sábado. 20.04.2024
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Foto: Iñaki Chaves

Cuando la epidemia de gripe H5N1 azotó el mundo, el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Dr. Lee Jong-Wook, enfatizó en el Consejo Directivo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de septiembre 2005, sobre el riesgo de "no tomar en serio la amenaza de la pandemia de la gripe aviar, y que no prepararse apropiadamente, tendría consecuencias catastróficas". También resaltó que una pandemia mundial "no puede encontrar a ningún gobierno desprevenido" y “que todos los países también deben tener una estrategia en la política de comunicación, estando preparados para informar al público sobre la pandemia, sobre qué está pasando y qué hacer".

¿Por qué hago en la introducción de este artículo énfasis en este relato? Pienso que en los aspectos que voy a analizar en este artículo, los comportamientos sociales agresivos en las grandes pandemias, este aspecto de la política de comunicación ocupa un papel esencial.

Un comportamiento agresivo desde una perspectiva etológica, se describe como una conducta animal dirigida a amenazar o a tratar de amenazar, provocando un daño a otro animal. En el resto del mundo animal esta conducta es instintiva, pero en los seres humanos, estas conductas además de un componente instintivo, pueden tener un carácter intencional de dañar o destruir al otro, dejando al margen comportamientos como los dirigidos a obtener un beneficio. Es por tanto, desde la perspectiva social (el ser humano es social por naturaleza), que un comportamiento agresivo es básicamente intencional.

Una de las hipótesis más sólidas de la génesis de la agresividad, desde el punto de vista psicológico, es la de la frustración-agresión. Los postulados básicos de la hipótesis frustración-agresión plantean que la agresión es siempre consecuencia directa de una frustración previa y a la inversa, la existencia de una frustración siempre conduce a alguna forma de agresividad: Esta hipótesis ha tenido distintas revisiones, pero esto es su contenido esencial.

En una gran pandemia, como la que vivimos, cada vez vemos más en las tertulias televisivas, en las redes sociales y en las sesiones recientes de nuestro parlamento, un nivel alto de comportamientos agresivos verbales, con el aparente propósito de hacer daño al otro y con una clara intencionalidad de solo actuar en beneficio del ideario que cada cual defiende.

Y en la sociedad, ¿qué ocurre cuando la política de comunicación es errante, dubitativa e improvisada? Pues claramente desde la hipótesis agresividad/frustración, se desencadenará una respuesta emocional con un comportamiento agresivo, posiblemente instrumentalizado, en esta sociedad. Ejemplo de ello son entre otras, las tensas tertulias en medios de comunicación, los comunicados en las redes sociales y la imagen tan poco edificante que se realiza por parte de los grupos políticos en las sesiones parlamentarias de las últimas fechas.

En la valoración del riesgo psicosocial en una pandemia hay un elemento fundamental, la indignación, que es el conjunto de factores que hace que la población se enoje, esté furiosa o al menos con un cierto grado de desasosiego.

Los expertos muchas veces no analizan con la debida atención lo que genera esta indignación; por otro lado, la población habitualmente o con cierta frecuencia, no entiende o no está de acuerdo con la información y las valoraciones proporcionadas por las autoridades gubernamentales y los técnicos que les asesoran.

La OPS/OMS en 2016 sobre la comunicación en pandemias, en este caso la gripe aviar, refiere: “La comunicación de riesgo es esencial para proteger la salud mental de las personas, así como crear un clima de confianza mutua entre la comunidad, autoridades y comunicadores. La información al público sobre las posibilidades de enfrentar una epidemia no es una opción, sino que es una medida que se debe tomar siempre, especialmente cuando existe una amenaza real. Las razones son claras: a) la comunidad puede colaborar con los esfuerzos oficiales del gobierno y demás instituciones; y b) Una vez que comience la epidemia las personas informadas podrán actuar de manera más apropiada y protegerse mejor a sí mismos y a su familia".

Asimismo, en este documento, las recomendaciones en estrategias de la pandemia de la gripe aviar fueron: “El disponer de una información veraz, transparente, adecuada y oportuna es vital para la contención emocional de los familiares y mantener la calma en la población. Las autoridades y 15 líderes comunitarios deben estar preparados para ofrecer información directa ya sea individual o en grupos, así como para responder preguntas y disponerse a la búsqueda de soluciones. Los medios de comunicación se caracterizan por una dualidad en su naturaleza, por un lado son empresas comerciales de carácter lucrativo y por otro tienen una enorme responsabilidad social por el servicio público que brindan. Las informaciones sobre catástrofes como las pandemias pueden ser usadas potenciando y manipulando el interés morboso del público. Sin embargo, hay que insistir en que los medios de comunicación deben contribuir responsablemente a la tranquilidad ciudadana ofreciendo noticias veraces y equilibradas que orienten correctamente”.

Para finalizar mi análisis de esta realidad, que hubiera deseado como tantos españoles, no haber tenido que vivirla y sufrirla, querría referir una frase de F. Nietzsche: “El que dice una mentira no sabe a la tarea que se enfrenta, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de la primera”.

Comportamientos agresivos en las pandemias recientes: de la gripe aviar a la COVID-19