sábado. 20.04.2024
Justa Freire y un grupo de niños en una colonia escolar (1937-1938). Fotógrafo: Vidal Corella. Legado Justa Freire. Fundación Ángel Llorca

Queridas y queridos maestros: Con acierto y pertinencia la UNESCO (La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y la OIT (Organización Internacional del Trabajo) han instituido como homenaje a los docentes este día 5 de octubre, celebrado todos los años. Amigas y amigos: ¿qué os puedo decir?, ¿qué os puedo contar en el Día del Docente, vuestro día? 

Graciasmaestros

Sólo recordarme una y otra vez, que quien me ha enseñado todo lo que sé no fue una estrella balompédica ni un famoso cantante de rock. Fueron profesoras y profesores admirados, sacrificados, humildes y dispuestos a descubrirme el mundo. Desgraciadamente, mis docentes se han perdido en la bruma escolar de la Educación Obligatoria. ¿Qué paciencia con los discentes? – ¡Jorge es imposible, esto es el colmo!; ¿cómo no te vas a saber cuál es la capital de Suecia?

Con vuestra magia blanca, vuestros juegos intelectuales, soy, en parte, lo que soy. Con vuestra ciencia y humanismo docente desbastasteis mi corteza de ignorancia; limasteis mi madera llena de aristas congénitas de rebelde sin causa, de descontrol emocional; me ofrecisteis las herramientas necesarias para ser autónomo; me entregasteis el hilo de Ariadna para transitar por el laberinto de la vida. Esa vida que siempre, siempre, es un lío de cuidado, en ocasiones, un trasunto del Minotauro. 

Con vuestra ciencia y humanismo docente desbastasteis mi corteza de ignorancia

Desenredasteis la madeja y buscasteis los hilos de oro que pudieran permitirme tejer mi personalidad y mi futuro. Vuestra inquebrantable paciencia y perseverancia me permitió conocer el éxtasis, la fulgurante experiencia de quien consigue comprender los fenómenos de cualquier naturaleza, sentir el cosquilleo de desnudar lo aparentemente abstruso, la intensidad deslumbrante de comprender lo diverso, lo emocionalmente correcto, lo éticamente necesario e imprescindible, lo empático y sincero que lubrifica las relaciones humanas; sí, las habilidades sociales para conducirse en una sociedad culturalmente dada. Me llevasteis de la mano a contemplar las inferencias, las conclusiones racionales, los silogismos que gobiernan la lógica y son accesibles al pensamiento. ¡Qué más puedo pedir!

Foto: Twitter @Eduard_Lpz
Foto: Twitter @Eduard_Lpz

Aún recuerdo la tierna despedida de las vacaciones de Navidad. Las entrañables profesoras de Primaria dándonos un beso en ambas mejillas: Tened unas buenas vacaciones. ¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!¡Cuánta alegría, qué derroche para el corazón!

Sentir el cosquilleo de desnudar lo aparentemente abstruso, la intensidad deslumbrante de comprender lo diverso, lo emocionalmente correcto, lo éticamente necesario e imprescindible

Ellas y ellos configuraron mi pensamiento crítico, mi ansia educativa y de saber en los distintos niveles de mis estudios (Secundaria, Preuniversitaria, Universidad). Transmitieron por ósmosis tres elementos importantísimos: conocimientos, habilidades y actitudes. Todo ello me ha hecho el hombre libre, el ciudadano que soy.

También he tenido maestras y maestros sindicales, en mi sindicato de siempre, desde que tuve uso de razón laboral: Comisiones Obreras. Me enseñaron la templanza, la necesidad de pegarse al terreno, las habilidades negociadoras- táctica del sacrificio, estrategia dinámica, estudio, realismo y sobre todo perseverancia: tener “culo de hierro”- y la pertinencia, siempre elegida oportunamente, de la movilización. Era necesario comprender los contenidos reales, los números, las estadísticas, la colisión de intereses, la perspectiva histórica y mantener, en su sitio, la utopía ideológica- lo que antes denominábamos el programa máximo-; aunque se llenara de sillas la verdad. Gracias, compañeras y compañeros.

Hoy, a mis 64 años, sigo teniendo maestras y maestros. Buena gente que me enseña contenidos increíbles: abordaje de la soledad, envejecimiento activo, psicología cognitiva, técnicas de estudio, ajedrez…, hasta unas amables policías- inspectora y subinspectora del Cuerpo Nacional de Policía- me ilustran sobre mi seguridad, y me ponen al día sobre las acechanzas, sórdidas añagazas y timos que practican los “cacos” contra las personas mayores.

Hoy, a mis 64 años, sigo teniendo maestras y maestros. Buena gente que me enseña contenidos increíbles: abordaje de la soledad, envejecimiento activo, psicología cognitiva

Todos ellos son, ahora, jóvenes maestras y maestros que deben tener la mitad de mi edad, yo tengo 64 años. ¡Qué reconfortante, los profesores siguen ahí! Sólo cambian su cara y su aspecto. Este discente sigue creyendo que es el mismo niño que acudía a clase, unas veces feliz y henchido de júbilo y, otras aburrido y displicente. Bueno, vosotros lo sabéis bien: enseñar y aprender cansan.

Yo, ahora, pienso que soy un buen alumno: no hablo en clase, presto toda la atención posible, respondo cuando me preguntan, hago los deberes que demandan y, sobre todo, les tengo a mis profesoras y profesores un respeto casi reverencial.

Queridos maestros, ¿cómo puedo restituiros la deuda que con vosotros tengo contraída? Ya concluí que no puedo pagarla, porque vuestra contribución no tiene precio; sino un valor inconmensurable. Benditos seáis, seguid así, no os vayáis nunca. Permitirme regocijarme con vosotros en esta Festividad tan merecida como insuficiente. Hasta siempre, admiradas maestras y maestros, por favor, no me faltéis nunca. Mi intención es, siempre, seros leal no defraudaros nunca. Muchas gracias, de todo corazón.

Maestras y maestros: prestidigitadores, magos blancos de futuro