viernes. 29.03.2024
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Son muy famosos los castillos del Loira y hay muchísimos. Aquí os presento los que para mí son los más representativos.

¿Me acompañas?

CHATEAU DE CHAMBORD

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El castillo de Chambord es el anticipo del palacio de Versalles y ejercía una gran influencia sobre Luis XIV, quien lo frecuentaba muy a menudo para presenciar las representaciones de las nuevas obras de Moliere

Situado al oeste de Orleáns, es el más grande y quizás el más conocido de los castillos del Valle del Loira. Fue el primero en el que se organizó un espectáculo de luz y sonido. Antiguo coto de caza de los condes de Blois, fue transformado por el rey Francisco I convirtiéndole en la más suntuosa de las grandes residencias renacentistas.

El magnífico parque es un vestigio del antiguo bosque, en el que el rey cazaba gamos y jabalíes. Su superficie de 5.500 ha justifica una visita exclusiva. La parte oeste está abierta a los visitantes, que pueden observar desde cuatro plataformas a los jabalíes que acuden a comer durante el crepúsculo. Se puede oír bramar a los ciervos en la época de celo una vez caída la noche.

El diseño original del castillo fue realizado por el arquitecto italiano Domenico da Cortona, pero fue cambiado durante los veinte años de su construcción (1519-1539). Se piensa que Leonardo da Vinci participó en el diseño original, siendo invitado por el rey Francisco I. Da Vinci vivió y trabajo allí los últimos tres años de su vida, falleciendo en 1519.

Para construir Chambord, Francisco I agotó las arcas reales y las de numerosas iglesias. Comenzado en el año 1519, el exterior se terminó en 1537, pero la residencia no se finalizó realmente hasta 1545, dos años después de su muerte.

Francisco I, que estuvo preso en Madrid tras su derrota en la batalla de Pavía, quiso invitar a Chambord a Carlos I. Éste visitó el castillo en el año 1539, quedando muy impresionado.

El castillo de Chambord es el anticipo del palacio de Versalles y ejercía una gran influencia sobre Luis XIV, quien lo frecuentaba muy a menudo para presenciar las representaciones de las nuevas obras de Moliere.

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Destacan ocho torres inmensas en el castillo de Chambord, tiene 440 habitaciones, 365 chimeneas, y 84 escaleras. Cuatro vestíbulos rectangulares (uno por cada planta) situados en el centro del edificio. Dentro del torreón, en el cruce de los grandes vestíbulos perpendiculares a los que dan los aposentos, nos encontramos con uno de los aspectos arquitectónicos más novedosos y más famoso entre el gran público, es la hélice doble de la espectacular escalera abierta donde la gente puede ascender y descender al mismo tiempo sin toparse con la otra persona. Tiene estas escaleras un decorado esculpido y es una de las obras maestras del Renacimiento francés.

El castillo es un cuadrilátero en cuyo interior se sitúa el torreón contra el lado norte. La silueta de este castillo es elegante, de relumbrante piedra blanca, no nos hace pensar para nada en una fortaleza militar, y su diseño decididamente renacentista rechaza la concepción feudal del castillo con un cuerpo central cuadrado y fortificado, flanqueado de cuatro torres de ángulo.

Hay una galería que une el torreón con la capilla, fue empezada por el rey Francisco I, pero no se terminó hasta la orden dada por Luis XIV. Esta capilla presenta unas dimensiones excepcionales, puesto que ocupa dos pisos.

castillo2El castillo de Chambord nunca estuvo tan habitado como durante el Siglo de las Luces. Para hacerlo más confortable, según el gusto de los criterios de confort de la época se buscan volúmenes reducidos para la creación de recámaras, techos rebajados, chimeneas, empotradas en las grandes chimeneas del siglo XVI. (En la imagen: Torres de Chambord).

Hay que pasar por el cour d´honneur (patio principal) para acceder a la torre del homenaje flanqueada por la capilla a la izquierda y por los apartamentos reales a la derecha. La mayor parte del mobiliario desapareció durante la revolución, pero los aposentos reales de Luis XIV, en el primer piso de la torre, presentan un magnifico artesonado del siglo XVIII.

