martes. 16.04.2024

También supusieron el inicio de un periodo de reflexión en el mundo de la cultura. El súbito apagón mediático y la noticia de una victoria aplastante del Partido Popular eran tan desequilibrantes como la intensidad y la determinación de los “indignados” que habían reclamado una reactivación democrática en los previos días.

Después del 22-M, el número de acampados descendió sensiblemente y la actividad se trasladó al mundo no tan virtual de la red y Facebook (donde la página de Democracia Real Ya avecina los 400.000 seguidores). En ellas aparecían comentarios de todo tipo, algunos desesperados pero la mayoría motivadores y movilizadores. La lucha no podía acabar aquí, decían algunos, y ya se buscaban nuevas formas de luchar. Fórmulas para garantizar una máxima participación. Nuevos encuentros. Nuevas convocatorias de manifestaciones callejeras. Nuevos eslóganes para contrarrestar lo que podía considerarse una marea azul, pero no un tsunami.

Es todavía temprano para hablar de las próximas acciones, aunque algunas organizaciones del entorno de la plataforma de Democracia Real Ya anunciaban en los días posteriores a las elecciones una operación de retirada masiva de dinero en los bancos para el 30 de mayo. Eso fue antes del anuncio de la OCDE de que España necesitaría quince años para volver al nivel de empleo del 2007. Fue antes del desalojo brutal y fracasado de la plaza Cataluña en Barcelona la noche del 27 de mayo. La actuación incomprensible de los antidisturbios ante un movimiento desarmado y pacifista acababa con 121 heridos y la reacción inmediata de una ciudadanía reticente a la violencia policial.

Así pues, las ideas sacudieron la web, y entre ellas estaba la posibilidad de infiltración del movimiento 15-M por los servicios secretos del Estado, pero, sin duda, más interesante eran las reacciones del mundo de la cultura a cerca de las protestas.

Uno de los rostros más significantes de la indignación intelectual, Eduardo Punset, transmitía el 25 de mayo su apoyo a los acampados de Oviedo. “No paréis”, les dijo con esa rebeldía que recuerda a los mensajes de Stéphane Hessel y José Luis Sampedro, y añadió: "Gracias por mantener viva una esperanza que llevamos cultivando desde hace mucho tiempo".

Las opiniones de varias personalidades –escritores, periodistas y docentes– han sido recogidas en un estudio periodístico disponible en la red y titulado “¡Están indignados!” en el que no faltan elementos para la reflexión.

Entre los participantes destacan los comentarios del novelista madrileño Antonio Gómez Rufo que presenta a la “generación mejor preparada de la historia de nuestro país” como unos jóvenes que se sienten despreciados, humillados, desoídos y abandonados. Estos comentarios se enmarcan en un contexto económico inédito en la democracia española y, por lo tanto, el autor saca un claro mensaje de las protestas: “NO a la situación actual; NO a que se celebren unas elecciones en las que se presentan como candidatos decenas de imputados y condenados por diversos delitos; NO a que los poderes públicos españoles y europeos se crucen de brazos ante la vergonzosa reacción de los bancos y las grandes empresas”.

El escritor Pedro Antonio Curto subraya que “son bastantes las cosas que se están poniendo en cuestión, en este reino donde todo parece dominado por el gris desierto de la partidocracia y el poder de los grandes grupos económicos”. Una de esas cuestiones es la rebeldía estética, y casi vacía, de partidos de izquierda, sindicatos y otros movimientos sociales, sumidos en dogmatismos y cainismos.

El balance de las elecciones del escritor José Luis Muñoz es llamativo. Sostiene que el PSOE no acaba de explicar la catástrofe de unos resultados electorales perfectamente previsibles y pregunta: “¿Qué esperaban después de tantos años gobernando contra sus electores?”

Por otro lado, el poeta Francisco Cenamor analiza el papel de Internet en la dinámica democrática. La describe como un elemento que irrumpe con fuerza, no tanto por la rapidez y facilidad de las comunicaciones sino por sus más claras consecuencias. “Muchas personas en todo el mundo se han dado cuenta de que ya no necesitan de quienes tienen el poder para recibir información”.

Finalmente, el historiador catalán Miquel Izard enfatiza la necesidad de mantener la indignación. “Deberíamos luchar por la dignidad, para aprender, conservar memoria de una forma antagónica y no devenir funcionarios del olvido”.

Todos estos comentarios defienden la necesidad de un profundo proceso reflexivo, de un compromiso con los que en la calle se exponen a las porras de quienes no quieren saber nada de ellos o tratan de etiquetarlos como anti-sistemas. Algo es evidente, el mundo de la cultura no se ha quedado con los brazos cruzados. Es también el reflejo de un sistema en pleno movimiento.



El mundo de la cultura se expresa sobre el 15-M