viernes. 19.04.2024
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Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga | Antonio Gisbert Pérez. Museo del Prado

 

Las mentiras tienen (o tenían antes) las patas muy cortas. Por lo que hemos visto la derecha y ultraderecha madrileña han ganado las elecciones envueltas en la palabra libertad. Cual amazonas de la simbología republicana a nivel europeo vemos en una pesadilla a la señora Ayuso y a la señora Monasterio, envueltas en banderas rojigualdas, en lujoso satinado, a la cabeza de la revolución liberal, pisando cabezas a comunistas, socialistas y antiguos colegas de gobierno. Por fin la Libertad deja de estar en manos  espurias y pasa a blandirse con brillo refulgente en las manos de quiénes siempre debió de estar. Pero nunca estuvo. Estuvo en Mariana Pineda, en Torrijos,   y en los ejecutados por las dictaduras del siglo XX en España.

Entre el cante profundo y áspero de El Cigala cantando, enamorado, a una novia  utópica llamada Libertad y la de “Un velero llamado libertad” de Perales, hay enormes diferencias. Igual que las hay entre la Libertad del La, la la la de Massiel y la Libertad sin ira. Igual que la hay entre la libertad de los que tienen poder y dinero para disfrutarla y ejercerla y los que no lo tienen.

La verdad es un concepto muy sobrevalorado y desde hace poco tiempo empezamos por perdonar las mentirijillas y hemos acabado perdonando grandes mentiras sin ocultarlas y sin pudor. El perjurio es tolerado como garantía judicial y normalizado en la vida social. Al igual que la reticencia.  Se miente y se oculta la verdad en la vida económica, comercial, política, en la informativa, familiar, sexual. Hemos convertido la vida en una gran mentira. Ya no podemos confiar en nadie y hay cada vez más secciones de programas informativos dedicados a descubrir mentiras, que al parecer no sirve para nada porque el descubrimiento de las mentiras y su exposición pública tampoco modifica las conductas de los mentirosos, ni la de los engañados.

Es lo que llaman la amortización política del delito en democracia, que goza del respaldo de los políticos corruptos, de gran parte del poder judicial y de electores que, anestesiados por el inteligente “todos son iguales”, prefieren poner la mantequilla o taparse la nariz. Los hay que han conseguido una perfecta anosmia. Por la halitosis se puede descubrir al mentiroso. Sólo la verdad nos hace libres. También del mal olor.

BORJA DE RIQUER y varios. La Corrupción política en la España Contemporánea. Un enfoque interdisciplinar. Marcial Pons Historia. 2018

Enjuagaros la boca para hablar de libertad