jueves. 28.03.2024
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La Real Academia de la lengua define la esclavitud de la siguiente forma: Dicho de una persona que carece de libertad por estar bajo el dominio de otra… Sometido rigurosa o fuertemente a un deber, pasión, afecto, vicio , etc., que priva de libertad “.

La Antigüedad fue un periodo esclavista por excelencia, y la Península Ibérica no fue la excepción. La sociedad romana, a lo largo de toda la historia de su dominio sobre el Mediterráneo, Europa, África y Oriente Próximo, fue esencialmente esclavista. Su economía como su estructura social se basaban en un sistema de clases donde el esclavo constituía el escalón más bajo de la sociedad.

Esto se potenció enormemente debido a los cambios sufridos en la economía romana durante la época de expansión, en especial en el sector agrario, donde se multiplicaron las grandes propiedades, especialmente en las nuevas provincias y colonias de la República primero y del Imperio después.

El esclavo era considerado un simple objeto de trabajo, desprovisto de personalidad jurídica y perteneciente en su corporalidad y fuerza de trabajo a otro individuo. El esclavo era el elemento ideal de explotación. Eran mucho más rentables que los trabajadores libres, por lo que se extendió su utilización, especialmente en el mundo agrícola. También lo fue en otras ramas de la economía, en donde llegó, incluso, a sustituir totalmente la mano de obra libre, tal es el caso del servicio doméstico.

El esclavo no tenía personalidad jurídica, carecía de derechos de ningún tipo, excepto el de trabajar, no tenía derecho a la propiedad, pues todo lo suyo era del amo, incluyendo sus hijos. Si conseguían permiso para casarse, su matrimonio nunca pasaría de ser considerado un simple concubinato.

A los esclavos se les podía poner un collar donde se podía leer “detenedme si escapo y devolvedme a mi dueño”.

Los esclavos se compraban en el mercado de esclavos, y el precio que se pagaba lo vemos en los escritos de Catón el Viejo. Sabemos que su promedio era de unos mil quinientos denarios, precio que subió a lo largo del siglo II a.C. hasta alcanzar los veinticuatro mil sestercios, aunque lo cierto es que variaba la cantidad según la calidad del esclavo, su especialización, su origen y prestigio, etc.

f17Dentro del mundo de la compra-venta de esclavos, hay una pequeña excepción y no es otra que los esclavos semi-libres, que desarrollaban generalmente actividades intelectuales como educadores, secretarios o administradores. Eran los llamados esclavos griegos de alto nivel cultural y prestigio aunque seguían siendo esclavos a nivel legal.

No había límites a los trabajos que un esclavo podía ejercer, soliendo ocuparse de unas tareas u otras dependiendo de su preparación y capacidades. Los esclavos de ciudad solían tener familia y una gran autonomía.

Además de los esclavos particulares había “los servus publicus”, pertenecientes al pueblo romano, que trabajaban en templos, termas, edificios públicos y otras actividades de tipo funcionarial.

Sin embargo, la esclavitud no era una condena eterna en todos los casos. Los esclavos podían lograr la manumisión de diferentes formas:

  • Con su propia muerte, de forma simbólica, cuando lo liberaban para que tuviera un entierro de hombre libre.
  • Con la muerte de su amo, en cuyo testamento solían liberar a sus esclavos como muestra de generosidad y agradecimiento. Cuando eran liberados de este modo, se les dejaba alguna propiedad o dinero.
  • Comprando su libertad, ya que como actuaban como intermediario de su amo en los negocios, podían ganar un pequeño salario que, con los años, bastase para lograr su libertad.
  • Por declaración ante un magistrado. Cuando el amo y el esclavo defendían su libertad ante él. Si era aceptada, se le imponía un bastón en la cabeza como señal de su libertad.

Muchos emancipados permanecían en sus casas haciendo las mismas labores, aunque con mayor dignidad. Los libertos eran hombres jurídicamente libres, que han sido esclavos en algún momento. Fueron considerados a partir del s. VI por orden del emperador Justiniano I, ciudadanos sin distinción alguna.

Si no conservaban los lazos de fidelidad a sus casas eran llamados libertos ingratos. Ejercían mayoritariamente la labor de comerciantes o artesanos y, en menor medida, de maestros romanos o ludi magister, profesores, banqueros o médicos, que no tenían la misma remuneración.

