viernes. 29.03.2024
Tamaños de cerebros

También sabemos que el cerebro es el órgano del cuerpo que requiere más energía: supone sólo el dos por ciento de la masa corporal pero consume el 25% de la energía y además no deja nunca de funcionar. Una teoría sostiene que el que nuestros antepasados empezaran a cocinar la comida permitió el crecimiento y desarrollo de nuestra especie.

Los alimentos cocinados proporcionan más energía que crudos según el estudio de Rachel Carmody.

Las teorías tradicionales afirman que fue el alimentarse con carne, que tiene muchas más calorías que una dieta a base de tubérculos lo que inició grandes cambios en la anatomía de los homínidos, pues no fue necesario que los dientes y el intestino fueran grandes para poder masticar y digerir comida tan variada como raíces, tallos, hojas, frutos y diferentes tipos de carne. Además la mayor cantidad de calorías que aporta la carne permitió alimentar a las neuronas y que el cerebro pudiera crecer.

La influencia de la cocina en la evolución humana fue defendida por Richard Wrangham en 1999 y detallada en su libro Catching fire: how cooking made us human (2009). Richard es un científico británico experto en primates que fue alumno de Jane Goodall y amigo de Dian Fossey a quien ayudó a  establecer su fundación para proteger a los gorilas de montaña y que en la actualidad trabaja en la universidad de Harvard, EEUU.

Según Richard Wrangham fue el poder cocinar la comida, tanto carne como vegetales, lo que unido a la mayor nutrición de la carne permitió el desarrollo de la humanidad porque la comida cocinada era más fácil de digerir y alimentaba más. Sin embargo, su hipótesis no fue aceptada porque como se ha dicho antes se tiene constancia del crecimiento del cerebro en los últimos dos millones de años pero no se ha comprobado que se supiera controlar el fuego desde hace tanto tiempo ni hay pruebas de que los alimentos cocinados proporcionen mayor aporte energético. Por el contrario sí se han encontrado en lugares habitados por nuestros antecesores en estos últimos dos millones de años abundantes huesos de animales con marcas de herramientas de origen humano con las que se les había atacado, desollado y partido, lo que indica que los homínidos han añadido carne a su dieta desde entonces.

Los alimentos cocinados permitieron añadir cuatro o cinco horas diarias más a la caza al reducir el tiempo que se tarda en comer según Richard Wrangham.

Afortunadamente para su teoría, en los dos últimos años algunas cosas han empezado a cambiar: en un estudio realizado en 2011 por Rachel Carmody y el propio Richard Wrangham se proporcionaron tubérculos y carne, la dieta típica de los cazadores recolectores, a unos ratones; se les dieron alimentos enteros, triturados y  cocinados, pesaron la comida que se les daba y midieron la energía que consumían y las variaciones producidas en la masa corporal de los ratones. El resultado fue que triturar la comida aumentaba la ganancia neta de energía pero cocinarla tenía un efecto mucho mayor.

Esta validación de la mayor eficiencia energética de los alimentos cocinados se vio completada en 2012 por cálculos realizados por Karina Fonseca-Azevedo y Suzana Herculano-Houzel científicas de la universidad federal de Río de Janeiro, en Brasil, quienes mostraron que proporcionar a un cerebro de tamaño humano las calorías que precisa exigiría muchas horas comiendo alimentos crudos.

Richard añade que un primate del tamaño de los primeros homínidos emplea la mitad del día en masticar comida; cocinar la carne y los vegetales facilita la absorción de los alimentos por lo que se puede comer más deprisa lo que a su vez da más tiempo para dedicarse a la caza y así poder mejorar la nutrición.

En una entrevista concedida a Kate Wong y publicada en el número de septiembre de 2013 de la revista Scientific American Richard explicó que los humanos en todas partes usan el fuego y que sin él no habrían sobrevivido pues al dormir en el suelo habrían sido una presa fácil para sus enemigos. Por otro lado le sorprende que dos especies tan parecidas como el hombre y el chimpancé tengamos una dieta tan diferente: él ha estado probando las mismas cosas que comen los chimpancés que estudiaba y se ha encontrado con que su comida es seca, con mucha fibra, poco aporte alimenticio y difícil de digerir, además de tener con frecuencia muy mal sabor y por eso le pareció obvio formular su teoría de que cocinar los alimentos que encontramos en la Naturaleza tiene un efecto importante.

Eduard Punset entrevistó también en 2008 para su programa Redes a Richard Wrangham.

Queda pendiente la demostración de que el fuego podía usarse para cocinar ya en los tiempos en los que se empezó a comer carne para poder asociar el cocinado de los alimentos al consumo de carne como motores del desarrollo del cerebro y con él de la aceleración de la evolución humana.

Curiosamente Richard Wrangham es vegetariano.

La cocina influyó en la evolución humana