Se encuentra la famosa escalera de doble revolución en el centro de la torre del homenaje. Sus dos espirales concéntricas se enrollan entre sí de tal manera que dos personas que suben y bajan al mismo tiempo no se cruzan; un artificio que facilitaría las aventuras extramatrimoniales tan habituales durante el Renacimiento.

Antes de culminar en una espiral única, la escalera desemboca en la terraza, otra joya del castillo. Esta extraordinaria azotea constituye un espectáculo único: decorado con chimeneas, cúpulas, torrecillas, linternas y escaleras secundarias. Además, esta azotea permitía pasar revista a las tropas y observar con detalle el desarrollo de las maniobras militares, así como la salida y llegada de las cacerías reales.

Durante más de ochenta años después de la muerte de Francisco I, los reyes franceses siguientes no le dieron atención al castillo dejando que se deteriorará con el paso del tiempo. Finalmente, en 1639 el rey Luis XIII se lo dio a su hermano Gastón d'Orléans, quien evitó que el castillo cayera en la ruina restaurándolo.

CASTILLO DE AMBOISE

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Es un castillo que domina desde un promontorio el río Loira a su paso por Amboise.

Este castillo fue destruido varias veces por los normandos. Amboise fue integrado en los bienes de la casa de Anjou antes de pertenecer a la casa de Amboise-Chaumont y de pasar en el año 1422 al vizconde de Luis de Thouars como una herencia.

En el año 1431, Louis d'Amboise participa en un complot contra Louis de la Trémoille, favorito del rey Carlos VII, por lo que es condenado a muerte. Posteriormente, se perdona la pena, pero su castillo es confiscado para el disfrute del rey de Francia.

En el siglo XVI, Amboise conoció su máximo esplendor cuando vivieron en él dos príncipes. Francisco I uno de los grandes mecenas reales que conocieron las artes, y su invitado Leonardo da Vinci, que murió allí en el año 1519.

La mayor parte del castillo fue derruido bajo el imperio napoleónico, conservando no obstante, las estancias del rey de estilo gótico y construido por Carlos VIII en el siglo XV. Fue aquí donde se arrestó, en el año 1560, a decenas de aristócratas protestantes, mientras que sus soldados, uno por uno, fueron colgados de los hierros de un balcón del castillo a medida que iban llegando para presentar una petición al rey. Suele enseñarse el lugar donde fueron colgados los cadáveres de los 1.200 conspiradores.

Contigua a la estancia del Rey, la tour des Minimes es famosa por su ancha rampa, en pendiente tan ligera que los caballeros subían por ella a las terrazas del castillo. Desde lo alto se disfruta de una vista extraordinaria del río Loira y del tristemente balcón.

Más alejada del río, la capilla de Saint Hubert (del año 1491) es un admirable ejemplo de gótico flamígero, especialmente por la calidad de sus esculturas que decoran la entrada.

Fue edificada sobre una gran roca entre 1491 y 1496, situada fuera del cuerpo del castillo, tiene como tema la caza (San Huberto es el santo patrón de la caza). El dintel de la puerta de entrada de la capilla es una representación del santo en una cacería. Esta capilla formaba parte integrante del castillo y en ella se encuentra la tumba de Leonardo da Vinci, si bien está vacía, pues fue profanada durante la revuelta de los hugonotes.

Francisco I pasó allí su infancia y reordenó el ala Luis XII. Invitó a Leonardo da Vinci, que permaneció en Amboise, en el llamado Castillo de Clos-Lucé, una mansión situada cerca del castillo, desde 1516 hasta su muerte el 2 de mayo de 1519. Se construyó un pasaje subterráneo, para la comunicación entre ambos sitios. El gran pintor fue inhumado en la capilla de San Huberto.

Hay dos grandes torres circulares con rampas cubiertas en forma de caracol que permiten el acceso fácil de los caballos y de las carretas desde el nivel del Loira hasta la cota del castillo, esto es, a unos 200 metros

.El interior del castillo está parcialmente amueblado, aunque no con los objetos originales; éstos desaparecieron cuando el edificio fue convertido en cuartel y más tarde en fábrica de botones.