Los libertos formaban aproximadamente el 5% de la población romana durante la era imperial. Como necesitaban un apellido del que solían carecer, normalmente tomaban el nombre de su antiguo dueño, quien se convertía en su patrono.

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Los libertos fueron usados como funcionarios en la burocracia romana en la época Claudia. El emperador Claudio aprobó la legislación sobre el esclavismo, de manera que los esclavos abandonados por sus amos, se convertían en libertos automáticamente.

Los libertos podían incluso poseer sus propias tierras. El esclavo no quedaba totalmente libre al obtener su nueva condición de liberto, sino que mantenía unos lazos de dependencia con su antiguo amo. Esta vinculación se concretaba en tres apartados acordados previamente:

1º Obsequium: Significa deferencia, y consistía en servicios de diversa índole.

2º Opera: Son días de trabajo que realizaba el liberto, normalmente en la misma labor, que efectuaba cuando era esclavo.

3º Bona: Era un derecho de herencia sobre su patrimonio.

Era casi imposible por no decir del todo, lograr la libertad total y la integración social completa partiendo desde la esclavitud. Uno de los documentos más valiosos de que disponemos para el estudio de este fenómeno en la etapa romana de Hispania es el del emperador Antonino Pío sobre los esclavos de Iulius Sabinus, en la Bética.

En este privilegiado rescriptum encontramos valiosas informaciones que se podrían resumir con el siguiente párrafo:

f15“Así pues, los esclavos están bajo la potestad de sus dueños. Sin duda esa potestad es propia del Derecho de gentes; pues podemos advertir en todos por igual que los dueños tienen el derecho de vida y muerte sobre los esclavos; y todo lo que es adquirido por el esclavo se adquiere por el dueño”.

Se ve que el esclavo es propiedad de su amo a todos los efectos en este párrafo, y eso está aceptado legalmente y socialmente también, elevándolo a un nivel de normalidad quizás sorprendente para nuestra visión actual.

El esclavo no sólo era propiedad del dueño, sino todo lo que este podía poseer. El Imperio Romano pervivió durante muchos siglos, a lo largo de los cuales la percepción del esclavo cambió ostensiblemente.

Los esclavos eran cosas muy valiosas y existían leyes que los protegían al menos oficialmente de los abusos físicos de su amo y de otras personas, considerándose el golpear o matar a tu propio esclavo un delito tan grave como el de atacar a uno ajeno.

Era considerado más o menos como destrozar un bien de especial valor e interés, escaso y que debía protegerse. Con el paso del tiempo y especialmente tras la imposición del cristianismo como religión oficial del Imperio en el s. IV, la percepción del esclavo como cosa irá decayendo.

Será el paso de las “cosas que hablan” a los “humanos serviles”, siempre refiriéndonos a los esclavos blancos, concepción que ya no cambiará más y que será de vital importancia para entender la idea de “siervo”, básica para el periodo medieval.

f14La huida de servus parece que era un mal endémico en el territorio imperial, por lo que se recurría a seguros más o menos denigrantes para el esclavo, como los medallones identificativos, encadenamientos, pagos a cazadores de esclavos… y la creación de la figura del esclavus fugitivus, compleja por las discrepancias respecto a su definición por parte de los juristas de la época.

Si la huida no estaba muy bien justificada el esclavo debía volver a la casa del amo y sería éste el que impusiese el castigo, que creyese justo, condenándose con fuertes multas a los romanos que acogieran en su casa a los esclavos fugitivos.

Sólo el amparo de la estatua del Emperador y el recinto sagrado de algunos templos para los esclavos griegos, les garantizaba una cierta defensa. Este derecho intrínsecamente griego venía dándose desde muchos siglos antes de la expansión romana, y se respetó durante la mayor parte del periodo imperial.

LA ESCLAVITUD EN EL REINO VISIGODO

La caída del Imperio no supuso un enorme cambio para los esclavos como grupo social. No sólo siguieron existiendo sino que su situación jurídica quedó marcada por nuevos métodos sociales como la práctica del clientelismo, asociación a un jefe, familias extensas… y se diversificó con la multitud de nuevos corpus jurídicos, que sostenían la estructura de los reinos germánicos.

