martes. 23.04.2024
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Hasta la llegada de los relojes de bolsillo nadie podía acusar a otro de llegar tarde por aparecer con unos minutos de retraso. No fue hasta 1884, año en que se celebró la Conferencia Internacional del Meridiano, en Washington D.C, cuando se eligió la hora del Observatorio de Greenwich, en Londres, como estándar del tiempo en todo el mundo. Hasta entonces, cada ciudad tenía su propia hora, marcada por el reloj de referencia de la localidad, lo que tampoco quería decir que coincidiera con el resto de los relojes privados. Tener la hora 5 o 10 minutos adelantada o retrasada era de lo más normal. Según el psicólogo Neel Burton, autor de Hide and Seek: The Psychology of Self-Deception, en lo que respecta a las relaciones sociales, la tardanza no se mide según el uso horario, se mide según la reacción de la persona que nos está esperando: cuando empieza a sentirse incómoda es que se está llegando tarde.

Las personas impuntuales puede que tengan un problema de narcisismo, déficit de atención o, sencillamente, falta de empatía. Pero hay otras razones más complejas para llegar tarde. Según Burton, puede que la impuntualidad se deba que se está enfadado con la persona con la que se ha quedado, y es una forma de agresividad, de forma pasiva, obligándole a esperar. Es una forma velada de agresión, que evita resolver los problemas subyacentes, y sólo crea enfado y resentimiento en la persona que la sufre. En ocasiones, se llega tarde (de forma consciente o inconsciente) para que las personas que esperan consideren que la persona esperada es más importante de lo que realmente es, y esto, o es causado bien por un narcisismo desmedido o por todo lo contrario, un sentimiento de inferioridad y, por eso, se quiere destacar con la tardanza. En ambos casos al llegar tarde se asegura recibir la máxima atención.

Jacques Prévert dijo: ”nunca es tarde para no hacer nada”

Las personas con problemas de tardanzas a menudo son extrovertidas, irrazonablemente optimistas sobre cuántas cosas pueden hacer antes del trabajo en su propio hogar y cuánto tiempo lleva llegar desde su casa hasta el puesto de trabajo, por ejemplo.  El margen de su error de cálculo puede ser inmenso. La tardanza también puede ser causada cuando a las personas les cuesta terminar una tarea y comenzar otra.  

Por supuesto, la gravedad de llegar tarde varía mucho en función de la situación. Ser impuntual en un evento social de primer orden, como una boda o un funeral, es intolerable pero tampoco es cortés si se ha quedado con un grupo de personas que no pueden desarrollar su actividad hasta que nosotros lleguemos o, lo que puede ser todavía peor, si hemos quedado con una sola persona y nos retrasamos excesivamente.

Por el contrario, la puntualidad absoluta, no suele estar bien vista, a no ser que el evento la requiera. Burton cree que ha dado con la fórmula exacta para llegar a la cita lo suficientemente tarde para no incomodar, pero tan pronto como para parecer que no se llega tarde. “En muchos eventos sociales llego exactamente ocho minutos tarde”, explica este autor: “Llegar pronto es de tan mala educación, o más, que llegar tarde, y llegar exactamente a tiempo puede hacer que llegues antes que tu anfitrión. Por otro lado, llegar ocho minutos tarde no es percibido como llegar tarde, y da a tu anfitrión el tiempo suficiente para sentarse, organizar sus pensamientos, y esperar tu llegada”.

Algunos investigadores creen que llegar tarde, es más un comportamiento psicológico que tiene su origen en alguna parte del cerebro (todavía desconocida), además, según algunos expertos, denota algunos rasgos de la personalidad. Las personas que llegan tarde suelen ser optimistas y creativas, son personas controladoras, quieren ser el centro de atención cuando llegan. Una investigación del Departamento de Sociología de la Universidad de San Diego en EE UU, establece que las personas que siempre llegan tarde son demasiado optimistas con el tiempo del que disponen para realizar una tarea. Existen dos tipos de personas que siempre llegan tarde. Los que apuran el plazo, son aquellas personas a las que les gusta dejarlo todo para el último momento y los que creen que pueden hacer mucho más de lo que les da el tiempo. Otros estudios citan otras razones de la tardanza como la falta de planificación.

Por último, compartir esta reflexión irónica de Jacques Prévert: ”Nunca es tarde para no hacer nada”.

Análisis de la psicología de la tardanza