viernes. 29.03.2024

El feminicidio se define básicamente como el asesinato a mujeres por el hecho de serlo. Dicho concepto se puede entender de dos maneras: como la expresión extrema de la violencia de género o con un significado contrario al de la violencia de género, fundamentado en el tipo de la violencia sufrida. 

En sus estudios sobre la violencia sistémica en contra de las mujeres en Ciudad Juárez (México), se comenta que el feminicidio comprende toda una progresión de actos violentos que van desde el maltrato emocional, psicológico, los golpes, los insultos, la tortura, la violación, la prostitución, el acoso sexual, el abuso infantil, el infanticidio de niñas, las mutilaciones genitales, la violencia doméstica y toda política que derive en la muerte de las mujeres, tolerada por el Estado. Según las Naciones Unidas, se hace referencia a “todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psíquico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o privada”. 

Asesinadas por hombres que conocen

Casi tres quintas partes (58%) de los homicidios de mujeres son cometidos por un hombre unido a la víctima por una relación sentimental (34%) o por una relación de parentesco por consanguinidad (24%). Como contraste, menos de una décima parte (8%) de los homicidios de hombres son perpetrados dentro del entorno doméstico/familiar. Es decir, mientras los homicidios de hombres son perpetrados por extraños, las mujeres son asesinadas por hombres que conocen, y que se encuentran en su entorno más inmediato. Las mujeres son asesinadas por los hombres en quienes más confían y que podrían protegerlas. Este carácter doméstico del feminicidio incrementa la probabilidad de que quede impune.

Mientras los homicidios de hombres son perpetrados por extraños, las mujeres son asesinadas por hombres que conocen, y que se encuentran en su entorno más inmediato

Crimen cultural

El feminicidio es un crimen cultural amparado por códigos patriarcales de moralidad característicos de sociedades teocráticas donde delito y pecado son equivalentes. A modo de ejemplo, Tocqueville relata un juicio fechado el 1 de mayo de 1660 en Nueva Haven contra una joven acusada de haber dejado dar un beso, y concluye que el Código de Leyes de 1650 del Estado de Connecticut (similar al Código Penal adoptado en 1648 en Massachusetts) está inspirado en textos sagrados, y tiene como objetivo mantener la moral a través del sometimiento de todos los pecados a la censura del magistrado. 

Actualmente, algunas sociedades (principalmente los países de Oriente Medio y el norte de África) se rigen por códigos similares a los de las colonias americanas en el siglo XVII. En este tipo de sociedades los crímenes de género reciben leves castigos o no se persiguen. 

Históricamente los crímenes donde los varones recurren a la violencia extrema para controlar la sexualidad femenina, categorizados como crímenes pasionales, tendieron a ser excusados ​​por dos circunstancias: bien la naturaleza del perpetrador, que se parecía más al hombre convencional que a un criminal nato, lo que limitaba la probabilidad de reincidencia, o bien el estado de conciencia del victimario, alterado por los celos o el desengaño. 

El avance del feminismo ha logrado erosionar y deslegitimar los valores patriarcales

Sin embargo, en las últimas décadas el avance del feminismo ha logrado erosionar y deslegitimar los valores patriarcales. Como consecuencia, se ha producido una tendencia a nivel mundial encaminada, bien a adoptar una legislación específica para criminalizar el feminicidio creando una nueva figura delictiva, o bien a ampliar la definición de homicidio a través de la inclusión de elementos de género, lo cual resulta en un incremento de la severidad de las penas. El primer modelo ha sido aplicado en India y Latinoamérica. En 1986 India criminalizó las "muertes de dote", y a partir de 2007 dieciocho países latinoamericanos adoptaron una legislación específica para criminalizar el feminicidio. 

¿Qué factores aumentan el riesgo de feminicidio?

Las investigaciones comienzan a contribuir a aclarar los factores que aumentan el riesgo de las mujeres de ser asesinadas, especialmente por sus parejas, y los factores asociados con un mayor riesgo de que los hombres cometan un femicidio. La mayoría de los estudios se relacionan con el femicidio íntimo y, por consiguiente, no se pueden aplicar a otras formas de asesinato, como los cometidos en nombre del “honor”. El modelo más utilizado para entender cualquier forma de violencia es el modelo ecológico, según el cual la violencia está influenciada por factores que operan en cuatro niveles: individual, relacional o familiar, comunitario, y social o estructural (referente a las leyes, las políticas y las influencias sociales más generales).