Convivieron cuatro grandes estructuras sociales en la Península Ibérica: la monarquía visigoda, el Reino Suevo, los pueblos cantábricos y la provincia de Spania, perteneciente al Imperio Bizantino.

Los suevos y los pueblos cantábricos son aún hoy un gran misterio histórico, y la estructura esclavista de los bizantinos mantenía en esencia, lo que Roma les había dejado.

La sociedad visigótica no fue uniforme a lo largo de todo el periodo que abarca. Durante el tiempo en el que denominamos a esta estructura Reino Visigodo de Tolosa, que va del año 418 al 507, no se puede determinar una estructura social clara.

Sabemos, que perduraron las estructuras esclavistas tardorromanas, ya muy influidas por el cristianismo, pero que aún no reconoce a los esclavos como personas de pleno derecho. A la vez, comienzan a convivir con ellas las estructuras esclavistas germánicas, aunque sólo en la minoría étnica de los visigodos.

f13Tras esta primera fase de descontrol, que supuso el naciente Reino, surge lo que conocemos como Reino Visigodo de Toledo que va del año 507 al año 711. Expulsados de la mayor parte de la Galia visigoda por los francos, los godos se ven obligados a trasladar su potencial humano y político a una Península Ibérica caótica y desestructurada.

La evolución de la esclavitud en el Reino Visigodo de Toledo cambiará con el paso de los años, sobre todo con la conquista del Reino Suevo y el sometimiento de los pueblos prerromanos, ya muy romanizados para entonces.

Durante estos primeros momentos y hasta finales del siglo VI aproximadamente, el sistema de esclavitud romana perdurará aplicado por los hispanorromanos, mientras que los godos mantendrán un sistema esclavista-clientelar típicamente germánico.

Podríamos situar un cambio claro a partir de la conversión oficial del Reino al catolicismo con el rey Recaredo en el año 595 y posteriormente, con la promulgación del Liber Iudiciorum del año 654 con el rey Recesvinto, que fijó el sistema jurídico-social del Reino Visigodo.

Tras el rey Recaredo, al permitirse los matrimonios mixtos, se produce una paulatina fusión étnica. Aunque ser godo seguía siendo tan importante como lo había sido hasta entonces y poco a poco se fue convirtiendo en signo de nobleza, la sociedad hispanorromana fue amalgamándose con los germánicos.

Esto propició la entrada de los hispanorromanos en ciertos ámbitos, como la nobleza palaciega, y la de los godos en otros, como la alta jerarquía eclesiástica católica, a la vez que desaparecían las diferenciaciones legales por cuestiones étnicas. La población de la Hispania visigoda del siglo VII está estructurada estamentalmente.

Entre estos hombres libres fueron frecuentes los lazos de vinculación, de fidelidad a otro hombre que por su linaje y fortuna era considerado superior, pudiendo ser esta dependencia militar o personal, dentro del fenómeno típicamente germánico de las clientelas y antecedente directo del feudalismo.

En el proceso de formación y de estructuración de las clientelas tuvieron una definitiva influencia una serie de factores:

- La consolidación del dominio territorial de los reyes sobre la Península Ibérica fue desarrollada por la política unificadora de Leovigildo.

- El contacto directo de los visigodos con la sociedad provincial romana.

- La idea cristiana que justificaba la composición vertical de la sociedad en los clásicos tres órdenes: oratores, bellatores e laboratores.

La división fundamental de la sociedad del Reino de Toledo era entre hombres libres y siervos:

1º En la cúspide de los hombres libres había una aristocracia, de la que salía la persona elegida como rey. Era la que lo elegía, poseedora de casi toda la tierra, cuyo escalón superior lo formaba la nobleza palatina y de servicios.

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2º Seguía una población libre no privilegiada cuyos representantes fueron los pequeños propietarios territoriales, los privati.

3º Había un grupo formado por clientes, encomendados y libertos, con diferentes matices de pre-servidumbre y semi-libertad.

4º Finalmente, estaba la gran masa de población servil, que tampoco era homogénea.

