jueves. 28.03.2024
gladysb
Gladys del Estal Ferreño

40 años se han cumplido del asesinato de la activista ecologista Gladys del Estal Ferreño en Tudela (Navarra), durante una manifestación antinuclear. La protesta contra su asesinato fue unánime, con huelgas, concentraciones y manifestaciones en toda España. Con este motivo diversas organizaciones ecologistas y sociales han recordado aquel brutal hecho que conmocionó al país en plena transición democrática.

En 1979, los alcaldes de Tudela, Arguedas, Valtierra, Cadreita y Cascante solicitaron detener el proyecto de una central nuclear a construir en el Soto de Vergara, entre Arguedas y Tudela, y la paralización del Polígono de tiro de las Bardenas en funcionamiento desde 1951.

La central nuclear de Soto de Vergara no se llegó a construir

Ese mismo año, y tras el accidente de la central nuclear de Three Mile Island (Harrisburg, EE UU), el movimiento antinuclear europeo propuso la convocatoria de movilizaciones descentralizadas unidas a la celebración de la Jornada Internacional contra la Energía Nuclear. La Asociación para la Defensa del Medio Ambiente de la Ribera (ADMAR) y los Comités Antinucleares de Euskadi se pusieron de acuerdo en convocar en el Prado de Tudela un acto conjunto, festivo-reivindicativo, el 3 de junio de 1979.

Todo transcurría con normalidad hasta que hizo acto de presencia la policía en el recinto festivo. Fue en una sentada pacífica de protesta posterior, en la que participaba Gladys del Estal Ferreño, cuando el guardia civil José Martínez Salas golpeó con su arma por detrás a esta joven de 23 años, y una bala atravesó su cabeza. El agente fue condenado a 18 meses de prisión por «un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte». Incomprensiblemente, tras ser condenado en el juicio, este guardia civil fue condecorado en dos ocasiones: en 1982, con la Cruz del Mérito con distintivo blanco, y en 1992 con la Cruz de la Orden del Mérito Militar, por su entrega y labor en la Ribera navarra.

El Ayuntamiento de Tudela exigió en dos pronunciamientos unánimes de sus 21 ediles, las dimisiones del ministro del Interior, del gobernador civil y de los mandos policiales responsables, la retirada de las FOP (Fuerzas de Orden Público) y la disolución de los cuerpos represivos, la recuperación para Navarra de las tierras del polígono de tiro de las Bardenas y la paralización de todos los planes nucleares. Más de sesenta ayuntamientos se adhirieron a este pronunciamiento. Nada de eso se cumplió.

Respecto a las demandas que propulsaron la convocatoria en Tudela de aquella fiesta-reivindicación, se logró la paralización de la central nuclear proyectada en Arguedas. En palabras de Mario Gaviria en 2017, un año antes de su muerte: «El sur de Navarra es hoy una potencia agroalimentaria en Europa: con ese proyecto nuclear hubiese desaparecido todo y hubiese sido una tragedia. Lo cierto es que allá donde hubo movilizaciones –como en el valle del Ebro o las provincias vascas– y se supo defender la tierra, no se atrevieron a construir más centrales sobre todo, sentamos las bases para cerrarlas». Es el caso de Deba, Ea-lspaster y Lemóniz, que nunca llegaron a funcionar.

Muchas de las reivindicaciones de aquel 3 de junio de 1979 siguen estando vigentes. Las aguas del Ebro que riegan las huertas riberas no se libran del peligro radiactivo, ya que a pesar del cierre de la central nuclear de Garoña, en el mismo solar de la central se está construyendo una piscina que almacenará los residuos radiactivos generados en sus años de funcionamiento. La amenaza y la inseguridad de sufrir un accidente permanecen cerca.

A su vez, la exigencia del cierre del polígono de tiro de las Bardenas no se ha conseguido y hoy los aviones de la OTAN se ejercitan en el mismo con fuego real antes de lanzar sus bombas sobre poblaciones en guerra a lo largo del planeta. En estos 67 años se han producido más de treinta accidentes, los dos últimos en 2015. Se han hecho muchos actos, marchas y pronunciamientos desde diversas instancias: el Parlamento de Navarra se ha posicionado por el desmantelamiento en al menos ocho ocasiones, el Consistorio de Tudela otras tantas, y ha habido más de un centenar de acuerdos municipales de otros ayuntamientos exigiendo el desmantelamiento del polígono de tiro. Sin embargo la importancia estratégica para los ejercitos de la OTAN y los ingresos económicos que reciben los congozantes de las Bardenas suponen un freno importante para conseguir dicho objetivo.

La familia y los allegados de Gladys del Estal continúan exigiendo el reconocimiento del daño causado  y reivindicando los valores que le llevaron a dar su vida por un mundo sin guerras y respetuoso con la naturaleza.

40 años del asesinato de Gladys en Tudela