jueves. 25.04.2024
etica

La ética de mínimos está en relación con las reglas y comportamientos mínimos de convivencia que nos sirven a todos en diferentes círculos sociales y culturales, no importando en que parte del mundo estemos. Los deberes y derechos mínimos que incluye se plasman en ética de justicia y dan soporte al denominado "momento deontológico" de la ética.

Su basamento es que: ante la imposibilidad de poder implantar principios éticos con validez universal, no nos queda otra que acordar unos principios mínimos; eso sí, mínimos pero que todos los podamos compartir y que sean el fundamento de la convivencia.

Las características de la ética de mínimos son: un ideal de justicia, que su validez sea universal, con un mínimo exigible a todo ser racional, que sea un deseo general de todas las culturas y sobre todo que favorezca la relación con los demás miembros de un grupo o de una sociedad.

No se trata de recabar de la ética una respuesta material. Se trata de dilucidar desde qué actitud podemos hacer frente a estas cuestiones, si es que deseamos comportarnos como seres humanos

Al ser una ética de justicia se ocupan del aspecto universalizable del fenómeno moral, exigible a cualquier ser racional, en relación a sus deberes. La ética de mínimos permite según algunos autores construir una ética de la convivencia democrática donde se comparten los mínimos por todos, y se toleran los máximos que se profesan (pluralismo moral); aplicar esos mínimos al ámbito de las profesiones y construir una ética universal, desde las exigencias universalizables de la justicia.

Nos vamos a quedar con el concepto de pluralismo moral, para analizar nuestra premisa de partida: ¿Qué ocurre cuando se pierde la ética de mínimos?

Según Adela Cortina la desaparición del código moral único y el nacimiento del pluralismo van exigiendo de la ética una nueva contribución. Como reflexión que se pretende filosófica, no adscrita a código moral alguno, la ética -la filosofía moral- se ve impelida a extraer las consecuencias que para los problemas de la vida cotidiana tiene la fundamentación que proponga. Problemas como la guerra o el hambre, la eutanasia y el aborto, la destrucción de la ecosfera, la organización de una sociedad del ocio, la manipulación genética, la moral científica, la violencia o la desobediencia civil, exigen de la filosofía moral que, desde su presunta racionalidad, contribuya a esclarecer la deliberación y la acción.

No se trata de recabar de la ética una respuesta material. Se trata de dilucidar desde qué actitud podemos hacer frente a estas cuestiones, si es que deseamos comportarnos como seres humanos.

De ahí que la pregunta previa a toda respuesta material, la gran pregunta que la ética tiene hoy planteada, sea la siguiente: si, una vez separada la moral de la religión, podemos -sin embargo- seguir discerniendo los rasgos de una actitud más humana que otras.

Cuando se pierde esta ética de mínimos comienzan a aparecer en nuestra sociedad una inversión de patrones de conducta, padres que denuncian por violencia de sus hijos a ellos y reclaman órdenes judiciales de alejamiento, destrucción de mobiliario público por el simple placer de destrozarlo, profanación de sitios sagrados como lugares de culto (de diversas confesiones) en pos de una “nueva modernidad”. Pérdida del respeto de mínimos a las estructuras jerárquicas democráticas, etc…

Para finalizar querría recordar a S. Freud en su libro el Malestar de la Cultura, creo yo que de rabiosa actualidad y que animo a leer, en el cual el padre del psicoanálisis refería que sin represión, entendida como un introyección de la norma en una cultura determina, era imposible el desarrollo de esa cultura. Como ejemplos de introyección de la norma de una cultura basten estos dos extremos: Los semáforos en rojo no se saltan y los templos sagrados, no se profanan.

Creo por tanto, que nuestra sociedad a nivel individual y a nivel grupal debe reflexionar sobre ¿Qué ocurre en nuestra sociedad cuando se pierde la ética de mínimos?

¿Qué ocurre cuando se pierde la ética de mínimos?
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