Los esclavos visigodos no seguían simplemente un patrón romano, sino que mezclaban el sistema tradicional con el clientelismo germánico. Eran denominados “servi” o siervos y no constituían una clase uniforme, sino que había grandes diferencias entre ellos, no siendo lo mismo un “servus” agrícola al servicio de un terrateniente que un “servus” al servicio del rey.

f11Los esclavos conformaban el escalafón más bajo de la sociedad, al mismo nivel que algunas minorías religiosas en algunos momentos, como los judíos.

La forma más común, aunque no la única, por la que una persona podía llegar a ser esclavo era el nacimiento. El “vernulus” era aquel esclavo que había nacido en la familia servil de su señor y eran los más numerosos. También, se llegaba a la esclavitud a consecuencia de la guerra, el matrimonio, el comercio, las deudas o una condena judicial.

La mayoría de los esclavos se dividían en dos grupos principales:

1º Los "idonei" o idóneos, que estaban destinados al trabajo doméstico, generalmente en las urbes o en las villas de grandes señores, permitiéndoseles en algunos casos, de estar capacitados, ejercer algún oficio especializado. Este grupo era el más numeroso. Los "idonei" convivían con sus amos, prestándoles un servicio especializado y personal, y recibiendo según las crónicas de esa época, un buen trato, reconocimiento de su labor e incluso, con el tiempo, la libertad.

2º El segundo grupo los rustici, rusticani o rústicos, que tenían mucha peor consideración social y que se dedicaban a las tareas agrícolas y ganaderas. Los rustici no tenían los beneficios de los que gozaban los idonei, y eran sometidos a todo tipo de vejaciones y abusos, consiguiendo muy raras veces la libertad.

Solían trabajar en las grandes propiedades rurales de la aristocracia, siendo controlados por un villicus, generalmente un liberto con su antiguo señor. Raramente, el aristócrata se ocupaba directamente de sus servi rustici.

Ni unos ni otros tenían derechos y no eran considerados jurídicamente personas, sino meras propiedades de sus amos. El amo era por regla general totalmente libre de maltratar, humillar o incluso matar a sus esclavos.

El rey Chindasvinto entre los años 642 y 643 promulgó una ley por la que se pasaba a considerar delito el asesinar al esclavo propio, pero con el rey Ervigio entre los años 680 al 687 esa ley se suaviza a favor de los amos propietarios.

Ajenas a estas divisiones, encontramos también otras más concretas. Hay que separar a los esclavos regios y a los eclesiásticos como una clase superior dentro del propio mundo esclavista.

Los esclavos del rey o del Tesoro podían ejercer cargos palaciegos, desde mozos de cuadras hasta mayordomos, e incluso algunos podían poseer tierras y esclavos propios. También dependían de un amo, pero al ser éste el Rey, contaban con una serie de prebendas respecto del resto, como que al ser citados como testigos por un tribunal no podían ser sometidos a tortura y debían ser tratados con respeto por toda la sociedad.

Los esclavos de la Iglesia era un grupo aún más heterogéneo dentro del mundo de la esclavitud visigoda. Destacaban por ser muy numerosos, repartiéndose por las grandes iglesias, catedrales y monasterios. Se les conocía como servi ecclesiae y trabajaban las propiedades agrícolas de la Iglesia, por lo que eran indispensables a la hora de mantener la producción de ese patrimonio.

Eran muy respetados, pero no tanto como los anteriores, y no era una situación deseada, pues al ser propiedad de la Iglesia, la ley prohibía que pudiesen ser enajenados de ninguna manera, por lo que lograr la libertad era imposible para ellos. Los libertos eclesiásticos no ganaban nada respecto de su posición anterior a efectos prácticos.

Las manumisiones de los esclavos eran efectuadas por sus dueños, pero los esclavos reales podían ser liberados por los agentes de las propiedades, aunque desde el rey Chindasvinto se exigió la firma del rey para ello. También con este rey se decidió que los esclavos del Tesoro podrían prestar testimonio en los tribunales sin ser torturados.

Chindasvinto estableció para los otros esclavos, que sólo podrían ser torturados si el acusado se obligaba a entregar al dueño del esclavo acusado otro esclavo de igual valor, si el primero resultaba ser inocente, moría en las sesiones de tortura o resultaba dañado irreversiblemente.

f10Los esclavos no podían demandar a los hombres libres, pero Chindasvinto lo autorizó si el dueño estaba alejado más de setenta kilómetros, aunque en todo caso no podría demandar a su dueño.

