada, Sky Rojo no resalta el calvario por el que pasan miles de mujeres obligadas a la prostitución en España, sino que utiliza este argumento para dar rienda a la espectacularidad que el entretenimiento requiere. Sin embargo, quizás inconscientemente, Álex Pina ha puesto el foco allí donde los ojos de la España más hipócrita jamás se atrevería a mirar.

España no solo es líder en consumo de prostitución sino también uno de los principales destinos de tráfico de mujeres

Según un informe publicado en 2019 por Naciones Unidas, España es el país europeo con mayor demanda de sexo pagado y el terceto a nivel mundial. El 39 por ciento de los varones españoles ha pagado al menos una vez por sexo. Las cifras convierten a España en el líder en consumo de prostitución, pero también en uno de los principales destinos de tráfico de mujeres

Con la anuencia de las autoridades policiales y judiciales, a España ingresan unas 45 mil personas por año para ser usadas en la explotación sexual. La tragedia humana, medida en números de ganancias y beneficios, se transforma en un negocio que deja en manos de la mafia entre 7 y 12 billones de dólares anuales. Es el segundo negocio clandestino en beneficios, después del tráfico de armas y por delante del tráfico de drogas. “Si alguien conoce un negocio mejor, que lo diga”, desafía Romeo en la serie que, según la mirada de la crítica más fina, no es sino otra “coartada para el machismo y la violencia”.

La España más oscura ha dado lugar al crecimiento de la explotación sexual. Existen más de 1.500 locales de alterne legales, sin contar los pisos de prostitución. Las causas que toleran el ánimo de lucro y alimentan este infame negocio son el desprecio a la dignidad de  mujeres procedentes de países sumidos en la pobreza; tierra fértil para las mafias locales que, ante la inacción del Estado, engañan a las víctimas con la promesa de un contrato de trabajo en hostelería o limpieza.  En las grandes ciudades españolas el negocio crece a plena luz del día. Los neones anuncian la oferta y el cliente paga sin consecuencias legales. Los clubes de alterne parecen ajenos a la Ley de Seguridad Ciudadana que en 2015 estableció multas para quienes paguen por servicios sexuales.

El rol del Estado es fundamental para la continuidad o el destierro de una práctica creciente en España. Sin embargo la política y la justicia parecen estar de acuerdo en mirar hacia otro lado cuando se habla de explotación sexual. Los medios de comunicación son también cómplices. El “negocio” mueve unas cifras de dinero tan exorbitantes que tienta a sus directivos a desear su tajada. De los 18 mil millones anuales recaudados mediante la explotación sexual, 40 van a manos de los empresarios de los medios que anuncian servicios sexuales  Acción Contra la Trata denunció en 2017 que el 98 por ciento de los anuncios de contacto que aparecen en la prensa están relacionados con la trata de personas.    

Si bien el proxenetismo, la prostitución de menores y la trata de personas para su explotación sexual están contemplados en el Código Penal, existe en España un vacío legal por donde se cuela, a cara descubierta y con la complicidad de las fuerzas policiales, lo más repugnante de la condición humana. De no ser así, España no se hubiera consolidado en 2016 como el primer país de tránsito y destino de mujeres con fines de explotación sexual; el tercero en el mundo por detrás de Tailandia y Brasil. Un puesto de privilegio en el ranking del horror.       

España, primera en el ranking del horror