jueves. 28.03.2024
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El boletínEuropa Social” de la CES (Confederación Europea de Sindicatos) en su edición del 18 de diciembre publica un artículo firmado por Luca Visentini, Secretario General de la CES, junto con Livia Spera, Roman Hebenstrraiet y Wolfgang Katzian, dirigentes sindicales europeos, que con el título de “Injusto e infundado” se refiere a una Sentencia (C-16/18) del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de diciembre del 2019 sobre el “caso Dobersberger”.

Dobersberger es una empresa austríaca que a través de una filial húngara subcontrató con otra empresa húngara los servicios de catering en un tren que hace el servicio entre Alemania y Hungría (Salzburgo y Munich con Budapest) y paga salarios húngaros a los trabajadores húngaros cuando en el mismo tren trabajan, en la misma actividad, operarios austríacos con salarios austríacos, notablemente superiores. La Sentencia del Tribunal Europeo justifica esta inaceptable política salarial discriminatoria e insolidaria.

Dice el artículo de los dirigentes sindicales europeos: “Ha pasado un año desde la sentencia Dobersberger del 19 de diciembre de 2019, que vio al Tribunal de Justicia de la UE emitir un pronunciamiento injusto …La sentencia arrojó luz sobre la subcontratación abusiva, pero lamentablemente también la legitimó … Ha abierto la puerta a la subcontratación transfronteriza como medio para socavar y eludir los convenios colectivos sectoriales aplicables …

Bien por la denuncia.

Pero hay un pero, grave en mi opinión: que los dirigentes sindicales europeos añaden: “... el caso mostró que cuando los trabajadores más lo necesitan, Europa no los protege …

“¡Europa no les protege!” dicen, denuncian.

En mi opinión es muy grave lo que refleja esta frasecita, no sé si muy conscientemente por parte de sus autores, en referencia a la mencionada sentencia del tribunal europeo de hace ya un año.

“Europa” parece un sujeto ajeno a los firmantes. ¿No se considera la CES parte de Europa?, ¿no quiere ser sujeto activo en la construcción europea?, me pregunto. Y pregunto: ¿Acaso la Confederación Europea de Sindicatos no es parte de Europa? Pues yo entiendo que sí lo es, parte importante de esta Europa, de la Europa de hoy, de la concreta historia europea que nos lleva al día de hoy. Y de la Europa que queremos. Creo que siendo, al menos formalmente, la organización que agrupa a casi todos los sindicatos europeos y que declara nada menos que 45 millones de afiliados de 90 confederaciones nacionales de 38 países junto con 10 federaciones sindicales europeas.

Cuando decimos, y lo dice el movimiento sindical europeo, que queremos, que proponemos, “más Europa”, algo hemos de hacer para ello, asumiendo que somos parte de la Europa de hoy, y que algo hemos contribuido positivamente para llegar hasta aquí.

Sorprende también que en diciembre de 2020 la dirección sindical europea se refiera a una sentencia de diciembre de 2019 señalando sus graves y negativos contenidos, pero nada dice de lo que ha propuesto en este periodo para la acción sindical coordinada y solidaria del movimiento sindical europeo para revertir sus conclusiones. Para impulsar la acción sindical europea, la interlocución y negociación con las instancias empresariales, que también las hay, europeas. Para orientar la acción sindical en cada país en el mismo sentido. No explica qué propuestas e iniciativas se han tomado en estos meses en tal sentido. Y cuáles han sido sus experiencias, sus resultados. No es una cuestión fácil. La muy heterogénea situación de partida en condiciones de vida, de trabajo, salariales, indica que en el necesario proceso de homogenización no se puede avanzar sólo a golpe de denuncias y tópicos. Pero es necesario avanzar para una Europa más unida, más solidaria, más homogénea en el disfrute de derechos y condiciones, de aplicación del “modelo social europeo”.

Y si como parece nada dicen al respecto los actuales dirigentes sindicales europeos, quizás habría que preguntarse si hay propuestas desde los diversos países de esta Europa, desde el sindicalismo organizado en cada país, desde las Federaciones sindicales sectoriales, en el mismo sentido.

Para todo ello, para los objetivos europeos asumidos, creo que sería necesario que el sindicalismo europeo y el nacional supere un viejo tic: el de señalar que debieran hacer los demás sin preguntarse qué nos corresponde hacer a nosotros. Sobre todo desde una organización social como es el sindicalismo.

No es, desgraciadamente, un problema nuevo. Preocupaciones y propuestas similares pueden plantearse en relación con cuestiones no secundarias, como el “salario mínimo europeo”, la acción sindical desde Europa por el trabajo decente en el mundo, en primer lugar en las cadenas globales de producción de las multinacionales de cabecera europea, …


¡Más Europa! Sí, pero que sea algo más que un eslogan para los papeles. Más Europa con objetivos concretos, con iniciativas. Más Europa desde y con la acción sindical. ¡YA!

¿Acaso la CES no es Europa?