viernes. 29.03.2024
campo noche

Agosto se llama así en honor del emperador Augusto. Y ciertamente algo tiene de imperial y soberbio en la imposición de sus leyes, las que son perceptibles, las meteorológicas, y las que son larvadas y telúricas y se nos escurren corazón adentro entre la superstición y las creencias. En agosto hasta el llanto tiene altura y es majestuoso con las Lágrimas de San Lorenzo, las Perseidas. Las risas simplemente saben a cloro y a sal marina. Son frescas y recentales, antes de la moral y de los quebrantos.

Agosto agostado y colérico en su flama y en su aureola caliente. Agosto alumbra a la muerte como una flor mítica y se queda tan a gusto ardiendo en paz. En agosto mueren Elvis, Lorca, Groucho, Marilyn... Es como si el octavo mes del año nos quisiera enviar para los restos un mensaje encriptado. En agosto se mueren la voz, el arte, la risa; la belleza. La síntesis de lo que fuimos, de lo que somos, y de lo que podremos ser si nos deja la inteligencia artificial. Agosto es una metáfora que nos quema y los aires acondicionados son sólo un alivio artificial también.

Agosto agostado y colérico se desenfunda como un Aquiles astronómico, con el pecho estrujado y sediento y la ira hinchándose en la aorta. A qué Héctor de bien vas a comprometer y destrozar esta vez. En agosto el Hades se vuelve todavía más desesperante y desalentador porque la tierra tiende al recreo y los placeres y eso cabrea mucho y el viejo Aquiles se reencarna en lo que pilla con tal de salir de allí. Y no le importa la indignidad de la traición y la saña y convertir el combate en un crimen espantoso y cambiar la espada del guerrero por unas escopetas de cartuchos de dos aldeanos furibundos y vengativos de una pedanía llamada Puerto Hurraco; lo que sea por salir del Hades, que en el fondo es una cosa mentale de la que no se puede escapar.

En agosto seguramente volverán a matar a una mujer y los ahogados emergerán a la superficie de los periódicos y el pensamiento volverá a agrietarse y a enlodarse por la irrupción de un torrente violento en la tarde quieta de un camping en Biescas. Y los fallecidos por accidente de tráfico abrirán telediarios. La máxima aspiración del hombre prehistórico era el sedentarismo. Cansaba una barbaridad ir de un lado a otro en busca de comida y agua. La ilusión (óptica) del hombre actual con todas las necesidades cubiertas es el nomadismo programado para regresar después a un sedentarismo todavía más programado.

Esta canícula que es nuestra vestimenta, esta hipotensión que es nuestro carácter, este aplatanamiento metafísico que es nuestro compromiso. Agosto agostado y colérico aunque por fuera parezca lo contrario y ofrezca una imagen turística y de jubiloso veraneo. Las apariencias engañan y el calor excesivo produce espejismos. Y vemos agua donde habrá desierto y vemos sequía donde habrá inundaciones dantescas. El cambio climático es lo que tiene, pasa desapercibido porque igual que el demonio está en los detalles y agosto es su mejor disfraz: “Hace mucho calor porque es lo propio”.

Agosto contrario y contrariado, agosto airado, los aviones reniegan del aire y los barcos anhelan volar por los aires en Beirut.

En agosto el cielo pare la bomba atómica por la vagina del Enola Gay, que es un desafortunado nombre de mujer para un bombardero. No es que el tiempo sea relativo, como dijo Einstein, el tiempo humano se puede capturar y encerrarlo en un hongo nuclear y echárselo de carnaza a la aniquilación por gentileza de la impiedad de Truman-USA. Enola Gay no puede ser el nombre de una mujer parturienta. Es la ironía sádica de la Historia, la sorna-vanidad de los estadounidenses, el miedo de los hombres y mujeres de a pie que en agosto miran hacia arriba a ver por dónde queda el infierno. Para eso precisamente hay que escribir, para comprimir el infierno en una píldora que podamos ingerir. El perdón y la memoria se encostran con los años y forman una postilla oficial y fotografiable y se escenifican y se inscriben lapidariamente a base de liturgias, pero las partículas de odio y sangre siguen flotando invisibles. En Hiroshima y Nagasaki saben muy bien que el ser humano tiene que estar preparado para lo inesperado. Son héroes domésticos de la contingencia. Porque no existe el futuro. Sólo existe el pasado y la posibilidad de solucionarlo o mejorarlo en el presente.

En agosto un muchacho negro de Alabama salta como una esperanza en las Olimpiadas de Berlín, corre como un fogonazo de luz contra el racismo y la intolerancia. Si soy libre es porque siempre estoy corriendo, afirmaba Jimi Hendrix. En agosto Jesse Owens corre por la libertad y por la dignidad en las barbas del fanatismo.

Agosto agostado y colérico, agotado y ansioso, no nos pidas muchos sacrificios en tu altar de fuego. Deja que tus ritos fluyan como el agua serena. Ten piedad de nosotros.

Agosto agostado