Se accede a la gran torre redonda por una rampa en espiral, más que escalera, ya que fue diseñada para subir caballos, siendo lo bastante ancha como para que entre un coche pequeño. Se deben recorrer sus jardines ver la capilla de St Hubert, donde podremos contemplar las tallas de la Virgen y el Niño, Carlos VIII y Ana de Bretaña.

La última residencia de Leonardo fue el Clos Luce que es un edificio de ladrillo rojo y piedra blanca situada ligeramente al sudeste del castillo. Se dice, que Francisco I tenía la costumbre de ir a Clos Luce a través de un pasadizo secreto que se comunicaba con el castillo.

Las habitaciones de esta mansión están decoradas con auténtico mobiliario renacentista y la cocina se distingue sobre todo por su monumental chimenea. En el sótano hay una fascinante exposición con cuarenta maquetas de invenciones de Leonardo.

portadaDentro del castillo está el ala llamada “de Carlos VIII”, también de estilo gótico tardío, que comprende las viviendas del Rey y de la Reina.

Sin embargo, el ala construida por Luis XII es de estilo renacentista. Esta ala es perpendicular al ala de Carlos VII.

(En la imagen: Portada de la capilla de Saint Hubert).

Existe un parque en la terraza, donde se encuentra un busto de Leonardo da Vinci y un memorial de Abd al-Qadir, fallecido en Amboise durante su cautividad. En el año 1847, el emir Abd al-Qadir jefe de la lucha contra la colonización francesa en Argelia, se rinde ante las autoridades francesas, y en 1848 es encarcelado en el castillo, hasta que Napoleón III le concede la libertad en el año 1852.

Carlos VIII murió allí, el siete de abril de 1498, a la edad de veintiocho años, después de haberse golpeado en la cabeza con el dintel de una puerta, en el foso del castillo, mientras jugaba al jeu de paume.

El castillo fue el teatro de la conjura de Amboise en 1560, preludio de las guerras de religión.

A partir de Enrique III, las estancias reales se hicieron más escasas. Una gran parte del castillo fue demolida en el mismo reinado de Enrique III. Luis Felipe I heredó el castillo de su madre. Remodeló las antiguas murallas haciendo destruir las casas contiguas y redecoró el ala Luis XII.

CASTILLO DE CHENONCEAU

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Diana de Poitiers, la bella amante de Enrique II hizo dibujar los primeros jardines franceses y añadió un puente que unía el castillo con la orillar meridional del Cher

Conocido como el “castillo de las damas”,​ es de estilo residencial del siglo XVI. Situado al sur de Amboise, este castillo renacentista descansa sobre unos arcos que se asientan sobre el río Cher, utilizando sus tranquilas aguas como espejo de su perfecta belleza. El emplazamiento, los jardines franceses y la naturaleza exuberante del parque atraen a Chenonceau a muchos turistas. Thomas Bohier (fiscal general del rey) compró estas tierras en el año 1513, e hizo construir un edificio rectangular, flanqueado en las aristas por torres y torrecillas y constituye el cuerpo principal.

El castillo actual fue edificado sobre los pilares de un molino fortificado y del anterior castillo fortificado que se había comprado a la familia de los Marques. Este último fue derribado, a excepción de la torre del homenaje y del pozo adyacente.

El castillo presenta una planta cuadrada, con un vestíbulo central, al que se abren cuatro habitaciones, una por cada lado. Hay una capilla en la planta baja, junto con la habitación de Diana de Poitiers y el gabinete de trabajo de Catalina de Médicis. Desde el final del vestíbulo se accede a la galería que se encuentra sobre el río Cher.

La galería existente en la planta baja cuenta con un enlosado clásico en plan hipodámico, en forma de tablero de ajedrez en colores blanco y negro, siendo la parte del edificio, que durante la I Guerra Mundial albergó un hospital militar. Se encuentran en la planta baja igualmente la habitación de Francisco I y el salón de Luis XIV.

Merece la pena ver las cocinas que se encuentran ubicadas en los pilares del molino anterior a la construcción del castillo. Se encuentran dotadas de un muelle de acceso directo, lo que permitía la llegada de las mercancías a ellas destinadas en forma directa, sin tener que atravesar las dependencias nobles del castillo.

