viernes. 26.04.2024
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Dicen las malas lenguas que Cristiano no es feliz. Incomprendido en un país de envidiosos, quizás, su futuro esté fuera del césped.

“Me envidian porque soy guapo y millonario”. Y encima alto y moreno. Viéndole en la publicidad de calzones y colonias es posible que nada se le haya perdido corriendo detrás de un balón.

Has cruzado la treintena y tus fuerzas pueden flaquear. ¿Qué se te ha perdido superando estadísticas o acumulando balones de oro? Siempre te van a comparar a ese diminuto argentino que nunca le meterá ocho goles al Español en una misma temporada, parece decirle su asesor de comunicación. Olvídate de correr diez kilómetros por partido para que tus compañeros ni siquiera te sigan, incapaces de estar a tu altura. Observa tu última presentación de una colonia. Nada de esfuerzo físico más allá de un buen baño y una visita a tu estilista y a tu sastre. Decenas de focos, cientos de periodistas, miles de minutos en los magazines deportivos de todo el mundo. Ahí está el futuro.

Llevas razón, parece contestar el jugador. Sin tanto derroche físico mi imagen estaría en todas las pasarelas de los aeropuertos y en las perfumerías más exclusivas. Ahí sabrán apreciar la belleza de un cuerpo esculpido en el Olimpo, cual nuevo Delio, en lugar de abuchearme por marcarle el cuarto gol al odioso Atleti en la final de mi querida Lisboa. Ni siquiera en el Bernabeu han sabido reconocer mis méritos decorando la rampa del estadio con estatuas de mármol de Carrara cual si de un paseo romano se tratara, parece pensar dejando volar su imaginación. Una con la pelota; otra como discóbolo; otra con la jabalina…y así hasta diez emulando al mismísimo Fidias.

Está hecho. Pasaremos de estar en la mente de algunos cientos de millones de aficionados a ocupar los sueños de millones de adolescentes de todo el mundo. Las mujeres pensando en abrazarte allá por donde viajes. Y los hombres buscando esculpir su físico a tu imagen y semejanza, parece indicarle su asesor. Hay un hueco en el alma de los cinéfilos desde la muerte de Rodolfo Valentino. Nadie ha ocupado su lugar de latin lover desde entonces. Piensa que estamos en el siglo del mestizaje y hace falta un ídolo moreno para contrarrestar tanto actor anglosajón.

Llevas razón, parece contestar el jugador. Viajando por todo el mundo nadie se atreverá a criticar mis viajes amorosos en mi jet privado. Al fin y al cabo lo pago con mi dinero, no hago nada ilegal ni ofendo a nadie. Quien se meta con mi vida privada merece ir a los tribunales porque yo no me meto en la de nadie. ¿Y cuál sería mi nombre artístico?

Está chupado: Ronaldo Valentino, parece decirle su asesor. Además, ya tengo el personaje ideal para tu debut. Simbad el Marino vestido como un califa y con un Rolex en la muñeca emulando aquella famosa foto de Rodolfo que sólo supo llevar un reloj vulgar. El director adecuado podría ser Oliver Stone.

Pero en el mundo actual no nos permitirían semejante licencia.

Cómo que no. Naturalmente, entre otras razones porque nosotros produciríamos la cinta. Te sobran millones para pagar la primera película. Las multinacionales que te apoyan se encargarían de la distribución mundial.

Okey, okey. Anunciaré a mi presidente que me retiro este verano antes de arrastrarme por esos campos de Dios.

Y de esta manera, los feligreses del fútbol se quedaron huérfanos del jugador más modesto que los siglos nos han deparado. Colorín colorado, este cuento se ha acabado.Hala, a ser felices.

Cristiano Ronaldo Valentino
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