El sustrato cultural de la violencia feminicida puede rastrearse en las franjas meridional y septentrional del Mediterráneo, donde la expresión de la cultura violenta del honor fue sublimada en la violencia contra las mujeres. Las grandes religiones del Mediterráneo no erradicaron los códigos morales de estos pueblos, sino que los incorporaron a su credo, de modo que la expansión del cristianismo y del islam por todos los rincones del planeta supuso la mundialización de la cultura mediterránea. Esto explica que en las franjas meridional y oriental del Mediterráneo se registren las tasas más altas de feminicidios a nivel mundial, y que la violencia feminicida sea instigada por la comunidad.

Las franjas meridional y oriental del Mediterráneo se registren las tasas más altas de feminicidios a nivel mundial

Tipos y prevalencia de feminicidio

Feminicidio íntimo

El femicidio cometido por un esposo o enamorado actual o anterior se conoce como femicidio íntimo o asesinato por la pareja. Los resultados preliminares de dos estudis en curso realizados por la OMS y la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres indican que más de 35% de todos los asesinatos de mujeres a nivel mundial son cometidos por un compañero íntimo. En comparación, el mismo estudio calcula que solo cerca de 5% de todos los asesinatos de hombres son cometidos por una pareja. Considerando todos los homicidios de hombres y mujeres, se informa que aproximadamente 15% son cometidos por una pareja. 

Estas cifras son conservadoras dada la elevada cantidad de datos que faltan, en particular en los países no industrializados. Además de la proporción de mujeres y hombres asesinados por su pareja, los datos también muestran que las mujeres que matan a sus compañeros íntimos varones a menudo actúan en defensa propia ante una violencia e intimidación persistente. Esto concuerda con los resultados obtenidos utilizando estadísticas nacionales del Canadá, según los cuales las mujeres tienen mayores probabilidades de asesinar a la pareja con la que mantienen una relación, mientras que los hombres tienen mayores probabilidades de matar a una pareja de la que están separados; asimismo, es más probable que las mujeres maten a su pareja como resultado de discusiones o riñas, mientras que es más probable que los hombres maten a su pareja motivados por los celos. 

Un grupo de mujeres que puede tener mayor riesgo de femicidio cometido por su pareja es el de las embarazadas, como reveló un examen de los registros policiales y médicos forenses en 11 ciudades de los Estados Unidos de América. El femicidio íntimo no solo es la consecuencia más extrema de la violencia infligida por la pareja, sino que también tiene repercusiones profundas y prolongadas en el entorno que rodea a las mujeres. 

Por ejemplo, los hijos supervivientes de esas parejas sufren efectos duraderos porque pierden a su madre asesinada, su padre es encarcelado y ellos a menudo tienen que abandonar su hogar paterno y adaptarse a un ambiente donde quizá sean encasillados como hijos del asesino. Un estudio reciente efectuado en el Reino Unido destacó además que la pareja es rara vez la única víctima en los casos de femicidio íntimo. Quizá también sean asesinados hijos de la pareja; eventuales testigos no relacionados; personas percibidas por el perpetrador como aliados de la víctima, por ejemplo, abogados, familiares, vecinos o amigos; o la nueva pareja de la víctima.

La pareja es rara vez la única víctima en los casos de femicidio íntimo

Asesinatos en nombre del “honor”

Los asesinatos relacionados con el “honor” son aquellos en los que una niña o una mujer muere a manos de un miembro masculino o femenino de la familia por una transgresión sexual o conductual supuesta o real, como adulterio, relaciones sexuales o embarazo extramatrimoniales, o incluso por haber sido violada. A menudo los autores del feminicidio consideran que esta es una forma de proteger la reputación familiar, seguir la tradición o acatar exigencias religiosas interpretadas erróneamente. Los asesinatos en nombre del “honor” también pueden ser usados para encubrir casos de incesto y hay informes sobre personas que usan la “defensa del honor” como una manera de obtener la aceptación jurídica y de la comunidad de un asesinato no cometido por el “honor”.

Feminicidio relacionado con la dote

Otra forma de asesinato de mujeres vinculada con prácticas culturales se relaciona con la dote. Se presenta principalmente en zonas del subcontinente indio y afecta a mujeres recién casadas que son asesinadas por miembros de su familia política a causa de conflictos relacionados con la dote, por ejemplo, como consecuencia de traer ellas una dote insuficiente a la familia. La incidencia documentada de defunciones relacionadas con la dote varía enormemente. Por ejemplo, la Oficina Nacional de Registro de Delitos de la India notificó aproximadamente 7.600 defunciones relacionadas con la dote, en un año, mientras que otros cálculos señalan una cifra anual que duplica esa cantidad. Algunas fuentes han calculado que hasta 25.000 mujeres recién casadas mueren o son mutiladas cada año como consecuencia de violencia relacionada con la dote.