Los libres demandados deberían comparecer y pagar una compensación si perdían el pleito. Si el esclavo no podía probar las acusaciones, debía pagar al demandado la indemnización fijada a los que perdían los casos.

Se sabe, que la Iglesia poseía numerosos esclavos, probablemente varios miles en cada obispado. La mayoría trabajaban en tierras eclesiásticas, otros eran artesanos y otros auxiliares domésticos.

Entre los esclavos del Tesoro había algunos que eran clérigos, los cuales estaban ligados de por vida a una Iglesia, seguramente en tierras reales y pagaban el “impuesto de capitación”. Algunos poseían bastantes recursos y llegaron a fundar iglesias. Los esclavos liberados pudieron entrar en el clero, después del año 589, si sus antiguos propietarios renunciaban a todos sus derechos sobre ellos.

La huida de esclavos debía ser frecuente, y se legisló sobre ello. En tiempos de Leovigildo, un hombre que ocultase a un esclavo huido más de una semana, debería entregar al legítimo propietario dos esclavos de igual valor, que el escondido. Cuando alguien desconocido era alojado en casa de otro hombre, éste debía presentar al huésped ante el juez en el plazo máximo de ocho días.

El hombre que daba hospitalidad a un esclavo huido por un plazo de veinticuatro horas o menos, no podía ser acusado si juraba al propietario del fugado, que no conocía la condición de éste. Si el esclavo huido no podía ser encontrado, el que le alojara a sabiendas debería entregar a su dueño tres esclavos del mismo valor que el fugado.

Aquel, que capturaba a un esclavo huido y lo devolvía a su amo, recibía una recompensa, que era un tercio de sueldo si lo había capturado a menos de treinta millas, un sueldo si lo capturaba en una distancia hasta cien millas, dos sueldos hasta doscientas millas, cinco sueldos hasta quinientas millas, y así proporcionalmente.

Los esclavos huidos que permanecían libres, sólo consolidaban su libertad por prescripción a los cincuenta años. Si eran capturados antes de prescribir, sus ganancias y bienes obtenidos en el periodo de libertad pasaban a su dueño.

Un esclavo huido, que se hiciere pasar por un hombre libre, podía casarse legalmente con una mujer libre y los hijos del matrimonio serían libres aun cuando se descubriese la verdadera condición social del padre o madre. En caso de ser descubierto, para mantener la unión con el cónyuge se precisaba el consentimiento del propietario. Con el rey Ervigio los hijos pasaron a ser esclavos y propiedad del propietario del padre o madre descubiertos.

Todas estas leyes permanecieron en vigor casi todo el siglo VII, y sólo con Ervigio se hicieron algunas modificaciones, hasta que Égica publicó una nueva ley aún más dura. Posteriormente, todas esas leyes se codificarían en el Fuero Juzgo, que se siguió usando de forma local durante siglos.

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LA ESCLAVITUD EN AL ÁNDALUS

La esclavitud era un negocio corriente y próspero, tolerada por las instituciones islámicas aunque el Corán consideraba la manumisión como un acto grato a Alá. Existieron muchos mercados de esclavos en Al-Ándalus y un gran número de personas hicieron negocio gracias a su comercio.

No tenemos ninguna referencia explícita a una aceptación de la esclavitud en el Corán, sí es cierto que han trascendido versículos que regulan la condición de los esclavos. Esto se puede entender como una aceptación tácita de una situación social totalmente establecida y aceptada. La esclavitud en el mundo islámico perduró hasta el s. XIX.

En la Edad Media está el germen de una esclavitud poco conocida, que no sólo tuvo un volumen inmenso en el pasado, sino que fue un sistema colaborador que permitió el desarrollo del sistema esclavista atlántico durante la Edad Moderna.

El Islam reconoció desde sus orígenes la institución de la esclavitud en el siglo VII, aunque Mahoma exhortaba a sus seguidores a que mantuvieran un trato correcto para con los esclavos.

