jueves. 18.04.2024

Dice la leyenda que cuando el Rey Arturo le preguntó al mago Merlín “¿cómo será Camelot?, ¿cómo podré gobernarla?”,  éste le contestó: “muy fácil, ya lo he visto”. El mago había visualizado el lugar, ya había estado allí... Digamos: “vengo de dónde voy”.

Parece que esto es precisamente lo que ha intentado hacer Pedro Sánchez con el proyecto “España 2050 Fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo” presentado esta semana. Un documento de 675 páginas, elaborado por más de 100 expertos de distintas disciplinas y sensibilidades ideológicas, en el que se dibuja el ojalá de la España de 2050.

La iniciativa es un esfuerzo, como se apunta en la introducción de ese documento, de mirar al horizonte, más allá de la inmediatez del mañana. Supone el intento de imaginar nuestro futuro como país y para ello construir una visión compartida desde un “dialogo nacional”, para lo cual se invita a participar a los gobiernos autonómicos, así como a empresas, patronales, sindicatos, universidades, think tanks, fundaciones, ONGs, asociaciones y partidos políticos.

Para este ejercicio en el Coaching se suele usar una herramienta conocida como “mandala” en la que hay que responder tres preguntas: ¿quién soy?, ¿a dónde voy?, ¿con quién?.  Tres preguntas potentes que, si son bien resueltas, nos impulsan hacia el futuro y nos permiten identificar los recursos de que se dispone y las limitaciones que te pueden bloquear la realización de tu visión del futuro, entendido éste como el resultado de poner tus sueños en acción.

Si la iniciativa “España 2050” es algo más que una operación de marketing, confiemos que sí, sería necesario dejar de devaluarla y de frivolizar con ella, como hemos leído y oído por parte de algunos líderes de la oposición y muchos medios de comunicación.  Deberíamos verla como una oportunidad real y útil. Como si fuera un “mándala” para España. Porque puede representar un buen recurso y una oportunidad para diseñar y para “mirar hacia adelante”. Algo muy necesario en un país como el nuestro en el que constantemente estamos mirando por el retrovisor de nuestro pasado que tanto nos cuesta superar.

España 2050” nos debería significar la declaración de cómo nos queremos ver en el futuro como sociedad y las motivaciones para conseguirlo.  Mirar hacia adelante, como el mago que nos invita a vivir y visualizar nuestro futuro. Si se hace bien nos debería aportar alegría y optimismo, de lo que está muy necesitada la sociedad española.  El ejercicio de mirarnos desde el futuro deseado, y regresar al presente para identificar qué tenemos que hacer para conseguirlo, es un buen desafío y mucho más ambicioso que seguir en la inercia de esperar la lógica de la evolución de los acontecimientos. Movilizarnos socialmente hacia la transformación, es revolucionar a la sociedad, especialmente a la juventud, para convocarla a trabajar por su futuro.

El principal valor que puede tener el Proyecto “España 2050” es el intento de superar las históricas dificultades que hemos tenido precisamente para relacionarnos con el futuro. La oportunidad de construir una mirada que vaya más allá del corto plazo, más allá de la legislatura, más allá de nuestra generación, del beneficio rápido y los resultados inmediatos frente a la inversión a largo plazo. Es una buena iniciativa ya que “vivimos un imperialismo que ya no es espacial, sino temporal, del tiempo presente que lo coloniza todo”, como definió el mundo actual el filósofo Daniel Innerarity.

Imaginar el futuro es una responsabilidad que va mucho más allá del Gobierno, del programa electoral de uno o varios partidos políticos, más allá de la vigencia de una o varias legislaturas.

Ante la realidad política y social de polarización que vivimos, es muy probable que resultará  mucho más fácil encontrar las respuestas de ¿quién somos? y ¿dónde vamos? Como país, que  respondernos a esa tercera pregunta del “mandala”: ¿con quién vamos al futuro?. Porque, si no se consigue bajar la confrontación, superar los discursos recalcitrantes de “cuanto peor mejor” de las derechas y los desafíos secesionistas que se renuevan día a día, esa, necesaria e ilusiónante, llamada a un Diálogo Nacional que hace el Proyecto España 2050 convocando al conjunto de la sociedad y a sus instituciones, puede tener serias dificultades. Esperemos que venza el sentido común y que ese anunciado proceso de abajo a arriba que durará varios meses, abierto a todas las instituciones -públicas y privadas- y a toda la ciudadanía, sirva también para trenzar consensos y acuerdos, hoy tan necesarios.

España 2050, el “mandala” de Pedro Sánchez