viernes. 29.03.2024

Un año más se va acercando el 24 de enero, el día en el que fueron asesinados los abogados laboralistas en la calle Atocha, número, 55, en las inmediaciones de la plaza de Antón Martín. Eran años en los que las bandas fascistas recorrían la capital apuñalando y disparando contra quienes se atrevían a manifestarse, o simplemente pasear con algún símbolo que no fuera de su agrado. 

Uno de esos grupos, compuesto por tres pistoleros, había decidido dar un escarmiento a los sindicalistas que protagonizaban la huelga del transporte a principios de 1977 y nada mejor que subir aquella noche del 24 de enero al despacho de los abogados laboralistas, donde se reunían los dirigentes de los huelguistas.

Los abogados laboralistas que usaban habitualmente el despacho de Atocha 55 habían decidido intercambiar el mismo con los abogados de los barrios de Madrid, porque estos necesitaban un lugar más amplio para reunirse y su despacho, situado en la misma calle de Atocha, pero un poco más abajo, no podía albergar la reunión prevista.

Enrique Valdelvira, Luis Javier Benavides, Francisco Javier Sauquillo, Serafín Holgado y Ángel Rodríguez, Lola González Ruiz, Luis Ramos, Miguel Sarabia y Alejandro Ruiz-Huerta

Fue esta casualidad la que determinó que fueran unos y no otros los que cayeran bajo los disparos de la banda fascista que irrumpió en el despacho, los encañonó y comenzó a disparar indiscriminadamente, matando a cinco (Enrique Valdelvira, Luis Javier Benavides Orgaz, Francisco Javier Sauquillo, Serafín Holgado y Ángel Rodríguez Leal) e hiriendo de gravedad a otros cuatro (Lola González Ruiz, Luis Ramos Pardo, Miguel Sarabia y Alejandro Ruiz-Huerta).

Durante todos estos años las CCOO de Madrid hemos acudido a los cementerios de Carabanchel y de San Isidro a depositar flores en las tumbas. Luego, nos hemos concentrado ante la puerta del edificio de Atocha, 55, donde se encontraba el despacho. 

Cada año, hasta su fallecimiento, en 2007, cuatro días antes de la conmemoración del 30 aniversario, Miguel Sarabia dirigía unas palabras y nos recitaba despaciosamente los nombres de los asesinados, porque decía que así, sus nombres ponían armonía en el universo. 

Desde hace 20 años, la concentración se realiza en la plaza de Antón Martín, ante el monumento que en junio del año 2003, inauguró José María Álvarez del Manzano, como alcalde de Madrid que había sido hasta fechas recientes y que aceptó llevar adelante la petición de CCOO de Madrid de levantar un monumento en memoria de los Abogados de Atocha. 

Hasta su fallecimiento, en 2007, Miguel Sarabia nos recitaba  los nombres de los asesinados, porque así sus nombres ponían armonía en el universo

Alberto Ruiz-Gallardón era ya el nuevo alcalde, pero ese mismo día tenía que ceder la presidencia de la Comunidad Autónoma, que había ocupado desde 1995 y se encontraba en la Asamblea de Madrid, asistiendo al bochornoso espectáculo del golpe de corrupción que subvirtió los resultados electorales y arrancó a Rafael Simancas el triunfo electoral conseguido en la urnas, que hubiera permitido un gobierno del PSOE con Izquierda Unida. 

Desde aquel año, cada 24 de enero, conmemoramos la fecha del asesinato de aquellos jóvenes abogados que defendían la libertad y los derechos ante el monumento esculpido en bronce por Juan Genovés. Un monumento que se inspira en el cuadro de El Abrazo, del mismo autor, pintado en 1976 y auténtico símbolo del encuentro, la reconciliación y la Transición española.

En el año 2004 presenté ante un tenso Congreso de CCOO de Madrid la idea de crear la Fundación Abogados de Atocha para mantener viva la memoria de aquellos jóvenes y de cuantos luchan por la libertad y los derechos. Una Fundación que concede unos premios anuales que este año han recaído en los operativos que unen sus fuerzas para combatir los incendios.

Desde los bomberos a las Fuerzas y cuerpos de seguridad. Desde Protección Civil a los agentes forestales y desde los retenes y agentes forestales hasta la Unidad Militar de Emergencias (UME), entre otros. La mejor muestra de que actuando unidos somos capaces de hacer frente a destrozos materiales y humanos de todo tipo. 

La libertad no es un regalo y que no es para siempre. Es momento de asumir que las democracias pierden terreno en el mundo

Porque, en este año, en el que se cumplen 46 años desde el asesinato de los Abogados de Atocha y 20 años de la inauguración del monumento a los de Atocha, es tiempo de recordar que la libertad no es un regalo y que no es para siempre. Es momento de asumir que las democracias pierden terreno en el mundo.

Es ahora cuando toca ratificar el compromiso de cuantos lucharon por la libertad y la democracia en nuestro país, porque los derechos son la base sobre la que se sustenta la justicia y porque cuando los derechos se pierden, las dictaduras, la autocracia, el poder desbocado se apoderan de nuestras vidas y destrozan lo mejor de nosotros mismos. 

Este año no podré asistir a los actos conmemorativos del asesinado de los Abogados de Atocha, porque he vuelto a las clases y creo que la mejor manera de rendir ese homenaje es aprovechar al máximo ese día de trabajo y estudio con personas adultas de la ciudad más pobre de Madrid, unas personas que hubieran sido defendidas por aquellos abogados de pueblos y barrios de Madrid.

Vamos este año hacia unas elecciones autonómicas y municipales que, más tarde, acabarán convertidas en elecciones generales. En lugar de los discursos de la confrontación y el odio tenemos derecho a escuchar el discurso de la convivencia solidaria, del compromiso, la libertad, la igualdad y la justicia. 

Eso es, por encima de todo, la memoria de los de Atocha.

20 años del monumento a los de Atocha