Los negros subsaharianos fueron el principal blanco de este comercio esclavista, pero también los cristianos y judíos sobre todo en los Balcanes. Además, en el Islam se definieron clases concretas de esclavos, como los eunucos o los esclavos soldados los jenízaros, esclavos eslavos en Córdoba…

Podemos comprobar, cómo en el mundo musulmán hay distintas variantes según su procedencia:

1º Los árabes españoles remontaban sus orígenes a los dos grandes grupos étnicos o tribus de la península arábiga: los adnanís o árabes del norte y los qabtaníes o yemeníes, árabes del sur.

La Yamharat recoge también las genealogías de otros pueblos como los bereberes y de algunas familias autóctonas, como los Banu Qasi de Aragón y Navarra.

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Los árabes andalusíes se dividen en dos grandes grupos en el siglo VIII:

a) Los baladíes o árabes llegados a la Península en el año 711 y en los años inmediatamente posteriores.

b) Los sirios que arribaron en el año 740.

Unos y otros constituyeron una auténtica oligarquía, copando los cuadros dirigentes de la administración civil, militar y religiosa hasta la caída del Califato en el siglo XI. Si bien en los siglos VIII y IX el antagonismo de las tribus árabes condicionó la evolución política de Al-Ándalus, con sus rivalidades y guerras civiles, poco a poco se fue diluyendo ese sentimiento racial, sobre todo. a partir de las reformas fiscales y militares de Almanzor.

El califa Al-Hakam II intentó fijar las genealogías de los árabes españoles en el s. X, pero se topó con que la mayoría ya habían olvidado a que tribu pertenecían. Una de las razones fundamentales de este olvido o indiferencia por conocer su antigua estirpe, se debió al escaso número de árabes, que se establecieron aquí y a su dispersión por todo el ámbito peninsular. En definitiva, se pasó de una oligarquía racial a una oligarquía histórica y económica.

2º Los bereberes que llegaron a la península en el siglo VIII con los árabes invasores dejaron muy pronto de emplear su propia lengua y sus costumbres, empleando el árabe y el romance,

Las dinastías que reinaron en el siglo XI en Toledo, Badajoz y Albarracín practicaron siempre una política anti-bereber. A raíz de la caída del Califato surgen los movimientos políticos que reciben el nombre de su’ühiyya, cada pueblo, cada raza, pretendió poner de manifiesto su superioridad sobre las otras etnias.

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El califa Al-Hakam II fue el primero que se decidió a reclutar un cuerpo especial de 700 jinetes norteafricanos hacia el año 974. Almanzor siguió la misma política y durante su dictadura no cesaron de pasar a la Península Ibérica contingentes africanos.

La reforma militar de Almanzor fue de incalculables consecuencias por la decisiva intervención de los bereberes en la guerra civil, que dio al traste con el Califato. Estos contingentes africanos recibieron en feudo importantes territorios y crearon sus propios reinos de taifas, el más importante de los cuales fue el de los Ziríes de Granada.

3º Muladíes y mozárabes estaban constituidos por los hispanos convertidos al Islam. Recibieron el nombre en castellano de muladíes o protegidos de los musulmanes originales, a pesar de la igualdad, que propugnaba el Corán entre los creyentes.

Muy pronto surgieron tensiones entre los muladíes, que se sentían musulmanes de segunda clase, y los árabes, sus señores protectores, acentuándose a partir del reinado de Abderramán I.

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El otro grupo de naturales de la Península eran los mozárabes, que se mantuvieron fieles a su religión cristiana. A pesar de esto, poco a poco fueron adoptando el árabe y las tradiciones orientales, aunque con influencias de su propia cultura, creando una sociedad paralela que se definió con el nombre de mozárabe. Se deduce la existencia de importantes comunidades cristianas o mozárabes en Córdoba, Toledo, Sevilla, Mérida y otras grandes ciudades por las fuentes árabes.

4º Eslavos, negros y judíos. Los eslavos recibieron en general el hombre de Saqaliba, siendo población de territorios que se extendían desde el mar Adriático hasta el mar Caspio. La mayor parte de los eslavos de ambos sexos eran capturados o comprados siendo todavía niños. Eran islamizados y destinados fundamentalmente a los trabajos de la Corte.

Los castrados o eunucos eran elementos imprescindibles en los harenes, y las mujeres eslavas, rubias y blancas, surtían los gineceos de la familia real y de la aristocracia como concubinas o esposas legítimas. Los eslavos, que destacaban por sus dotes intelectuales, llegaron a ocupar puestos importantes en la Administración del Estado, después de ser manumitidos y adquirir la categoría de fatá o mawla.

