martes. 23.04.2024
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En la mitología griega Dafne era una dríade o ninfa de los árboles, hija del dios río Ladón con Gea. Dafne tuvo una penosa historia de amor con el dios Apolo. Esta historia de amor entre Apolo y Dafne tuvo su comienzo cuando Eros lanzó una flecha de oro a Apolo para que se enamorara de Dafne. Eros estaba muy indignado con Apolo por haber hecho éste mofa de su fama de arquero. Apolo se sentía muy orgulloso de haber matado a la serpiente Pitón con una flecha, de lo que se jactó ante Eros, éste en venganza, además de lanzar una flecha a Apolo, lanzó otra con punta de plomo para Dafne, flecha destinada a que Dafne huyera de Apolo, el cual inició una persecución agobiante para Dafne. Ante esta situación persecutoria Dafne pidió ayuda a su padre, el dios río Ladón, quien la convirtió en árbol, en un laurel. Desde entonces este fue el árbol sagrado para Apolo, quien utilizó el laurel para adornar su lira de siete cuerdas. Desde entonces a los militares vencedores se les coronaría con hojas de laurel.

En Psicología se habla de complejo de Dafne para referirnos a un trastorno en el que la mujer tiene un miedo insuperable a la penetración, angustia de penetración, en el coito.

En el origen de este complejo, más frecuente en mujeres jóvenes, pero no únicamente, están distintos factores precipitantes. Principalmente, una educación religiosa demasiado estricta, ausencia de una mínima educación sexual, malas experiencias en las primeras relaciones sexuales, falsas creencias sobre la sexualidad y antecedentes de violencia sexual.

Como datos epidemiológicos daré estos dos: En primer lugar, aproximadamente el 5% de las consultas al sexólogo, en el sexo femenino, es por temor a las relaciones sexuales. En segundo lugar, una encuesta realizada en EEUU en la Universidad de Indiana refiere, entre otros resultados, que solo el 18% de las mujeres obtienen placer con la penetración.

Este miedo puede llegar a provocar lo que se ha denominado ansiedad sexual, es decir ante una relación sexual completa, la mujer puede sufrir síntomas como palpitaciones, sensación de dificultad respiratoria, sensación de mareo o inestabilidad en la marcha, sudoración, sequedad de boca, tensión cervical o dolor abdominal entre otros.

Este problema no es menor para la persona que lo padece, por tanto su abordaje especializado es la única posibilidad de superarlo. Muy pocas veces este trastorno por su curso natural se resuelve. De una manera divulgativa decir, que excepto en casos de excepcional gravedad, con técnicas cognitivo/conductuales, en especial técnicas de exposición y relajación, este trastorno tiene muy buen pronóstico. Estudios recientes también dan buenos resultados con técnicas de mindfulness.

Por último, compartir esta reflexión de Voltaire: “una de las supersticiones del ser humano es creer que la virginidad es una virtud”.

El complejo de Dafne