martes. 19.03.2024
CLAUDIA ORTIZ

“Basta de tenerle miedo al feminismo”

“Las feministas no estamos dispuestas a ocupar solo los espacios que nos cedan, sino a conquistar los nuestros, propios, a exigirlos. Vamos a combatir el patriarcado donde quiera que se encuentre porque aún son muchos más los desafíos que las conquistas... El feminismo en Cuba necesita convertirse en un movimiento popular"

 Claudia Rafaela Ortiz abrazó el feminismo desde la impotencia que provoca la violencia feminicida. A sus 23 años, esta periodista nacida en Baracoa, en la provincia más oriental del país, y recién graduada de la Universidad de La Habana, piensa Cuba desde la izquierda.
Asegura que su país no está exento de machismo, “ni lo está nuestro proyecto social”. Para ella es necesario “entender que no hay construcción posible de una sociedad alternativa y mejor sin la incorporación del feminismo como herramienta política, de lucha, y como metodología social y pedagógica”.

“Basta de tenerle miedo al feminismo, de las tergiversaciones por desconocimiento, somos un movimiento que no está exento de contradicciones, pero que le es absolutamente orgánico e imprescindible al socialismo”, dice Claudia.

¿Qué significación le confiere a los 16 Días de activismo mundial por la no violencia de género?

La violencia de género se ejerce muchas veces como último reducto de poder, y es por ello que es una violencia multiplicada. Uno de los principales aportes de la episteme feminista es que identifica las relaciones de poder dadas en los espacios personales como una extensión de las grandes estructuras sociales y políticas. Por ello, la lucha por la no violencia de género es también una lucha política, porque enfrenta una violencia estructurada.

Los 16 días de activismo mundial en contra de la violencia de género me parecen un escenario importante para generar campañas encaminadas a lograr conciencia sobre el problema, a construir y promover un sujeto colectivo que identifique a la violencia de género y la combata; como parte de una desconstrucción social sobre las maneras injustas y opresivas de relacionarnos, que es necesaria.

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Para el contexto cubano la pelea también es importantísima. No tenemos suficientes estadísticas públicas sobre violencia de género, ni tampoco sabemos por qué. Estas pueden darnos herramientas para diseñar estrategias de pedagogía social encaminadas a atender ese problema, con énfasis en las zonas y comunidades más vulnerables. Muchas feministas trabajan con segmentos de información y estimados a partir de las informaciones que se generan en redes sociales y por conocidos sobre feminicidios, violaciones, acoso, pero no es suficiente. Necesitamos el apoyo y la concientización gubernamental.

También otros tipos de violencia son invisibilizadas en el discurso, como los micromachismos y la violencia simbólica, la violencia obstétrica, la violencia económica, entre otras. Por ello necesitamos una sensibilidad gubernamental feminista, transversal y radicalizada, que trabaje junto a los activismos ya surgidos. Ambos campos tienen acumulados importantes que pueden retroalimentarse.

El movimiento feminista ha sido protagonista de la conceptualización, sensibilización y respuesta a la violencia machista ¿Cómo ha sucedido en Cuba?

La concientización sobre la violencia de género como uno de nuestros problemas más urgentes como sociedad es una lucha que encabeza desde hace años el movimiento feminista cubano, y aunque han ido alcanzando pequeñas victorias, siento que existe también una necesidad de acelerar ese proceso, que no depende totalmente de nosotras.

Es necesario que la Federación de Mujeres Cubanas, que también se inserta en la lucha por la no violencia de género, comience a entenderse y articularse con las iniciativas feministas cubanas, que incorpore dentro de su programa algunas de las demandas de estos movimientos, como los refugios para mujeres violentadas, una acción que ya no puede esperar más. El problema de la vivienda en Cuba es un tema sensible, y están muriendo mujeres violentadas porque no tienen para dónde ir, ni una red de apoyo concientizada. Solo con apoyo institucional puede hacerse efectivo la idea de los refugios.

¿Cuáles serían las acciones que propondría para seguir avanzando en la respuesta a la violencia de género en Cuba?

También se habla de llevar a la mesa de debate una Ley integral contra la violencia de género, de que el feminicidio se tipifique en el Código Penal, que se comience a hablar y a penalizar la violencia obstétrica, que la educación sexual en las escuelas sea integral e inclusiva, que reconozca a las diversidades sexuales, y tenga un enfoque de género.

Comencemos a hablar de acoso laboral, de pedofilia socialmente permitida, de violencia económica, de la vulnerabilidad de las mujeres en los contextos rurales, de violencia simbólica, incluso en los medios de comunicación, desde la reproducción de estereotipos o la no representatividad trans. Que comiencen a capacitar a funcionarios públicos y a las autoridades sobre estos temas, para que no se enfrenten con un sesgo machista a la resolución de los problemas o en la toma de decisiones. El nuevo programa para el adelanto de la mujer contempla algo sobre el tema.