Las fuentes árabes citan frecuentemente a los abid o sudán o negros como parte integrante de la sociedad. Abderramán III tenía una guardia negra personal, que asistió a la investidura del nuevo califa Al-Hakam II, siguiendo a los eslavos en el cortejo. Cuando estalló la revolución en el siglo XI se alinearon con los bereberes. Las mujeres negras eran muy apreciadas como cocineras y concubinas.

Los negros y mulatos eran mal vistos por la aristocracia andalusí y vivían como esclavos y eran el escalón más bajo de la sociedad. Existía una importante e influyente comunidad judía en todas las grandes ciudades de Al Ándalus.

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En otras localidades, incluso, predominaban sobre musulmanes y cristianos como fue el caso de Granada, Lucena y La Roda, que recibieron nombres judíos. Los elementos más activos de la comunidad judía se dedicaron preferentemente al comercio y ejercían como médicos e intérpretes. Fue en la Granada de los Ziríes, donde los judíos llegaron a dominar la vida política y económica.

EL ESCLAVISMO MUSULMÁN

El tráfico de esclavos se realizaba a partir de la guerra, que llenaban los mercados locales e internacionales. La propia natalidad ayudaba a mantener el número elevado, pues el hijo de esclavo o esclava seguía conservando esa condición. Se captaban esclavos en toda la región mediterránea mediante el rapto perpetrado por mercaderes especializados, que conocían la demanda de esta mano de obra.

Los eslavos, por su piel clara y su cabello rubio eran muy apreciados. Los aristócratas, los militares y las clases adineradas de comerciantes y burócratas de Al-Ándalus tenían numerosos esclavos de ambos sexos, que eran empleados en las tareas domésticas en las ciudades, y en el trabajo agrícola y pastoril en las zonas rurales.

Estos últimos se equiparaban en el trato con los trabajadores del campo. Los esclavos de las ciudades disfrutaron de una posición social en ocasiones superior a la de los propios musulmanes libres, al menos de hecho.

Algunos de estos esclavos, llamados saqalibah, eran castrados para servir de eunucos en los harenes de los califas, mientras que otros eran destinados como guardianes personales en palacio. Los eunucos gozaban de la confianza depositada en ellos por los califas y visires, e incluso pudieron salir del harén para ponerse al frente de organismos civiles y militares;

Su formación superior y el hecho de que su ambición se viera coartada por la falta de descendencia les hicieron medrar en estos campos. Los precios de estos eunucos eran superiores al de los esclavos normales, debido también a la alta tasa de mortalidad que suponía el proceso de castración.

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Las mujeres de piel blanca y ojos azules eran muy apreciadas como concubinas. El precio de algunas de ellas en el mercado podía ser muy elevado, si contaban con talento para la danza, el canto y, sobre todo, con un físico atractivo.

Estas mujeres, si tenían hijos, recibían nombre de “Umm al-walad” o “la madre del hijo”, y ser así privilegiadas en el harén. La importancia de las concubinas reales fue extraordinaria, hasta llegar a intervenir en ocasiones en política.

Los esclavos masculinos adquirieron importancia numérica y social durante el califato. Se les confió cargos en la Administración y el Ejército, tradicionalmente reservados a la aristocracia árabe.

La mayor parte de estos esclavos masculinos se encargaban de tareas relacionadas con las caballerizas, el servicio postal, los talleres de orfebrería y de seda, etc. Sin embargo, son conocidos los esclavos que a la caída del califato se hicieron con el poder en diversas partes de Al-Ándalus, creando reinos independientes, las taifas.

f3El esclavo es visto más como parte de la familia, aunque fuese comprado, que como una cosa. Es difícil de entender, que las grandes redes comerciales de esclavos por todo el Islam y las considerables capturas en expediciones militares eran destinadas únicamente al uso doméstico.

Los esclavos huidos no era menos importante en el pasado islámico hispánico, que en la Roma clásica, conociéndose numerosos tratados entre emires y señores cristianos y leyes varias, en las que se prohíbe específicamente el proteger y/o acoger a un esclavo fugitivo.

