miércoles. 24.04.2024

Si hay en estos momentos un mito más alejado de nuestra realidad es el de la Cornucopia. El mito del Cuerno de la Abundancia, simboliza, como ninguno, la prosperidad y afluencia. Tal como relata la Wikipedia, la cabra Amaltea crío a Zeus con su leche. Zeus, de niño, rompió sin querer uno de los cuernos de la cabra mientras jugaba con uno de sus rayos. Para compensarla, le concedió al cuerno roto el poder de dar al ser que lo poseía todo lo que deseaba. No es precisamente, lo que nos toca lidiar.

Las frías cifras estadísticas quizás no perciban o palpen la situación en su dimensión humana. Uno de los muchos datos que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su Contabilidad Trimestral es el referente a la tasa de ahorro de los hogares. En alguna ocasión, he hecho referencia a que la familia es la principal unidad social. Sus pautas atisban muchas claves sociales. En esta ocasión, la tasa de ahorro de los hogares vincula a cómo viven las familias la crisis.

En los felices primeros años del siglo XXI, hasta el 2008, la tasa de ahorro en los hogares era muy pequeña. Eran los tiempos del consumo desenfrenado; donde el ahorro no era un valor social imperante. En esos felices años, se temía poco al futuro. En cada familia, se vivía como si se tuviera un Cuerno de la Abundancia, donde la prosperidad y el crecimiento económico fueran inagotables. Las familias españolas ahorraban muy poco, vivían en un consumo desenfrenado que muchas veces se realizaba a cuenta, sin recursos propios.

Esa tendencia de altísimo consumo se cortó de raíz apenas se tuvo conciencia social de la crisis. A partir del 2008, las familias empiezan a ahorrar de forma muy significativa, como nunca se ha dado en otras épocas. La teoría social del péndulo se puso de nuevo en marcha. Y pasamos de ser grandes consumidores a grandes ahorradores. Tal era así, que el Presidente del Gobierno de España tuvo que arengar a la ciudadanía para que consumiera con el fin de que la economía diera señales vitales. No se le hizo mucho caso. Las familias entendieron que lo que venía podía ser gordo y de forma previsora fueron acumulando reservas para los años difíciles que se anunciaban. Era algo así, como la táctica del oso antes de hibernar que acumula grandes cantidades de grasas para afrontar una larga etapa.

Ahora de nuevo, se ha trastocado la tendencia. Volvemos a tener una tasa de ahorro en los hogares cercana a la de antes de la crisis. Pero en esta ocasión, desgraciadamente, las razones son totalmente diferentes. Si antes no se ahorraba porque se era muy optimista sobre el porvenir; ahora no se ahorra porque no hay de dónde. Las grasas almacenadas para una larga travesía del desierto van disminuyendo y muchas familias se van quedando en los huesos.

La situación es grave dado que ese famoso colchón familiar que representaba la familia se va quedando sin plumas. Ante las penurias que alguno o todos los miembros de la unidad familiar puedan tener, el cobijo es sustancialmente menor. Por ello, es imprescindible continuar con la cobertura de la protección social. Los economistas hablan técnicamente de los estabilizadores automáticos de gasto. Pues bien, se deben mantener. Se deberán dotar de más eficacia, eficiencia, evitando desviaciones pero cumpliendo el fin por el que se crearon. Porque de no ser así, podemos pasar de la cornucopia a entrar en el reino de Hades que era el inframundo griego, una parte profunda y sombría, usada como mazmorra de tormento y sufrimiento.

El mito del Cuerno de la Abundancia