Las escaleras rectas y en dos tramos resultan accesibles a través de una puerta que se encuentra en medio de vestíbulo. En dicha planta encontramos de nuevo otras cuatro habitaciones: la habitación de las Cinco Reinas, la habitación de Catalina de Médicis decorada en verde, la habitación de César de Vendome y la habitación de Gabrielle d’Estrées, la favorita de Enrique IV de Francia.

Diana de Poitiers, la bella amante de Enrique II hizo dibujar los primeros jardines franceses y añadió un puente que unía el castillo con la orillar meridional del Cher.

castillo8Se accede a este jardín a través de la casa del Regidor construida en el siglo XVI, al pie de la cual se encuentra un embarcadero, adornado por una viña, un acceso indispensable para todo paseo sobre el río. Se encuentra en el centro un surtidor de agua, con un diseño sorprendente para la época. El chorro de agua brota de una gruesa piedra tallada en consecuencia y recae “en gavilla” hacia un receptáculo pentagonal de piedra blanca.

El jardín de Diana de Poitiers se encuentra protegido de las posibles crecidas del río por medio de unas terrazas elevadas sobre el mismo, desde las cuales se puede admirar una espléndida vista sobre los jardines, sobre sus parterres floridos y sobre el propio conjunto del castillo. La decoración de los jardines se efectúa mediante un diseño de ocho triángulos de césped, con unas volutas floridas de 3.000 m de longitud.

Catalina de Medicis, viuda de Enrique II fue la siguiente propietaria del castillo. Hizo trazar el parque y edificar sobre el puente la elegante galería que confiere al castillo su característico perfil.

El jardín de Catalina de Médicis se encuentra al lado oeste del castillo, es de una concepción más intimista, y se encuentra construido en torno de un estanque central. Está rodeado por un foso que se alimenta con las aguas del río y delimita su perímetro por el este. Un muro de yedra marca el límite del jardín por su zona norte, quedando el conjunto del jardín formado por cinco paneles de césped agrupados alrededor del estanque central, estando el césped adornado por bandas de lavanda.

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Los jardines del castillo cuentan por otra parte con un laberinto, siendo el actual una reconstrucción del existente en tiempos de Catalina de Médicis. ​ El laberinto tiene forma circular, ocupa una superficie de más de una hectárea, y está formado por unos dos mil tejos recortados en forma de seto a 1,30 m de altura. Un carpe rodea el laberinto, recortado en forma de setenta arcos diferentes, en cuyos huecos se insertan boj y yedras.

En el centro del laberinto existe una glorieta sobre elevada, que permite la vista del conjunto del laberinto, y que está confeccionada en mimbre, junto a una estatua de Venus. Se encuentran en el laberinto las cuatro cariátides que Catalina de Médicis añadió a la fachada del castillo y madame Pelouze retiró en el curso de la reconstrucción que dirigió.

En el transcurso de la II Guerra Mundial, la resistencia utilizó la galería del castillo de sesenta metros de largo como vía de escape, pues atravesaba la línea de demarcación que separaba la zona ocupada por los alemanes de la zona libre.

Chenonceau es más un palacio que una fortaleza

Debemos contemplar los impresionantes tapices flamencos que cuelgan en “la salle de gardes”, en la planta baja del cuerpo principal, así como el bajorrelieve de mármol que representa la Virgen con el Niño en la capilla contigua y la chimenea esculpida en la habitación de Diana de Poitiers. Su retrato, realizado por Primaticcio adorna la habitación de Francisco I. Entre las obras expuestas en las galerías se encuentran algunos cuadros de Rubens, Nattier y Rigaud.

Chenonceau es más un palacio que una fortaleza. Antes de entrar debemos dar una vuelta por la derecha del edificio principal y admirar su arquitectura delicada y serena, el cuidado del jardín y el río que destella bajo los arcos. En el interior podremos contemplar techos espléndidos, chimeneas monumentales y auténtico mobiliario de la época. Entre las pinturas que adornan las paredes hay cuadros de Rubens, Andrea del Sarto y Correggio.

En la visita a las habitaciones debemos contemplar el encantador retrato de la antigua propietaria Madame Dupin, obra de Nattier. Gracias al afecto que Madame Dupin inspiraba a sus vecinos proletarios, el castillo y sus tesoros sobrevivieron intactos a la revolución.

