viernes. 29.03.2024
deberes

Los niños y las niñas que viven en “contextos letrados” se desenvuelven mejor en todas las escuelas del mundo mundial

Como soy una maestra progre, celebro que CEAPA haya abierto sin tapujos el debate de los deberes. A ver si así nos aclaramos.

Pienso que hay que tener tiempo para jugar libremente, para aburrirse, para compartir con la gente, para moverse mucho. Considero contraproducente el estrés a que sometemos a nuestro alumnado. No es bueno que lo académico, a menudo abstracto, con sus valores de clase, de etnia y de género invada todo el espacio familiar y quite valor a lo cotidiano, lo diverso, al trabajo, al cuidado, a lo concreto. Sobre todo estoy en contra de que los deberes refuercen la desigualdad de clase, cosa que, en general, hacen.

Como soy una maestra entrada en trienios, discrepo, sin acritud, respecto a su propuesta de boicot, también de su propuesta de prohibición.

A menudo he tenido presiones de familias porque no ponía suficientes deberes, y por eso la escuela no tenía nivel. Y otras que no querían deberes abiertos (entrevistas, encuestas, observación del natural…), porque no sabían decir si lo que entregaban estaba “perfecto”: les gustaban más las multiplicaciones largas. Otras no quieren ninguno.

No estoy para bandazos, que tengo las lumbares mayores. La educación quiere mucho equilibrio y mucha humildad. Lo humano es así, perfectible porque es imperfecto. Lo mejor es enemigo de lo bueno.

A falta de algo mejor, creo que algunos deberes son buenos; solo algunos y si son pocos. Pollino que me lleve y no caballo que me arrastre.

Como soy antigua, creo que las personas tenemos Derechos porque tenemos Deberes, en mayúscula. Los deberes, en minúscula, nos enseñan algo de esto y es bueno que lo hagan: responsabilidad personal, planificación y perseverancia, metas a largo plazo, resiliencia ante la dificultad o la frustración, estrategias de estudio sin apoyo.Somos sujetos de la educación propia, más cuanto más maduros. Cuidado no vayamos a tratar al alumnado, y mucho menos a sus progenitores, como consumidor de educación, que el mundo mercantilista este nos lleva a tonterías así.

El sujeto de la educación es a la vez singular y plural. La singularidad se nutre del grupo y el grupo de lo individual. La educación se hace con personas que colaboran. Malo sería que la escuela fuera estanca. Hay deberes que sirven para dar valor a lo familiar, lo vecinal, al trabajo, a los cuidados, a lo cultural, a las doscientas lenguas y culturas que conviven en nuestros barrios; a las de cada uno y de cada una.Esto es un tesoro que debe entrar en la escuela para que sea menos clasista, menos machista, menos racista y mucho más sabia y más justa.Si no lo reconocemos, lo excluimos: carne de abandono escolar. El reconocimiento funciona en los dos sentidos. Cuando tu madre encuentra interesante eso que estás aprendiendo, lo aprendes mucho mejor, ¿no? No se lo neguemos. Qué tristeza.

Algunos deberes sirven para aplicar lo aprendido en las clases al mundo no escolar. Esto da sentido, valor y proyección. Que el aprendizaje sea significativo es la única manera de que sea aprendizaje. De otro modo, las criaturitas tienen dos circuitos paralelos: en el cole las cosas caen según las leyes de Newton y en casa cae más deprisa la que más pesa.Y las paralelas solo se cruzan cuando nos rompemos la crisma en un frenazo. Pobre Newton, incomprendido.

Cuidado con Finlandia. No tienen apenas deberes pero leen en familia, leen en las bibliotecas públicas, leen en los centros comerciales, leen mucho. Hay una correlación espectacular entre el número de libros que se leen una casa y el éxito escolar de su prole. Los niños y las niñas que viven en “contextos letrados” se desenvuelven mejor en todas las escuelas del mundo mundial.  El tráfico de lecturas entre la casa y el colegio es una palanca y un placer compartido: mucho más que deberes.

Y por último, no vayamos a hacernos trampas al solitario.

No vale denostar los deberes escolares para hacer otras tareas igualmente redundantes, académicas e invasivas, además de caras. Al salir del cole, no puedo hacer deberes porque hago inglés, solfeo, y deporte de alta competición… menudo negocio para el bienestar de las criaturas. Pero da estatus. ¡Ay, lo que podemos imponer a los niños y las niñas por un poco de estatus!

En el contexto de la LOMCE y las reválidas que no hemos tumbado todavía, no vale que el pijerío tenga deberes y profesor particular y la clase trabajadora no tenga ni deberes, ni ayuda, ni tenis, ni inglés en Irlanda, ni siquiera una calle segura para jugar.Me fastidia, pero los deberes a destajo, al borde de lo inhumano, han puesto a Corea, Shangai, Singapur, Honkong y Taipei en cabeza del ranquin de PISA. Por delante de Finlandia. Me gustó la expresión de William Deresiewicz, la educación de élite produce borregos excelentes. Con estatus. Eso sí.

No me gustaría entrar en la guerra de los deberes.

Se ha abierto el debate, pues debatimos y nos aclaramos. Pero acordamos y no mareamos a los chavales con desautorizaciones mutuas.

Es nuestro deber de mayores. Tenemos deberes.

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