Feminicidio no íntimo

El feminicidio cometido por alguien que no tiene una relación íntima con la víctima se conoce como feminicidio no íntimo, y el feminicidio que incluye agresión sexual a veces se denomina feminicidio sexual. Esos asesinatos pueden ser aleatorios, pero hay perturbadores ejemplos de asesinatos sistemáticos de mujeres, en particular en América Latina.

La tipología del agresor

Tipología 1enfermos mentales. Hombres sin rasgos de peligrosidad criminal ni antecedentes por violencia contra la pareja, pero que padecen algún trastorno mental con sintomatología psicótica. El asesinato acaece fruto de crisis agudas derivadas de la psicopatología descrita y no se vincula con otros factores de riesgo habituales como la ruptura afectiva o los celos. Cuando agreden a la mujer, la afectación psíquica es tan intensa que en la mayoría de los casos les impide comprender la ilicitud de su acto o controlar su conducta. Según los informes del Consejo General del Poder Judicial, los feminicidios a causa del trastorno mental no suelen superar el 10%.

Tipología 2antisociales y violentos. Son maltratadores que recurren a la violencia tanto dentro como fuera del ámbito familiar, con un amplio historial delictivo y de abuso de sustancias. Es frecuente que presenten trastornos o rasgos de personalidad antisocial o narcisista, así como alteraciones mentales causadas por el abuso de sustancias. Por el contrario, no sufran afectaciones psíquicas asociadas a estados de depresión, ansiedad o estrés. Por este motivo, tampoco amenazan con suicidarse. Su violencia es voluntaria e instrumental, y a pesar de que también son susceptibles de reaccionar violentamente ante situaciones de abandono o infidelidad, su violencia es severa, coactiva y habitual, de ahí que el feminicidio obedezca a un ataque de ira imprevisible, un exceso de violencia o un duro castigo por algo que hizo la mujer en contra de la voluntad de su agresor. 

Tipología 3normalizados o no patológicos. Sin historial delictivo ni psicopatología significativos, aunque pueden presentar rasgos dependientes de personalidad y problemas de apego. Ejercen una violencia más psíquica que física, en muchas ocasiones originada a partir de la ruptura afectiva. En estas situaciones suelen experimentar una elevada sintomatología ansiosa o depresiva y pensamientos obsesivos en torno a los motivos de la separación. Durante los meses que preceden al crimen, estos hombres pueden amenazar o intentar suicidarse. Con todo, la afectación psíquica que sufrirán no impide que comprendan perfectamente lo que hacen y obren en consecuencia. 

Tipología 4: mixtos. Comparten atributos de las otras categorías, es decir, son maltratadores que se encuentran en un lugar intermedio entre las dimensiones de antisocialidad, psicopatología y severidad de la violencia contra la mujer. El feminicidio es voluntario, si bien a veces puede observarse una ligera afectación mental en casos en los que, por ejemplo, el deterioro por motivo del consumo de tóxicos, sobre un contexto de maltrato anterior, se entremezcla con el curso de celos patológicos. 


Conclusiones

De estas circunstancias se derivan dos conclusiones: a) el feminicidio es un acto voluntario, en el que la psicopatología solo explica una pequeña proporción de estos crímenes; y b) existen distintos tipos de feminicidios, resultado de la interacción particular entre variables individuales, relacionales y ambientales

Por último, las consecuencias prácticas derivadas de las tipologías podrían comportar implicaciones importantes en cuanto a la prevención del feminicidio, pues permitiría aplicar estrategias de intervención adaptadas a cada escenario. Los "enfermos mentales" podrían responder mejor a un tratamiento psicoterapéutico y farmacológico para ayudar a paliar los efectos perniciosos de la sintomatología positiva asociada a las psicosis. Los "antisociales y violentos" podrían requerir unas estrategias más intensas de supervisión y control, e irritación centrada en el control de impulsos y de la ira junto al tratamiento de los problemas vinculados al abuso de sustancias. En cuanto a los "normalizados", quizás resulten útiles las técnicas de control de la ansiedad y el estrés, las terapias cognitivas o el apoyo de un profesional para ayudar a gestionar el proceso de la separación. 

Por último, compartir esta reflexión del escritor italiano Cesare Pavese: “Cuando somos jóvenes lamentamos no tener una mujer, cuando nos hacemos viejos lamentamos no tener a la mujer”.

Feminicidio