jueves. 28.03.2024

La última semana en nuestro país, por desgracia, hemos podido comprobar que aún no estamos tan alejados de las repúblicas bananeras.

La endogamia en diferentes sectores hace que no logremos quitarnos la caspa y las actitudes clasistas por parte de elites que han gozado hasta ahora de privilegios y a las que no le apetece ni lo más mínimo rendir cuentas a nadie.

En muchos de mis artículos he criticado la actitud de virreyes en la diplomacia española en el exterior, con altos mandos de apellidos larguísimos que hacen de sus consulados generales un obstáculo para la ciudadanía en vez de ofrecer servicios de manera fácil y eficiente. La judicatura parece que comparte ciertos hábitos y costumbres con parte de la diplomacia.

Gran parte de la ciudadanía española que vivimos en el exterior estamos acostumbrados a desgobiernos y a actitudes vergonzosas por parte de mandatarios y los diferentes estamentos. Aparte de los habituales al otro lado del Atlántico, Reino Unido por ejemplo, es un país que va cuesta abajo y sin frenos, pero resulta asombroso que en España se estén creando crisis con el único fin de aquel “a rio revuelto ganancia de pescadores” 

La guerra abierta entre judicatura y ejecutivo ha vuelto a mostrar las costuras de un trabajo inacabado cuando se decidió el proyecto de país hace décadas

Tenemos un grave problema en nuestra democracia cuando hay partidos que deciden deslegitimar a ciertos partidos a la vez que blanquean una dictadura con cientos de miles de desaparecidos y asesinados a sus espaldas. 

Los partidos a los que se intenta deslegitimar han reconocido errores en su pasado y cuando ha tocado han perdido perdón públicamente… hay parlamentarios que por otro lado se vanaglorian y hacen apología abierta del franquismo y en Europa sus partidos estarían ilegalizados.

En la guerra actual hay una parte que nos representa directamente a la ciudadanía que decidimos con nuestro voto el reparto de escaños, y la otra parte la componen señores y señoras con apellidos compuestos y que a pesar de llegar a la magistratura y deberse a una imparcialidad muestran unas formas bastante poco democráticas.

Si encima hay partidos animándolos a que sigan adentrándose aun más en la ilegalidad entonces podemos dividir la culpa entre magistrados indignos y partidos antidemocráticos.

La parte afectada quizás ha pecado de inocente y deberían haber dado el golpe en la mesa una vez los plazos se cumplieron y quizás esa tibieza a la hora de actuar deba ser también apuntada como parte del problema.

La democracia en nuestro país ha de ser protegida y ninguno de los tres poderes puede estar secuestrado con fines torticeros y desde una posición que decide que partidos pueden o no llegar a ciertos estamentos.

Hay parlamentarios que por otro lado se vanaglorian y hacen apología abierta del franquismo y en Europa sus partidos estarían ilegalizados

Teniendo gobiernos regionales con xenófobos y misóginos de vicepresidentes no estamos para que nos dé nadie lecciones de legitimidad.

Todo se puede solucionar a base de votos, aunque será muy lentamente.

En las próximas elecciones tendremos muchos nuevos votantes, entre los que tendremos muchos españoles que obtendrán la nacionalidad a través de la Ley de Memoria Democrática, así como aquellos que han cumplido los 18 años recientemente. 

Muchos puede que desconozcan la historia desde la transición y no podrían nombrar a 3 presidentes de nuestro país, pero el voto, como debe ser, vale exactamente lo mismo venga de quien venga. 

Mucha de la nueva ciudadanía española migrará en dirección opuesta a la que hicieron sus abuelas o abuelos, y lo harán en este caso, al igual que sus ascendientes, debido a la falta de democracia, capacidad de progresar o de derechos en los países en los que viven… y sin duda alguna han de ser parte activa en la elección de la España que queremos y que represente una España alejada de la que obligó a sus familias a salir del país hace décadas. 

La guerra entre judicatura y legislativo esta semana deja más claro la necesidad de posicionarse de un lado o de otro.

Mucha de la nueva ciudadanía española migrará en dirección opuesta a la que hicieron sus abuelas o abuelos, y lo harán en este caso, al igual que sus ascendientes

Nunca he visto un gobierno que haya intentado alargar su legislatura de manera irregular y parece que las normas y leyes que rigen al Tribunal Constitucional no les afectan y son “muy listos y listas” como para encontrar las triquiñuelas para quedarse en sus puestos y solo elegir nuevos y nuevas miembros si el ejecutivo es de su mismo color.

Pero el problema de fondo está en que las reglas que se hicieron a prisa y corriendo, a veces con la amenaza de “no salir en la foto” y quedarse fuera de un primer borrador de la Constitución, nos han dejado en muchos aspectos un sistema que cruje y permite que líderes de partidos se salten la decencia y la ética para intentar mantener un poder a través de no soltar asientos en otros estamentos. 

La Constitución de 1978 representaba a una población que estaba dividida entre los que no querían perder los privilegios otorgados en la dictadura y los que se conformaban con cualquier cambio que pareciera que nos acercaba a la democracia.

Esta semana en reunión con la Secretaria de Estado de Migraciones, Isabel Castro, abrimos el melón de la circunscripción exterior y sin llegar a explicar su punto de vista personal o el del Gobierno, se nos presentó una odisea con un camino largo y tortuoso y con dificultad para lograr el apoyo suficiente que permitiera un cambio de tal envergadura. 

Parece que da igual si en el resto de los países de nuestro entorno ya se contempla la representación directa de la emigración en escaños, o si vamos a superar los 3 millones en los próximos meses.

Los cambios cuando son necesarios se hacen y si el actual Gobierno es capaz de llevar a cabo cambios legislativos para frenar el secuestro del poder judicial, a pesar de la presión desde medios, partidos, lobbies de presión y parte de la ciudadanía, no hay nada que pueda parar las demandas para lograr cambios de igual calado en nuestras instituciones (todas) y salvaguardar una democracia que por lo que estamos viendo no es plena. 

¿La democracia en España está totalmente evolucionada?