viernes. 19.04.2024
aquiles

La mitología griega ha servido de apoyo para la nomenclatura de numerosos complejos psicológicos. Así nos encontramos con el complejo de Aquiles. 

Aquiles en la mitología griega provenía de una extraña unión entre la naturaleza humana y la divina, por ello era un semidiós. Su padre Peleo fue un héroe mortal que se casó con la diosa Tetis. Esta diosa era de tal belleza que fue cortejada por Zeus y por Poseidón. Zeus a través de un oráculo fue avisado de que Tetis tendría un hijo tan poderoso que podría destronar a su propio padre. Por esa razón se le permitió a Tetis casarse con un mortal.

Los problemas empezaron desde el mismo día de la boda de Peleo y Tetis. En el banquete surgió una disputa provocada por Eris, diosa de la discordia, entre las diosas Hera, Atenea y Afrodita, que a la postre marcaría el final de Aquiles.

La infancia de Aquiles estuvo marcada por el abandono de su madre, que volvió al Olimpo con los demás dioses, esto forjó el carácter de Aquiles, que a su fuerza descomunal unió el odio y la violencia que en él generó el abandono de Tetis.

Esta reflexión de A. Einstein la comparto totalmente: “Solo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera”

Su madre antes de abandonarlo lo sumergió en las aguas de la laguna Estigia, agarrándolo por el talón del pie derecho, de ahí que esa parte del cuerpo de Aquiles no sumergida, su talón, fuese su única debilidad física.

Durante la guerra de Troya, Paris hijo del rey y protegido de Afrodita, clavó una flecha envenenada en su talón, que acabaría con la vida de Aquiles.

A partir de esta historia mitológica la psicología utilizó a este personaje para hablar de aquellos desajustes en la personalidad en sujetos que tratan de ocultar sus debilidades a través de un comportamiento que raya con la heroicidad.

Este complejo es básicamente un miedo al fracaso, a ser rechazado, a la crítica de otros, a que nos dejen de amar, a perder el trabajo… Por tanto, es el miedo a perder el control sobre uno o más aspectos de nuestra vida.

El complejo de Aquiles es solo la punta del iceberg de una gran inseguridad personal, mal compensada por ese estereotipo de “superman” que muestra el sujeto. Esta inseguridad viene marcada, como en el caso de Aquiles, por un sentimiento abandónico de la figura materna en la infancia del sujeto.

Los mecanismos de defensa psicológica en este síndrome son colindantes con los del narcisismo. Freud en su obra Introducción al Narcisismo aboga por que el núcleo del narcisismo está en la inmortalidad del YO que la realidad niega. El sujeto con síndrome de Aquiles, en su forma colindante con el narcisismo, solo busca en sus conductas cuasi heroicas, su gloria personal. Es el prototipo del individualismo, afronta sin demora estar al frente del ejército en la batalla, pero hace la guerra por su cuenta. El afán de Aquiles metafóricamente hablando es ser el mejor de la batalla y tener la muerte más gloriosa. Se siente imprescindible, cuanto más se le necesite mayor será su gloria. Esta actitud del sujeto con complejo de Aquiles hace que le importe poco el sufrimiento y el destino de los demás.

En la sociedad neocapitalista que vivimos tenemos numerosos ejemplos de esta tipología, por ejemplo en el mundo de la política, véase el presidente de Estados Unidos, D. Trump, que explica entre otras de sus acciones, su posición ante la pandemia del COVID 19, que especialmente se ve  a la salida de su ingreso hospitalario, en contra del alta médica, por infección del coronavirus. Recuerden el comportamiento de otros líderes políticos como el presidente Jair Bolsonaro de Brasil o el primer ministro inglés Boris Johnson.

Por último, esta reflexión de A. Einstein, que comparto totalmente: “Solo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera”.

El complejo de Aquiles o mito de Supermán