sábado. 20.04.2024
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La palabra voluntad etimológicamente procede de la latina voluntatem, esta del latín velle, "querer, desear, tener la voluntad de", y esta de la raíz protoindoeuropea *wel/wol, "ser complaciente, agradable, satisfactorio". El DRAE define la voluntad, en su primera acepción, como la facultad de decidir y ordenar la propia conducta.

En la concepción antropológica clásica, desde Aristóteles, se asume una teoría del obrar que implica la secuencia de conocer, ser afectado por lo que se conoce y, en consecuencia, tender al logro de lo deseado. En ese contexto, la voluntad se define como la capacidad humana de ser afectado por la cualidad valiosa de ciertos bienes que trascienden lo meramente sensible y en consecuencia de tender hacia ellos.

Kant, en su Crítica del Juicio, reduce las facultades psíquicas a: facultad de conocimiento, de placer o displacer y de deseo. Define la facultad de desear como “la facultad de ser causa de los objetos de las representaciones, por medio de éstas”, distinguiendo entre una facultad de desear superior, cuya sede es la razón, y una facultad de desear inferior, cuyo antecedente es el sentimiento de placer o de dolor. Roget, en su Thesauro, sigue esta teoría, presentando la volición como conación. La conación es el conjunto de funciones relacionadas con los aspectos tendenciales de la personalidad, que abarcan desde el impulso intencional, las motivaciones y las voliciones, hasta la realización práctica de la acción propuesta. Por tanto, sería la acción basada en un impulso motivado. En la orientación cognitivista, un punto común en las diversas posiciones, conceptualiza la voluntad como capacidad ejecutiva y de control del desarrollo de la acción. En la línea cognitiva, está presente la concepción moderna de la voluntad como principio eficiente, casi como motricidad. La voluntad como fuerza, diligencia, sistema dinámico de procesos de control que protegen la concentración y el esfuerzo, cuya función es implementar y administrar las metas. Hacer algo por propia voluntad es hacerlo por los propios medios y esfuerzos sostenidos, con independencia de presiones externas.

Albert Einstein dijo: ”hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad incluso que la energía atómica, la voluntad”.

Se han descrito en la acción voluntaria dos grandes etapas cuyo límite común es la decisión. En la fase pre-decisional, se consideran los objetivos posibles para la acción. Es una fase deliberativa que culmina con la formación de una intención e implica un proceso de control meta-volitivo, definido como tendencia a acabar la deliberación. En la fase volitiva pre-acciona,l una intención del objetivo se convierte en una intención de conducta porque logra imponerse por encima de otras intenciones o tendencias que compiten con ella. Cabe señalar, desde una perspectiva filosófica, que esta tarea pertenece al núcleo de la voluntad que, por su cualidad de libre. Emerge aquí la supremacía existencial de la libertad, en las antípodas de cualquier acción mecanicista, puesto que no es el motivo el que se impone por sí mismo, sino que la voluntad lo pone por encima de otros motivos en virtud de su mayor congruencia con los fines y valores que han llevado al proceso de deliberación. Así pues, todo acto voluntario requiere de dos supuestos: en primer lugar, tener conciencia de una situación en la que hay, al menos, dos alternativas distintas de elección. En segundo lugar, la elección tiene lugar tras haber reflexionado y tomado en cuenta los pro y contra de cada elección.

Dentro de las cualidades de la voluntad cada persona posee su voluntad, diferente y original, del mismo modo que tiene su inteligencia diferente y personal. Entre las cualidades de la voluntad podemos señalaren entre otras: La claridad en las decisiones, que puede ser distinta en cada sujeto. Mientras unos llegan a ver con claridad lo que quieren, otros se mantienen confusos y sufren la oscuridad en lo que pretenden, con frecuencia de forma desasosegada y conflictiva. La intensidad, el acto de voluntad puede oscilar según los individuos o, incluso, en distintos momentos del mismo sujeto. Llamamos voluntad enérgica o fuerte a la que se aferra a la decisión después de haberla tomado. Y es voluntad frágil o débil, la que se adhiere con debilidad al objeto elegido y fácilmente lo sustituye por otro. La permanencia de las opciones también es diferente. Llamamos voluble al que cambia continuamente de opciones por razones fútiles y consideramos enérgico al que mantiene sus opciones incluso cuando se ha equivocado al tomarlas. La autonomía, hay personas que tienen una voluntad autónoma, personal e independiente, mientras que otras, siempre buscan apoyos en otros ante sus vacilantes disposiciones y se muestran inseguros si sus decisiones no están avaladas por otros.

Por último, compartir esta reflexión de Albert Einstein: ”hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad incluso que la energía atómica, la voluntad”.

Aspectos cuasiexistenciales de la voluntad