viernes. 19.04.2024

loeches2‘La bicicleta’, escrito por Urbano Brihuega Moreno y editado por Queimada Editores nos cuenta la historia de Felipe Loeches Gimeno que fue fusilado a mediados de 1943, pero reposando la mirada en el hijo que le sobrevivió, Jesús Loeches, que tuvo que soportar el asesinato de su padre y toda la marabunta que asolaba a los familiares que les sobrevivieron.

El 25 de mayo de 1943 era fusilado en las tapias del cementerio de Madrid (del Cementerio del Este) Felipe Loeches. Junto a él eran ejecutados ese día 11 personas más: Francisco Alonso García, Juan Aguera Bello, Mauricio Díaz Garnacho, Eusebio García Terrero, Mauricio Garnacho Vos, Sixto Hurtado Hurtado, Francisco Prado Pérez, Francisco Rajado Pérez, Moisés Sánchez Gallego, Antonio Sánchez Román y Balbino Vaquero Hurtado.

Felipe Loeches fue uno de tantos trabajadores vinculado al movimiento obrero. Natural de Alcalá de Henares, se afilió a la UGT en el año 1929 y fue uno de los más brillantes militantes que tuvo la sociedad complutense. Un trabajador que luchaba por los obreros. Su vinculación a la Casa del Pueblo, situada en la entonces calle Pablo Iglesias de la ciudad, se ceñía a instruir a los trabajadores alcalaínos para que conocieran e hicieran respetar sus derechos. Y por eso se afilió al grupo que, dentro del movimiento obrero, mayor raigambre tuvo en la ciudad: el socialista.

Cazarabet conversa con Urbano Brihuega:

Urbano, acércanos a la figura de Felipe Loaches, como humano y como el político con ideal socialista.

Urbano Brihuega | Obviamente yo a él no le conocí, solo pude tratar con su hijo, Jesús Loeches. Felipe era un convencido de los ideales y valores del socialismo, por eso primero accedió a formar parte de la Comisión de Incautación de fincas y después al puesto de consejero municipal, o sea concejal, desde 1938 hasta el final de la guerra. Humanamente se preocupó de su familia desde el primer momento de la guerra, para protegerles se los lleva a la fortaleza de S. Juan del Viso y desde la cárcel le escribe una carta a su mujer en la que le muestra la preocupación por ella y sus hijos, considerándose el causante de todos los males que soportaban

Llegas a nosotros con este libro acercándote a Felipe Loaches, pero mirando o teniendo como hilo transmisor a su hijo Jesús que va arrojando sus recuerdos, pero también sus pesadillas, escarmientos y los hachazos de una larga dictadura.

Jesús hablaba fundamentalmente de dos cosas, del miedo que le infundían los falangistas y la guardia civil cuando iban a su casa buscando la bicicleta, y del hambre de la que intentaba escapar sin conseguirlo totalmente, comían lo que recogían en el campo, espigando en los rastrojos, recogiendo las verduras que dejaban en los huertos y las hierbas del campo. O rebuscando en los cubos de la basura.

Tú que pudiste hablar, escuchar y hasta ser testigo directo del lenguaje no verbal de Jesús Loeches: ¿cómo lo viste evolucionar desde las primeras palabras, las que reflejas en las primeras páginas hasta aquello que te fue contando más adelante?

Personalmente pienso que Jesús, al contarme la vida de los suyos, lo que intentaba era liberarse de la carga de silencio y miedo que llevó sobre su cuerpo toda la vida, observé que conforme avanzaba su relato parecía como si se fuese liberando poco a poco de esa carga que le oprimía el alma.

Loeches hijo, ¿crees que vio con la muerte del dictador y la transición una luz al final del camino? Pero esa luz le debía crear mucha frustración porque el tratamiento que se hizo a los represaliados por la dictadura, en los primeros años de la democracia, fue muy frío, casi gélido.

