jueves. 18.04.2024
futbolin

En estos tiempos en los que predomina el mensaje corto, modelo WhatsApp, hay explicaciones políticas que parecen inescrutables no tanto por su complejidad como por requerir una dimensión del mensaje no compatible con la duración que unas neuronas de tipo medio pueden admitir.

Pero esto tiene una solución. En el mundo del fútbol suelen explicar algo tan complejo como dar patadas a un balón con frases que destilan, a pesar de su sencillez, toda la filosofía acumulada durante siglos de maduración del cerebro humano. Yo, como politólogo preocupado, sobre todo, por la extensión de conocimientos, quisiera trasponer alguna de esas frases al ámbito de la ciencia política.

Por ejemplo, la frase más célebre del planeta fútbol, la inconmensurable "Fútbol es fútbol", viene a explicar lo inexplicable, es decir, aquello que solo tiene lógica en la consideración tautológica de que, eso, está explicado por la propia naturaleza de lo que ocurre en ese mundo. Así, si algunas cosas que tratan de explicarse con largos discursos plagados de términos seudo inteligentes se resolvieran con un simple "Política es política", estoy seguro de que todos lo comprenderían. Es algo así como decir: no se moleste usted en entenderlo, la política es así.

En forma parecida, en el discurso político suele usarse eso que se llama "tiki taka", es decir ese ejercicio balompédico que consiste en pasarse la pelota de unos a otros sin ningún resultado práctico hasta que el contrario, adormecido, se despista. ¿No les parece haber oído demasiadas veces una verborrea inútil que no conducía a nada práctico? Pues llámenle a eso "tiki taka" y todos entenderán de que se trata.

¿No les parece haber oído demasiadas veces una verborrea inútil que no conducía a nada práctico? Pues llámenle a eso "tiki taka"

Porque, en sentido contrario, siempre surge alguien que, rememorando a aquel mitológico Belauste en la Olimpiada de 2020, gritará, "A mí Sabino, que los arrollo". Es lo que algunos ejemplares, henchidos de fervor patriótico, ideológico, o de ambos a la vez, parece que gritan antes de proponer alguna cosa radical.

"Besarse el escudo" es una prueba de fidelidad a los colores que muchos futbolistas suelen hacer en ocasiones señaladas. Y, eso, con independencia del escudo que se estén besando, ya que el cambio de equipo es una actividad bastante usual entre profesionales de ese sector. También en el mercado político son frecuentes los cambios de equipo. Pueden llamarse tránsfugas o conversos, dependiendo del color del cristal desde donde se les mire, pero, en todo caso, se besarán el escudo con el mismo entusiasmo de un camisa vieja.

Esos mismos personajes harán una profesión de fidelidad y dedicación diciendo que están "dispuestos a dejarse la piel" en su empeño tal como cualquier futbolista haría en la defensa de sus colores. Es decir, "sudando la camiseta".

Hay gente obsesa de las encuestas que, cuando encuentran una que les favorece, corren a ponerse sus mejores galas pensando que ya está próximo el día que estrenen su nuevo cargo. A esa gente conviene recordarles que "el partido dura noventa minutos". También se les podría decir que "hasta el rabo todo es toro", pero tratándose la fiesta taurina de algo en decadencia, quizás no sea políticamente correcto.

Y luego, están esas frases de toda la vida que, cuando las pronuncia una figura del fútbol, adquieren verdadera notoriedad. Son cosas como "Es lo que hay", recientemente puesta de moda por un famoso equipo español venido a menos. En política es muy útil para explicar decepciones producidas cuando alguien comete, o dice, un disparate. "Es lo que hay", hay que recordar, y se puede agregar algo relacionado con la agricultura, como la imposibilidad de que un olmo suministre algún tipo de fruto impropio de su naturaleza.

En fin, espero haber colaborado al enriquecimiento del lenguaje político y, sobre todo, a mejorar su comprensión por los que, como yo, entienden mejor el futbol que algunas cosas de la política.


Ilustrísimo Sr. Cantó

Breviario futbolístico para usos políticos