Debemos recordar, que el Corán establece algunas normas en relación a los esclavos y el trato que se les debía dar, estando prohibido darles muerte y obligando a los dueños a ser caritativos con ellos y otorgarles la manumisión en el mismo momento que el esclavo pudiese permitírsela.

La esclavitud musulmana tenía múltiples facetas, y eso hace que resulte complejo establecer una generalidad. Por otra parte, no se puede negar que esta ambivalencia existía también en las fuentes antiguas y cristianas.

Las otras dos formas principales de llegar a la esclavitud eran las capturas en campañas militares y la compra de personas en zonas alejadas del Islam. Estos mercados, según viajeros y geógrafos de la época, eran dominados por los judíos, que creaban vastas redes comerciales de esclavos con centros en zonas tan alejadas como Amalfi, Constantinopla, Kiev o Verdún, para luego venderlos en Al-Ándalus y el norte de África.

En un momento en el que el comercio entre ambas orillas del Mediterráneo era prácticamente nulo, el comercio de esclavos se convirtió en un buen método para lograr pingües beneficios, sin distinguir entre credos o culturas.

Los comerciantes de esclavos disponían en la época califal incluso de tratados, que los ayudaban a establecer el significado exacto de los vocablos que utilizaban para describir su mercancía y se incluyeron en los contratos de compraventa.

f2La demanda de esclavos en Al-Ándalus, y más concretamente en Córdoba, durante los siglos IX y X indica, que existía una clase que gozaba del dinero necesario para desarrollar tanto el tráfico como las campañas militares, con las que buscaban hacerse con este preciado botín.

Sin embargo, esto no quiere decir que Al-Ándalus fuera una sociedad esclavista, es decir, una sociedad cuya forma de producción y auto-reproducción dependiera del trabajo de los esclavos.

La abultada presencia de éstos en un momento de pujanza militar y política como es la época califal, es sólo indicio del poder adquirido por sus clases dominantes pero no, evidentemente, de que ese poder descansara sobre unas relaciones de producción basadas en la esclavitud, una de las principales razones, por las que quebró la estructura socioeconómica del Imperio Romano.

Los contratos de manumisión musulmanes nos presentan una situación poco envidiable. El esclavo manumitido estaba obligado no sólo a pagar la cantidad convenida para acceder a su emancipación, sino también a ofrecer una serie de regalos a su antiguo amo durante todo el tiempo que durara su rescate.

El manumitido seguía siendo esclavo mientras debiera dinero de su rescate, y en caso de que no pudiera pagarlo de acuerdo con los plazos fijados, volvería a su antigua condición sin posibilidad de reclamar nada de lo que hubiera adelantado hasta esa fecha. Si moría sin haber satisfecho su deuda, sus herederos no podían recibir herencia alguna.

Mientras durara la deuda con su antiguo propietario, el esclavo no podía viajar, contraer matrimonio o donar nada de su dinero sin permiso expreso del señor. Además, la propia práctica jurídica establecía, que el señor estaba excluido de tener que prestar juramento en caso de reclamación judicial sobre cláusulas del contrato de manumisión. Con la manumisión, el antiguo amo no estaba obligado a ocuparse de la manutención del liberto.

f1La suma de la manumisión solía estar establecida en unos 400 dinares pagaderos en un plazo de ocho años, a razón de cincuenta por cada uno de ellos. Se trataba de un esclavo con una capacidad excepcional para labrarse un peculio propio. No sabemos cómo se calculaba el precio de la manumisión.

En estos casos, la jurisprudencia establecía que esos pagos no podían realizarse con dinero, que ya estuviera en posesión del propio esclavo, pues ese dinero era posesión del amo, sino con lo que el antiguo esclavo ganara a partir del momento en que se redactaba el contrato de manumisión.

En el caso de familias esclavas, por regla general, los hijos seguían siendo esclavos hasta la manumisión del padre, aunque podían colaborar a los pagos de la misma. La mujer tenía una legislación poco clara. Si también estaba en proceso de manumisión, los hijos dependían de ella, y si no del padre. En caso de no poder pagar la manumisión, los hijos del esclavo se quedaban con el amo, lo cual parece ser una actitud consuetudinaria, puesto que no hay legislación al respecto.


BIBLIOGRAFÍA

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La esclavitud en España