viernes. 29.03.2024
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Las estatuas expresan una determinada concepción del orden social y político, pero no siempre garantizan una convivencia político cultural. La demostración más fehaciente de esto ha sido puesta de manifiesto ayer en Canadá, en donde una multitud indignada derribó una estatua de la reina Victoria de Inglaterra ubicada históricamente frente al parlamento de Winnipeg, capital de la provincia de Manitoba, en el centro del país.

Anteriormente a este suceso se habían producido quemas de iglesias tras el descubrimiento de la muerte de centenares de niños indígenas que durante décadas habían sido enviados a internados gestionados por la Iglesia católica. La noticia desató la ira contra los símbolos de las instituciones que aplicaron políticas de asimilación forzosa de los menores aborígenes.

Estatua de Colón derribada en Barranquilla

Casi en paralelo a este hecho, en Colombia –que aún continúa sumergida en una violencia sin precedentes en la historia de la democracia-, un centenar de manifestantes derribó una estatua de Cristóbal Colón al grito de “Colón asesino”. El suceso tuvo lugar en la ciudad de Barranquilla tras una nueva jornada de protesta contra la violencia ejercida por el gobierno de Iván Duque. “Por nuestros muertos” fue la consigna que escribieron sobre el monumento, antes de cortar la cabeza y las manos y arrastrar lo que de la estatua quedaba por las calles del centro de la ciudad. .

Pero el de Colón no es primer monumento blanco de la ira los manifestantes. Hace un mes atrás, en plena ebullición del malestar social, las imágenes de los conquistadores Gonzalo Jiménez de Quesada y Sebastián de Belalcázar también fueron atacadas; mientras que en Bogotá fueron retirados por precaución los monumentos de Isabel la Católica y de Cristóbal Colón, ubicados en cercanías del aeropuerto internacional de El Dorado.

Cabe recordar que las protestas en Colombia comenzaron el 28 de abril tras el anuncio del proyecto del gobierno de Duque de Reforma Tributaria. Las organizaciones de Derechos Humanos denunciaron que  la represión ha dejado hasta hoy un saldo de 74 víctimas mortales, al menos 20 de ellas por disparos de la Policía.

Los antecedentes de la reacción popular contra símbolos y monumentos también nos remontan a Estados Unidos. Hace apenas un año, tras el asesinato de George Floyd, muchas de las figuras que simbolizan el “heroísmo, el honor y la grandeza” de ese país fueron arrancadas de cuajo o incendiadas por una facción de la sociedad para la cual esos mismos símbolos no son sino un agravio persistente. En mayo de 2020 el ayuntamiento de Chicago retiró del centro de la ciudad dos estatuas de Colón con el fin de protegerlas ante la ola de manifestantes que en las protestas contra el racismo y la desigualdad iniciaron esa suerte de “revisionismo” forzado por la injusticia. Mientras que otros monumentos del navegante genovés debieron ser retirados en Boston, San Francisco y Baltimore.

Dios salve a la Reina