Les recomiendo leer “El menage a trois de Diana de Poitiers” de Edmundo Fayanás con este título, búsquenlo en google.

CASTILLO DE VILLADRY

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En el año 1905, el médico español Joaquín Carvalla y su esposa la rica heredera norteamericana Ann Coleman compraron esta propiedad e iniciaron un largo proceso de restauración

Situado al oeste de Tours, este castillo es de estilo renacentista tardío y es uno de los últimos que se construyeron en la zona del río Loira. Su concepción refleja los gustos de una corte parecida a la de París: pabellones cuadrados en sustitución de las torres cilíndricas, flanquean el edificio principal, y una galería con arcadas rodea el patio del castillo.

En Villandry ya existía un castillo en el siglo XII. Se vuelve a construir uno nuevo sobre la base del antiguo y perdurará hasta el siglo XV. Se reúne en este castillo el rey Felipe II de Francia en una ocasión con Ricardo I de Inglaterra para llegar a un acuerdo de paz. Del anterior sólo se ha mantenido la antigua torre del homenaje.

Adquirido a mediados del siglo XVI por Jean Le Breton, que era el Controlador General de Guerra de Francia bajo las órdenes de Francisco I. El castillo de Villandry fue terminado hacia el año 1536, del que también se conoce por sus frondosos jardines y fue el último palacio renacentista construido en las orillas del río Loira.

El castillo de Villandry permaneció en la familia Breton durante más de dos siglos hasta el año 1754 y luego pasó a ser propiedad del marqués de Castellane, el embajador del rey que procedía de una familia noble de Provenza. Construyó un estilo clásico y rediseñó el interior del castillo.

Durante la Revolución francesa, la propiedad fue confiscada y a principios del siglo XIX, Napoleón la compró para su hermano José que sería posteriormente rey de España en sustitución de Fernando VII.

En el año 1905, el médico español Joaquín Carvalla y su esposa la rica heredera norteamericana Ann Coleman compraron esta propiedad e iniciaron un largo proceso de restauración decorando el interior con un gusto exquisito, al estilo español de los siglos XVI, XVII y XVIII.

Salvó el castillo que estaba a punto de ser demolido. Dedicó una enorme cantidad de tiempo, dinero y devoción para repararla y creó los jardines que encontramos actualmente, en perfecta armonía con la arquitectura del castillo renacentista, los que muchos consideran como el jardín más hermoso de Francia.

El castillo cuenta con un interesante techo dorado, procedente de Toledo y una buena colección de pinturas de autores españoles.

Los jardines fueron replantados siguiendo un diseño geométrico riguroso en zigzag en cuyo interior había parterres de flores, parcelas de hortalizas y paseos de grava. El resultado es un aristocrático jardín a la francaise, el estilo del siglo XVI. Estos jardines, de estilo renacentista, incluyen un jardín acuático, flores ornamentales y una gran variedad de vegetación. Están distribuidos con patrones formales creados con arbustos pequeños.

Debajo de una avenida de 1.500 limeros cuidadosamente podados se halla un lago decorativo donde nadan los cisnes. Especialmente atractivo es el jardín aromático, donde las parcelas están pulcramente identificadas.

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Jardines del castillo

Escalonados en tres niveles, los jardines constituyen una muestra excelente del arte paisajístico del renacimiento francés; en ellos se combina la concepción geométrica de los jardineros italianos venidos a instancias del rey Carlos VIII y la tradición francesa de los jardines monásticos.

Se encuentra un jardín acuático en el nivel superior, en el nivel intermedio un jardín ornamental constituido por parterres de flores que ilustran alegorías del amor y de la música, y en el nivel inferior un huerto sorprendente, con nueve arriates cuadrados de hortalizas dispuestos geométricamente y rodeados de árboles frutales.

En el año 1934, el Castillo de Villandry fue designado un monumento histórico. La familia Carvallo todavía posee el castillo, que está abierto al público y es uno de los palacios históricos más visitados de Francia. El castillo está rodeado con árboles centenarios.

En el jardín abundan las dalias, rosas, myosotis, peonías, lirios, tulipanes y azucenas. En el sotobosque con unas dos hectáreas se pueden observar rosales silvestres, narcisos, ciclamenes o azafranes según las estaciones del año.

Cuatro Castillos del Loira