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NUEVATRIBUNA.ES/ L.M.- 07.01.2010

Desnudos, inseguros, o, quizás, ambas cosas. El debate sobre la seguridad planea sobre los aeropuertos de todo el mundo, después del atentado fallido el día de Navidad en el vuelo Ámsterdam-Detroit. Los nuevos escáneres corporales suscitan una discusión que enfrenta, por un lado, a los defensores del derecho a la intimidad y, por otro, a quienes ven un mal menor en los exhaustivos controles. Tampoco faltan dudas sobre la eficacia de estas máquinas. Ni recelos sobre el negocio que se abre para un puñado de grandes empresas, en nombre de la seguridad,.

El pasado día de Navidad, el nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab intentó detonar una bomba compuesta por explosivos plásticos y líquidos, unos materiales que no pueden ser descubiertos por los detectores de metales, presentes en la mayor parte de los aeropuertos. La intentona ha devuelto al primer plano el uso de tecnologías que podrían violar la intimidad de los pasajeros. Basadas en microondas, las nuevas máquinas son capaces de generar una imagen fiel del cuerpo desnudo de los pasajeros.

Hace unos meses llegó a plantearse incluso la implantación de unos escáneres con la potencia suficiente para indagar en el interior del cuerpo de los pasajeros, gracias al uso de rayos X. Actualmente, por razones médicas, su uso parece descartado. Sin embargo, Reino Unido, Holanda, Nigeria y Canadá ya han anunciado que obligarán a los pasajeros a someterse al escaneo de máquinas de microondas, que desnudan a los pasajeros.

Estados Unidos utiliza desde hace tiempo los escáneres por microondas. Sin embargo, para salvaguardar la intimidad de los pasajeros, estas máquinas difuminan la cara de los pasajeros escaneados. En la mayor parte de los casos, los vigilantes ni siquiera ven la reproducción del cuerpo desnudo de los pasajeros. Únicamente en caso de que la máquina detecte alguna irregularidad, se alerta a los vigilantes, que examinan personalmente las imágenes del cuerpo de los pasajeros.

Los encargados de seguridad del aeropuerto de Schiphol (Amsterdam), desde donde partió el ciudadano nigeriano que intentó hacer explotar la bomba en el vuelo de Northwest Airlines, se han apresurado a encargar los nuevos escáneres de microondas. Su director de seguridad, Ron Louwerse, asegura que espera obtener pronto el permiso para usar estas máquinas, tras ajustar su funcionamiento, que antes permitía “detectar si se trataba de un hombre o de una mujer”.

El problema es que los escáneres tradicionales sólo detectan metales, con su tecnología basada en los rayos X de baja radiación. Esta limitación impide detectar explosivos plásticos o líquidos, entre otras amenazas. En cambio, los de microondas sí pueden detectar objetos extraños en el cuerpo y los que se hayan escondido bajo la ropa.

Louwerse aclara que el aeropuerto de Ámsterdam decidió, por motivos de salud, no usar un tipo de escáner que, también basado en rayos X, permite ver a los pasajeros prácticamente desnudos y revela los objetos tragados o escondidos en el interior cuerpo.

UN ESFUERZO BALDÍO

La Asociación de Libertades Civiles de América considera inútiles los nuevos escáneres de microondas. Además de alertar contra la posible invasión de la intimidad, la asociación indica que "los explosivos plásticos se pueden esconder de ellos del mismo modo que se pueden esconder explosivos guardados en diversas oquedades corporales, algo que Al Qaeda enseña como método para cometer ataques".

Además, la nueva tecnología plantea dudas sobre su utilización con niños, cuya intimidad se protege con especial celo. Según Privacy International, “el despliegue de esta tecnología se ha parado recientemente en el aeropuerto de Manchester (Reino Unido) porque los escáneres violaban las leyes de protección de los niños al desnudar electrónicamente a niños y jóvenes. Y ha habido llamamientos del Parlamento Europeo para prohibir el uso de esa tecnología", añaden.

Otras personas prefieren, sin embargo, el escaneo electrónico a métodos que consideran más humillantes para el pasajero. Entre ellas, Silvia Frutos, que describe en un periódico su experiencia tras someterse a cacheo minucioso en Nueva York. “En mi modesta opinión, que alguien desconocido introduzca sus dedos pulgares por debajo del sujetador y rodee los senos de una persona que lo único que intenta es coger un avión, viola más la intimidad que cualquier escáner”.

En este sentido, el Gobierno español ha defendido la nueva tecnología que, según el ministro de Fomento, José Blanco, contribuirá a mejorar la seguridad aeroportuaria “facilitándoles la vida a los pasajeros”. El ministro prefiere esperar, sin embargo, a recibir instrucciones de la Unión Europea. El ejecutivo comunitario estudia hoy la implantación de las nuevas máquinas, que fueron rechazadas en 2008 por el Parlamento Europeo por la posible violación de los derechos ciudadanos.

La implantación de la nueva tecnología supondrá un elevado coste. Así, un escáner corporal cuesta fácilmente más de 100.000 euros, mientras que un detector de metales tiene un precio inferior a los 10.000 euros. Un negocio muy boyante, que se repartirá entre un puñado de empresas de seguridad, dispuestas a proporcionar decenas de miles de detectores, que podrían implantarse, no sólo en los aeropuertos de todo el mundo.

Desnudos o inseguros