martes. 23.04.2024
Esta imagen de Sara Montiel ilustraba una información sobre la visita de la actriz manchega a la Mostra de Venecia en 1958. A la izda. se ve tal y como apareció en la revista turca Hayat; a la dcha., como apareció en la española Primer plano.

Las sociedades occidentales, más o menos avanzadas y democráticas, asumen el consenso de que la libertad de prensa y la ausencia de censura son imprescindibles y deben contar con el máximo grado de protección y respeto. Una prensa libre, responsable y dedicada por completo a informar al ciudadano con absoluta independencia, es algo que necesitamos, que nos hace mejores, más libres y más conscientes de nuestra propia libertad y de nuestros deberes como ciudadanos.

¿A que ha quedado bonito? Pues ahora vamos a ver lo que está pasando y de lo que nadie quiere hablar y que los medios evitan afrontar por la razón que sea, que uno no termina de conocer las verdaderas razones que acomodan lo que, desde mi punto de vista, es una apatía mortal.

Cuando Miguel Angel Aguilar puso negro sobre blanco la incoherencia de tener a grandes empresas en los consejos de administración de los medios que debían informar sobre su papel en la sociedad, fue fulminado de manera inclemente, prueba inequívoca de que lo que denunciaba era un peligro para la libertad de información y de opinión.

Esa situación no sólo no ha cambiado sino que se ha agravado y son cada vez más habituales los nombramientos e incorporaciones que levantan nuevas dudas sobre la independencia de los periodistas, esos que deberán informar de las andanzas o desmanes de sus “jefazos”. Mala cosa.

Pero es que además, en los últimos años, las ediciones digitales de esos mismos medios deben pasar la censura, sí CENSURA, económica de Google, dueño y señor de las inversiones publicitarias y árbitro todopoderoso que determina lo que es digno o indigno de recibir las inversiones publicitarias que él controla y administra. Si él determina que el contenido de la página no es el adecuado, el dinero de la publicidad no llegará a los editores, lo cual es lo mismo que decir que morirán de inanición. Como estos chicos son tan honestos, no ocultan que, básicamente, hacen lo que les da la gana con las campañas gestionadas a través de su plataforma. Si alguien tiene dudas, por favor que visite esta página y se caerá del caballo camino de la realidad.

Veamos algunos ejemplos de los contenidos que serán objeto de censura:

Para que nadie dude, lo explican claro: Las restricciones del editor identifican el contenido que no puede recibir ciertas fuentes de publicidad.

1º .- Contenido sexual es contenido que contiene desnudez. Esto hubiera sido el paraíso de los censores franquistas. Ojo, que como los encargados de decidir  son máquinas, la maja desnuda de Goya, los cuadros de Klimt y miles de otras obras de arte, contenidos médicos que hablen de patologías etc, quedarán CENSURADOS.

2º.- Promueve la mercancía sexual. Ejemplos : juguetes sexuales, lubricantes personales, herramientas para mejorar los genitales. Es decir: todo lo que tenga que ver con la educación sexual; ayudas a patologías o disfunciones etc, CENSURADO.

3º.- Contenido impactante:Es contenido que contiene imágenes o relatos espantosos, gráficos o repugnantes. Ejemplos : sangre, vísceras, sangre derramada, fluidos sexuales, desechos humanos o animales, fotos de la escena del crimen o del accidente. Relatos o imágenes de tiroteos, explosiones o bombardeos; vídeos de ejecución ¿Alguien me puede decir cómo un medio de comunicación puede informar sobre una guerra y enviar periodistas a cubrir la actual guerra de Ucrania si no va a poder tener ingresos publicitarios? La guerra, los actos terroristas y la información de sucesos, será CENSURADA.

Podría seguir, pero como he puesto en enlace a la página de Google donde explican todas sus limitaciones/CENSURAS, cada cual puede investigar por su cuenta si así lo desea.

Por si el papel de Google (y otros) no fuera trascendente, también las marcas pueden utilizar la taxonomía de Google para rechazar los contenidos que no les gusten, aunque la compra la realicen a través de otras plataformas. En resumen: lo que nos amenaza en el futuro es una internet censurada y plagada de risueños y tiernos gatitos que viven en los mundos de Yupi, allí donde manan la leche y la miel y los justos sonríen en la contemplación beatífica de los grandes amos del cotarro.

Sinceramente, el futuro empieza a dar un poco de miedo.

La censura silenciosa