Carne de rescate

Hace unas semanas que he tenido la suerte de poder recuperar una afición marginada durante unos años por carecer de compañía para salir a la montaña. Como la Sierra de Guadarrama es un regalo que puedo disfrutar a sólo 20 minutos de mi casa, me gusta salir todos los fines de semana para ver qué tal siguen las peñas y los árboles que tanto han visto pasar junto a ellos.

Desde que era muy pequeño, mi padres, especialmente mi madre, me enseñaron a disfrutar de su enorme belleza y  también me inculcaron un enorme respeto por las reglas básicas de comportamiento a seguir para disfrutar con seguridad de los paseos, acampadas y caminatas que he podido realizar en la montaña. También tuve la suerte de pertenecer a un grupo de los Scouts de España (en su día ejercieron cierta oposición a la franquista OJE) donde remacharon esas reglas y ese respeto por el enorme poder que emana de la naturaleza cuando uno se haya en entornos desprotegidos y lejos de la habitual seguridad de los entornos urbanos.

Pues bien, en este reencuentro he podido comprobar la enorme ignorancia que domina las salidas de la mayoría de la gente sobre las reglas básicas que nos aseguran tanto el disfrute de la montaña como la vuelta a casa sin problemas y sin tener que acudir a los servicios de rescate;: servicios que si nosotros nos equivocamos y lo hacemos mal, deben poner su vida en riesgo para solventar nuestra estupidez.

En general, son muchos los madrileños que desprecian la mala leche que puede tener la Sierra de Guadarrama a la hora de complicarte, muy mucho, una apacible salida, pero aseguro que, en media horita, ese apacible paseo se puede convertir en un infierno de niebla, ventisca, frío y absoluta desorientación. Confiados en aplicaciones del móvil, me encuentro con gente joven que no saben explicar ni dónde están ni, mucho más sorprendente, cuál era el destino al que pensaban llegar. 

Esa gente, confiada en sus propias posibilidades y en la tecnología que desconocen, son carne de rescate y de generar muchos problemas, tanto a ellos mismos -allá ellos - como a los equipos de rescate que deben jugarse las narices para encontrar a los idiotas perdidos en la sierra. Y ese ya es otro problema mucho más gordo en el que todos deberíamos pensar.

Supongo que no servirá de mucho, pero me gustaría recalcar la necesidad de seguir estas reglas básicas que ayudarían a que la montaña volviera a ser un lugar seguro:

No salgas solo

Prepara el itinerario.

Utiliza el material adecuado.Ni chanclas ni bolsas de plástico entran en la categoría

Usa herramientas de orientación.

Aprende primeros auxilios.

Informa de tus planes a conocidos, Guardia Civil o servicios forestales de la zona: trayecto a seguir, destino y tiempo previsto.

Lleva la batería del móvil cargada.

Cuidado con las aplicaciones: no todo lo que ves es fiable.

Guarda fuerzas para el descenso o para la vuelta..

Recuerda que vas a disfrutar, no a pasarlo mal: ante la duda, no inicies o suspende.

Fedérate: te aporta un buen seguro de accidentes y de rescate

Ten pensado un plan B.

También es importante que los cambios de tiempo y temperatura no te pillen desprevenido, así que es bueno tener en cuenta la necesidad de contar con:

Calzado apropiado 

 Ropa de abrigo

Chubasquero

Gorra y protección solar

Mapa, brújula y GPS. Que te enseñen a usar un mapa y una brújula no está de más.

Cargador de batería 

Botiquín

Linterna o frontal

Silbato. Y por último, nunca debes olvidarte de llevar contigo enormes cantidades de sensatez y de respeto por la naturaleza, lo que incluye no dejar restos de tu paso: vuelve con todo lo que has llevado.

A disfrutar y no hacer el loco, que es peor para todos