viernes. 29.03.2024
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En los últimos días se ha hablado, y mucho, de un suceso desgarrador. Una anciana de 85 años era lanzada, en Vallecas, de una vivienda que había sido suya.

La matización “que había sido suya” es muy importante, pues, en contra de lo que se dice, nadie puede ser desahuciado de SU casa. Es decir, si has pagado una casa  forma parte de tu propiedad y nadie tiene derecho a disponer de ella sin tu permiso, y mucho menos a echarte. Del mismo modo, en el caso de los alquileres, la ley garantiza que el uso de una vivienda se disfrute pacíficamente si se cumplen, por ambas partes, los términos pactados en el contrato de arrendamiento. En caso de incumplimiento, la parte que considere vulnerado su derecho puede instar la resolución.

El problema que hoy traemos, más bien el drama, era que aquella vivienda ya no pertenecía a la anciana. Pero no parece que ella fuera responsable del cambio de titularidad. Por lo que se ha recogido en diversos medios, su hijo suscribió un contrato de préstamo de varias docenas de miles de euros… ¡y con la vivienda de su madre como aval! Llama la atención que ningún banco asumiera la operación crediticia, algo que evidencia lo arriesgado de la aventura económica del hijo… con el piso de su madre.

Cuando este sabio y prudente retoño no pudo devolver el dinero, la otra parte ejecutó el aval… Es terrible, sin duda, pero… ¿alguien en su sano juicio piensa que un prestamista va a ablandarse por condicionamientos personales de terceros, incluso por una anciana? Podría darse el caso: “bueno, venga, vale, te perdono los setenta mil euros que te presté y quedaos con el piso, pero no lo vuelvas a hacer, eh”.

Sin embargo, a mi me cuesta creer que eso pueda ocurrir. Particularmente, no implicaría a nadie (y menos a una madre anciana) en un “fregao” de miles de euros con su vivienda como aval. A este respecto, estos días he leído y escuchado comentarios iracundos, incendiarios, contra la policía, los bancos (que ni han intervenido en esta ocasión) y los gobiernos. Todos podrían resultar acertados y hasta merecidos en otros escenarios, pero en este supuesto entiendo que yerran la dirección.

Orgulloso del Rayo Vallecano, ejemplo de auténtica solidaridad

Como la situación creada (sea de quien sea la culpa) clamaba al cielo, llegó la solidaridad. Y hablo de la solidaridad real, la que se practica con lo propio, no con lo de los demás.

Alejado de los alaridos de tantos “solidarios con lo de los demás”, el Rayo Vallecano se ha ofrecido a pagar, de sus propias y maltrechas arcas, un alquiler a esta señora hasta que las autoridades proporcionen una vivienda social. Siempre me he sentido orgulloso de ser rayista. Y desde hace unos días, más.

Uno de mis recuerdos más gratos de  niñez y adolescencia consistió en frecuentar, durante la semana, el gimnasio del Rayo y acudir con mi padre a los partidos de los domingos. Presumo (para celos sanos de otros rayistas más jóvenes) de haber vivido en directo aquellos encuentros del “matagigantes”… 

Además, adoro la filosofía vital del Rayo. Aunque humilde, con el presupuesto más bajo de primera, jamás se regodea en la ñoñería, no manipula con el victimismo, afronta las dificultades con bravura. Cuando pierde no culpa al árbitro ni a la lluvia. Tampoco a su precariedad económica. Juega limpio. Nunca se les escuchará maldecir a quien tiene más que ellos ni culparles de sus fracasos. La envidia es una palabra ignota en el universo franjirrojo. El Rayo, como expresa su himno, “derrocha valentía, coraje y nobleza”. Doy fe.

Por todo lo anterior, el Rayo ha aportado de lo suyo. Sin ocultas intenciones. Simplemente ha detectado una necesidad y la ha cubierto. Con lo suyo, repito. No ha sido “generoso con el dinero y/o bienes de terceros”, a diferencia de tantos falsos solidarios, defensores de “causas ajenas” que, disfrazados de "activistas" solo buscan defender sus intereses particulares. Impagable lección de sensatez, solidaridad auténtica y nobleza… ¡Aúpa Rayo!

La anciana de 85 años desahuciada en Vallecas, su hijo y el Rayo Vallecano