La muerte del Dictador no fue para Jesús la luz del final del camino, si acaso fue el inicio. Pasaron muchos años desde 1975 hasta que Jesús se atrevió a contar la historia de su padre y de su familia. El miedo se había apoderado de su cuerpo y su mente. La represión y el totalitarismo de la Dictadura dominó la sociedad alcalaína derrotada y no sólo la alcalaína, la de toda España, provocando un olvido generalizado en las familias de todos los derrotados especialmente de las que tenían un familiar fusilado. Efectivamente durante los primeros años de la democracia no encontraron el apoyo que necesitaban. Se convirtieron en unos traidores para con ellos mismos.

El elemento material de la bicicleta, es ese objeto al que Urbano se aferra como último acto de reivindicación entre la libertad y la rebeldía… ¿Qué nos puedes comentar?

Los falangistas y la guardia civil les robaron los enseres de la casa y una de las dos bicicletas que tenían sus hermanos. Él consiguió que la otra bicicleta no se la arrebataran, la convirtió en su triunfo personal. Él solo consiguió vencer el miedo que le infundían los falangistas y la guardia civil. Un acto de rebeldía contra los opresores y un triunfo en su lucha contra los represores.

El socialismo, las ideas y el ideal socialista en Alcalá de Henares fue más predominante que en otros pueblos y ciudades… ¿por qué crees que fue así?

Alcalá de Henares era entonces una ciudad donde el socialismo llevaba implantado más de 30 años. La Casa del Pueblo tuvo un importante arraigo entre las clases más desfavorecidas. La llamaban Alcalá la “roja”. Esos y otros factores fueron la causa de que el socialismo alcalaíno fuese predominante.

Como socialista, ¿cómo ves y observas a Felipe Loeches?, te lo pregunto como investigador, escritor e historiador, pero, también como persona que has estado vinculado al Partido Socialista de Alcalá de Henares desde donde accediste a ser concejal.

Como socialista, como investigador y como concejal he observado que la familia Loeches fue una de tantas familias socialistas que tuvieron que callar para sobrevivir. Me di cuenta que algunos de los hermanos se vieron obligados a renegar del socialismo de su padre. No querían morir. Eso les pasó también a otros muchos socialistas. Fusilaron a muchos socialistas.

Figuras y personalidades como Felipe Loeches seguro que dejan huella. ¿Qué clase de huella han dejado en ti, como estudioso del socialismo en Alcalá y como conocedor de Felipe Loeches?

Las convicciones socialistas de Felipe, su participación activa en la Comisión de Incautación de fincas para crear una cooperativa que las cultivase y repartiese la producción para alimento de todas las familias de Alcalá me pareció algo sublime. Me impresionó el miedo que atenazó a la familia. El miedo les hizo cobardes, no les mató porque decidieron vivir con él a cuestas.

¿Crees que los socialistas que han ido pasando por el poder (te pregunto por los socialistas porque compartes esa idea, pero si quieres puedes contestar más allá) han dejado como olvidados a todos los ciudadanos víctimas de la guerra civil española: desde los más directos —asesinados, ejecutados, prisioneros—, como Felipe o como las otras víctimas colaterales, como el propio Jesús?

Los primeros gobernantes socialistas sí que efectivamente de alguna manera puede decirse que olvidaron a las víctimas del socialismo de la guerra y de la represión. Felipe González en su primer gobierno aprobó un presupuesto para indemnizar a todos los perdedores que hubiesen estado en la cárcel tres años o más. Poco más se hizo por los derrotados. Las fuerzas herederas del franquismo eran muy poderosas y lo siguen siendo.

Porque desde el gobierno Zapatero se abrió un poco alguna ventana, pero como con poco nervio, sin decidirse a dar un puñetazo encima de la mesa, ¿no crees?

La Ley de la memoria Histórica del gobierno de Zapatero fue una buena Ley pero es lo que comentaba del poder de los franquistas, en la sombra o no tan en la sombra, seguían siendo muy poderosos. El gobierno de Rajoy ha hecho lo posible y lo imposible para desactivar el desarrollo de la Ley, de hecho se recortaron todas las cantidades presupuestarias para la búsqueda de las personas que todavía quedan enterradas en fosas comunes. Miles de personas y cientos de fosas comunes. Parece que ahora, con ayuda de la ONU, se retomará la apertura de esas fosas.

La bicicleta