martes. 16.04.2024

Desde la Psicología Política en su vertiente más antropológico social, vamos a abordar unos de los temas más sórdidos del tardo franquismo y primeras décadas de la democracia española.

Algunos juristas han considerado estos sucesos como delitos de lesa humanidad, y por tanto, no prescriben en el tiempo. La clave para que sea considerado así es que estamos ante una trama organizada, con apoyo de autoridades del Estado que arranca en las cárceles del Régimen anterior contra las mujeres republicanas y sus hijos y que prosigue hasta bien entrada la democracia. En 1936, las autoridades del Régimen trataban de castigar a las mujeres republicanas abandonado a sus hijos o dejándolos que pasaran hambre, con el posible desenlace de fallecer por inanición. Sin embargo, algunos psiquiatras de la época, con formación en la Alemania nazi, piensan que España se está despoblando y que hacen falta más niños. Así, desde la psiquiatría académica se tomó la decisión de dejar a los niños hasta los tres años con las madres biológicas. A esa edad, arrancaban a los niños de los brazos de sus madres y se los entregaban a familias de reconocida buena conducta dentro de los parámetros religiosos de la época. 

Para que las familias de adopción pudieran inscribir a los menores como hijos naturales, el régimen anterior cambió una Ley en 1941 para que se permita dar una nueva identidad a un niño hasta esa edad y eliminar todo rastro anterior. No pasaba nada por cambiar la identidad de un niño y esa ley no se cambia hasta la década de los 80, con Felipe González en el poder. En el tratado con la Santa Sede, se autoriza a que la Iglesia posea archivos propios y que solo sean manejados por esta Institución. La Ley de adopción de 1996 otorga el derecho a los adoptados a conocer la identidad de sus padres biológicos. La reforma del Código Penal de 1995 tipifica los delitos de fingimiento de parto y falsedad documental y da un plazo de prescripción en el tiempo.

Las familias cuyos hijos fueron robados al nacer, presentan vivencias que son cuanto menos devastadoras. El vacío emocional que siente a lo largo de su vida es, sin lugar a duda, la peor emoción experimentada. 

Por su parte, los hijos robados presentan distintas emociones ante su situación. Tendrán que exponerse al engaño, el duelo de no haber disfrutado de sus padres biológicos, la desconfianza hacia el entorno y hacia los progenitores adoptivos. Cuando se percatan de lo sucedido, presentan una crisis existencial, necesitan saber cuáles son sus orígenes y es posible que cuando consiguen encontrar a sus padres biológicos, éstos hayan fallecido. Esto propicia sentimientos de rabia, injusticia, desesperanza e impotencia.

Los hijos que fueron adoptados de manera ilegal generan en algunos casos un trauma, sobrevenido por la situación. Si bien, esos niños han llevado una vida normalizada, el trauma desaparecerá sin dejar un daño psíquico. Sin lugar a duda, deberán ponerse en tratamiento psicológico especializado con el fin de enfrentarse a la nueva realidad. Si los hijos robados, tienen conocimiento de que sus padres de manera ilegal les adoptaron, indudablemente, generará un desequilibrio emocional.

Paralelamente, el Régimen se apoyó en instituciones como el Patronato de Protección a la Mujer (1942-1984) para asegurar: "la dignificación moral de la mujer, especialmente de las jóvenes, para impedir su explotación, apartarlas del vicio y educarlas con arreglo a las enseñanzas de la Religión Católica". Por allí pasó un grupo heterogéneo de madres solteras, embarazadas por abusos en el ámbito familiar, mujeres con ideología cercana a partidos de izquierdas, o incluso muchachas que se quedaban embarazada por la falta de métodos anticonceptivos, excepto el recomendado por la Iglesia, el de la contención, sin duda el contraceptivo más eficaz.

Recuerdo que, a día de hoy, la Iglesia Católica prohíbe el uso de preservativo como contraceptivo, ya que altera la voluntad reproductiva que decide Dios. Por primera vez en la historia de la Iglesia, un Papa de Roma, Benedicto XVI admitió el uso del preservativo en ciertos casos, especialmente cuando se trate de reducir el riesgo de infección por VIH, en un viaje a Angola y Camerún en marzo de 2009, no obstante Ratzinger afirmó en dicho viaje que el problema del SIDA no podría resolverse solo con la distribución de preservativos. Benedicto XVI apunta que "es obvio que la Iglesia no lo ve como una solución real y moral, que solo, en algunos casos, donde la intención es reducir el riesgo de infección, puede ser un primer paso en el camino a otra sexualidad más humana". Se trató de la primera ocasión en que el máximo líder de la Iglesia Católica admite alguna excepción, por mínima que sea, a la tradicional condena sin paliativos de Roma hacia quienes usan el condón. Amén.

Por último, compartir esta reflexión de Ortega y Gasset :”no hay amor sin instinto sexual. El amor usa de este instinto como de una fuerza brutal, como el bergantín usa el viento”. Y esta otra de W. Allen: “el sexo sin amor es una experiencia vacía, pero como experiencia vacía es una de las mejores".

José María Manzano Callejo 

Los bebés robados en España