Estamos en un punto en el que la colectivización de los liderazgos nos va a permitir generar acciones más transversales, la vanguardia no puede ser exclusiva de las élites políticas o académicas, existe la necesidad de construir unidad entre las colectivas. El contexto lo amerita.

El socialismo va sobre todo de personas, y si un proceso de lucha social no es capaz de autocrítica, nunca podrá aspirar a ser coherente. Mientras se sigan desconociendo o temiéndole a las feministas, o reconociéndolas solo en espacios académicos y no populares, la lucha social no estará completa. El feminismo en Cuba necesita convertirse en un movimiento popular.

¿Cuándo y por qué comenzó a identificarse como feminista?

Identificarme como feminista fue un proceso. Hace tres años más o menos una amiga periodista, Dailene Dovale, me habló propositivamente del tema, porque le interesaba. Pero entonces no me atreví a asumir una militancia feminista por el sesgo incorrecto y generalizado de que los feminismos son una manera de polarización.

Unos meses después mi mamá, también periodista, desarrolló una investigación sobre violencia de género en Baracoa, de donde soy, un pueblito hermoso y escondido de Guantánamo. Entonces choqué por primera vez con la impotencia, la rabia, la necesidad de colocarme los espejuelos feministas para ver, entender, contar el mundo, y con todo el dolor y la injusticia que hay detrás de las relaciones sociales patriarcales, donde las mujeres nos llevamos la peor parte. Y siento que las mujeres rurales aún más.

¿Cómo sientes que eres mirada en los diferentes espacios en Cuba cuando te declaras feminista?

Las campañas para desacreditar a los movimientos feministas son muy fuertes, y logradas: las locas, las problemáticas, las brujas, las que marchan con las tetas descubiertas, las llenas de pelo, las “marimacho”, las gordas o las feas resentidas con el canon, muerte al macho, lo quemamos todo. Esto no solo es muy desagradable, sino que además instrumentaliza nuestra lucha, reduciéndola a un símbolo estético, o a acciones concretas por lo general violentas, cuando la diversidad de luchas y maneras de encausarlas responde a la diversidad de mujeres que se identifican y asumen el feminismo.

Esas descripciones no son más que fake (falso presupuesto o falsedad). Hay mucha, pero mucha gente, que en su vida no ha leído sobre feminismo más que los memes machistas de Facebook y cuestiona todo lo que significa o propone el feminismo, bien por esas campañas antifeministas o defendiendo sus privilegios. Eso me entristece. Todo el que crea en la igualdad debería acompañar al feminismo.

Yo he aprendido con el tiempo a desaprender el lenguaje sexista, a no reírme de los chistes sexistas, a deconstruir los estereotipos sobre los sexos, a no tolerar la violencia del tipo que sea, a identificar y dialogar sobre los micromachismos implícitos en un montón de cosas, y es un proceso que no termina.

El feminismo solo ha venido a hacerme más feliz, más segura, más fuerte, más valiente, más sorora, más decidida. Por eso creo que el feminismo le hace falta a todo el mundo, a los hombres incluso.

Sí, me miran con extrañeza cuando me asumo como feminista frente a los demás. Me sucede poco, porque he ido sacando gente tóxica de mi vida, pero cuando me sucede estoy dispuesta a dialogar. Nosotras no tenemos que educar a nadie, pero a veces hay que tener paciencia y empatía para acompañar a la gente buena.

¿En cuáles espacios, proyectos o área del conocimiento, consideras que realizas una labor feminista?

Soy periodista, quisiera creer que puedo formarme todos los días un poquito más para seguir problematizando desde el feminismo cada texto o trabajo que escribo, aunque algunas veces sea implícito ese enfoque.

También milito desde hace dos años en un proyecto de formación y participación política, y organizamos una escuela de feminismo popular, la Berta Cáceres, que hacemos en dos partes, y en donde trabajamos con actores, mujeres, sobre todo, de la comunidad, de una manera más práctica e intuitiva, aunque también lleva formación, y reunimos de igual forma a activistas feministas consolidadas para generar un espacio más teórico, resultados que serán volcados a todas las experiencias del proyecto.

No llevo un trabajo sistemático en las redes, pero me gustaría en algún momento desde las narrativas hipermedias y el periodismo trabajar más para y con públicos adolescentes y sus identidades digitales. Aunque la verdad lo que más ansío es desde el voluntariado poder colaborar con proyectos o iniciativas encaminadas a ayudar a mujeres víctimas de violencia de género, que creo son espacios que se están pensando y madurando en Cuba, y a los que me voy a acercar, también desde el deber militante.

Las feministas no estamos dispuestas a ocupar solo los espacios que nos cedan, sino a conquistar los nuestros, propios, a exigirlos. Vamos a combatir el patriarcado donde quiera que se encuentre porque aún son muchos más los desafíos que las conquistas.

Si en el proceso de lucha social no respeta y desarrolla el feminismo, lo denunciaremos. La revolución será feminista o no será. (2020)

Foto: SemMéxico. Fuente : Amecopress

“Basta de tenerle miedo al feminismo”