jueves. 25.04.2024
2

Tanto el incremento de los votos de cada partido, como en su caso el descenso, tiene lógica y necesariamente sus particulares orígenes y destinos: de dónde o de quién proceden los ganados y adónde o para quién se han ido los perdidos.

Averiguarlo en su aspecto cuantitativo no solo resulta imprescindible para comenzar a entender bien en qué consiste lo sucedido y cuál es su envergadura, sino que al mismo tiempo es esencial para identificar o colegir las causas -múltiples y diversas- que han motivado tan aparatosos y llamativos desplazamientos de votos.

Partiendo de lo que los electores hicieron dos años antes y tomando los votos obtenidos por cada lista como dato de partida, las alteraciones de aquellos resultados en cada partido solo pueden obedecer a dos motivos propulsores : el primero y en este caso principal y determinante, consiste en los flujos derivados del cambio de voto de los respectivos votantes, que al final, como saldo, se traduce en ‘fugas’ y pérdidas para unos partidos y en atracciones y ganancias para otros; el segundo son los votos de quienes no participaron en las elecciones precedentes, bien porque se abstuvieron, bien porque entonces no habían alcanzado todavía la condición de electores (fuera por edad, o bien por otras condiciones exigibles para serlo). Este segundo grupo al que simplificando denominaremos “nuevos votantes”, ha reunido en esta ocasión a 387 mil  electores que, junto a los 3.222.639 que votaron en 2019, y que denominaremos  “antiguos votantes”-igualmente como saldo [1]-, totalizan los 3.603.177 votos válidos del recuento de este 4 de Mayo.

No hay duda de que en ese tan abultado número de nuevos votantes el grueso corresponde a antiguos abstencionistas, como ponen de manifiesto dos hechos: por un lado el escaso peso relativo del saldo experimentado en el cuerpo electoral (por  crecimiento  “vegetativo” y por nuevos residentes con derecho a voto); y por el otro lado,  el significativo incremento de 8,2 puntos porcentuales en el nivel de participación registrado ahora con respecto al de hace dos años. Incremento que se produce con marcada regularidad territorial.

A su vez la abstención como destino esta vez de los votos anteriormente otorgados a algunos de los partidos en liza- particularmente la tan aireada abstención motivada por el supuesto desengaño experimentado en antiguos votantes del PSOE- es un factor que en esta ocasión no parece tener relevancia suficiente como para tomarlo en consideración, tal y como por lo demás revelan las sucesivas encuestas realizadas por el CIS en los meses de marzo (barómetro) y abril ( flash) sobre las elecciones madrileñas del pasado 4-M.

En efecto, solo un 50,9% (marzo) o un 47,9% (abril) de los electores que en las anteriores autonómicas (2019) habían votado por el PSOE manifestaba expresamente en esas encuestas su intención de volver a hacerlo por ese mismo partido. Al tiempo, un 18,9 % (marzo) o un 21,8% ( abril) de esos mismos electores no sabían aún por quién terminarían votando, aunque ya un mes antes de celebrarse (en abril) el propósito de votar “con toda seguridad” era muy alto (83,9%, superior a la media), mientras que tan solo el 1% (inferior a la media del 3%) manifestó una “segura intención de no hacerlo”.

Así pues lo relevante de verdad ha sido que el voluminoso e inesperado fenómeno del trasvase de votos entre dos bloques, se ha experimentado en concreto solo desde la izquierda hacia la derecha. La supuesta barrera o impenetrabilidad entra ambos bloques que de modo generalizado reafirmaban la práctica totalidad de encuestas o sondeos, ha sido rotundamente desmentida por los resultados: se han registrado muy cuantiosos trasvases que los saldos resultantes evidencian con suficiente claridad [2].

Y a este respecto, el hecho verdaderamente destacable, el de mayor calado y trascendencia política -y el que mayores explicaciones reclama-, es la abultada cifra de “deserciones” de votantes que no solo en la anterior ocasión, sino en varias precedentes y cercanas, lo hicieron por el partido socialista.

Simulaciones y análisis político

Partiendo como base de los saldos que arrojan los votos depositados en estas elecciones con respecto a las precedentes, son diversas pero acotadas las hipótesis que cabe formular para simular los movimientos que han llevado a los resultados producidos con sus distintos modos de afectar a cada partido. Pero cualquier ejercicio al respecto ha de quedar limitado por el cumplimiento de una doble condición: ser políticamente racional y verosímil y ser matemáticamente consistente.

Además de ello debe estar orientado hacia una finalidad de orden instrumental, asimismo doble: en primer lugar servir de fundamento o apoyo a una explicación política, en vez de tratar de suplantarla o sustituirla por la supuesta elocuencia de los números; y en segundo, contribuir con ello a a seguir averiguando hasta identificar las causas y motivaciones menos evidentes que están detrás de los movimientos que más han podido sorprender, a fin de proceder a las oportunas rectificaciones en las lineas de acción política.

Es preciso pues, dimensionar  y averiguar el significado de lo acontecido en estas elecciones con respecto al proceso de restauración emergente del añorado bipartidismo, constatando y analizando la consiguiente recomposición interna en cada uno de los dos bloques -izquierda y derecha- y la búsqueda de un nuevo predominio en la relación de ambas fuerzas. 

Sobre la base de lo que antecede y  a partir de los resultados registrados en las pasadas elecciones madrileñas del 4-M, las conclusiones del ejercicio de simulación llevado a cabo por quien esto escribe, serán expuestas en un próximo artículo.


[1] A los efectos de lo que ha de analizarse en este grupo de “antiguos votantes” resulta sustancialmente indiferente la coincidencia individual entre quien realmente ha emitido el voto y su consideración como “antiguo votante” o bien como antiguo “abstinente” ; o viceversa como nuevo “abstinente” y “antiguo votante”. Al operar con saldos esas condiciones resultan intercambiables.

[2] Quizás la Encuesta postelectoral del CIS, si logra sobreponerse de su último descalabro predictivo- con o sin Tezanos al frente-, puede que arroje luz y precisión sobre las cifras que más adelante avanzamos aquí como hipótesis.

4M: Origen y destino de los votos (I)