sábado. 20.04.2024

Decían las señoras de Mingote que, “Diga lo que diga el Papa, al cielo, lo que se dice al cielo, seguiremos yendo los de siempre” como demostración de que los católicos españoles tienen un más amplio y profundo conocimiento de lo que “Dios manda”que cualquier otro grupo, Dios incluido. También Fernando Díaz Plaja se hacía eco de la postura de los sectores más conservadores cuando el Papa relajó las medidas de estricto ayuno antes de la comunión y la respuesta de las beatas fue un claro “si el Papa se quiere condenar, que se condene: nosotras seguiremos comulgando en ayunas”.(Edicto de Pio XII)

El Sábado día 11 de diciembre, la Vicepresidenta del Gobierno de España Yolanda Díaz se entrevistaba con el Papa en una audiencia que la secretaría de comunicación del PP calificaba de “reunión de comunistas” asumiendo el punto de vista propio de las huestes de Carlos María Isidro de Borbón y su cruzada anti francesa. El PP de hoy se suma a los sectores ultraconservadores del Vaticano y cuestiona, de principio a fn,el papado de Francisco I, demasiado proclive a guiños proletarios y poco favorable a la tradicional postura vaticana, esa que tan bien representaban Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Es curioso que ambos Papas visitaran España con frecuencia y afición mientras que el actual, argentino y castellano parlante, prefiera mantenerse alejado de una Conferencia Episcopal que reconoce como enemiga y que se alinea con aquellas facciones vaticanas próximas a proclamar su anatema contra el hereje Francisco. La Iglesia Católica mantiene, respecto  al original - o supuestamente original - mensaje de Jesús sobre la pobreza, una postura nada ambigua: tampoco hay que ser estrictos y tomarlo todo al pie de la letra, no fastidiemos, que luego pasa lo que pasa. Nunca esa corriente de estoicismo y de excesiva sobriedad ha permeado las curias con facilidad y han sido muchos los quemados en la hoguera de los herejes por levantar la bandera de “la Iglesia de los pobres”. La cosa no ha cambiado demasiado y Francisco ha sido declarado, hace años, como persona non grata para esos sectores más tradicionales.

Y ahora llegamos a la audiencia de un Papa con alguien que, desde su origen comunista, puede hablar de la dignidad del trabajo y que lo hace desde un gobierno que, ni mucho menos, se ha mostrado beligerante con respecto al Vaticano: mantiene un Concordato que no se ajusta  a la legalidad constitucional y no ha desmantelado las inmatriculaciones realizadas en su propio beneficio por la Iglesia española, también inconstitucionales. Muchos tenemos unas ganas enormes de acabar con estos beneficios ilegales, pero este gobierno de “comecuras” no ha hecho nada y a la derecha se le olvida que Franco tuvo mucha contestación entre muchos curas que formaron, acogieron y convivieron con  jóvenes de izquierdas seducidos por el mensaje de pobreza de aquellos que sí se comprometieron con los pobres. 

La derecha española pasa por encima de aquellos años 60 y 70; de la teoría de la liberación y de todo lo que no sea el apoyo a los ultraconservadores del estilo del Opus Dei de Escrivá de Balaguer o Legionarios de Cristo con los que convive en paz y cordialidad: esa es SU Iglesia, la de verdad, la de toda la vida y nunca,jamás, SU Iglesia puede sentarse tranquila con una comunista, heredera de la quema de iglesias y conventos en el 36. La derecha española quiere recrearse eternamente en esos obispos que, brazo en alto, saludaban a Franco en sus paseos bajo palio.Ese es su espacio, el terreno conocido donde ellos mandan y gobiernan el destino de todos, como Dios manda. 

Cuando la dinámica de la Iglesia inició el cambio requerido por el concilio Vaticano II, las relaciones del régimen y la curia cambiaron significativamente y es notorio que Franco y Pablo VI no podían ni verse y que Franco lo consideraba enemigo de España. La cosa, como se ve, viene de largo y era 1963 cuando Emilio Romero se permitía el lujo de titular uno de sus editoriales como “Tontini” en referencia al Papa Montini. De Tarancón al paredón y los guerrilleros de Cristo Rey se podría hablar largo y tendido.

Hubo muchos de aquellos curas obreros y obispos que,como Tarancón, no se plegaron a las exigencias del Nacional Catolicismo, pero claro: nunca fueron considerados como “de los nuestros” por aquellos que, desde siempre, se han reservado un sitio en la mesa de los poderosos, allí donde, según nos contaron, jamás estuvo Jesús.

La derecha española y “SU” Iglesia