miércoles. 24.04.2024

¿Tienen miedo los suizos a perder su estatus si aumentan sus vacaciones o son convencidos calvinistas que buscan realizarse a través del trabajo? Este es el debate que surge a pocos días de que se voten en referéndum un mínimo legal de seis semanas de vacaciones, que los sondeos aseguran que no prosperará.

Apoyada por las formaciones de izquierda y por los sindicatos, cuenta con la firme oposición del empresariado y de los partidos de la derecha, sociológicamente mayoritarios

El rechazo no será una novedad. Todas las iniciativas populares que en los últimos cincuenta años han buscado la reducción de la jornada laboral o la ampliación de las vacaciones han fracasado estrepitosamente.

Este tipo de cuestiones se han tenido que dirimir en cinco ocasiones anteriormente (1958, 1976, 1985, 1988 y 2002) y en todas los votantes se pronunciaron en contra de mejorar sus condiciones laborales.

Los expertos explican este comportamiento alegando que el protestantismo. y especialmente el calvinismo, coloca al trabajo en el centro de la existencia del individuo, algo que el sociólogo alemán Max Weber teorizó afirmando que los que triunfen laboralmente tendrán más opciones de ir al Paraíso.

Una teoría que en la práctica se ha secularizado, pero que ha calado en el subconsciente de muchos helvéticos que consideran que el trabajo duro y constante es lo que ha convertido a Suiza en lo que hoy es.

Muchos otros rechazan esta explicación y recuerdan que la Confederación se enriqueció en el pasado gracias a la desgracia de sus vecinos (Guerras Mundiales) y que sigue lucrándose albergando el dinero de déspotas, dictadores y simples evasores fiscales de medio mundo.

En los discursos en pro y en contra, los argumentos son más terrenales y la mayoría apuntan, cómo no, a las cifras.

Los que apoyan la iniciativa defienden que los trabajadores se beneficien del aumento de la productividad, que progresó un 20 por ciento en los últimos veinte años, cinco veces más que los salarios (4,3 por ciento).

Además esgrimen que, en la práctica, la mayoría de los suizos que trabajan bajo régimen de convenio colectivo ya disfrutan de 5 semanas de vacaciones -no de 4, como es estrictamente obligatorio-, por lo que la introducción de cinco días más no variaría tanto la situación.

Argumentan que la vida laboral es cada vez más estresante y lo demuestran con datos de la Secretaría de Estado de Economía que revelan que un tercio de la población activa suiza sufre de ansiedad y fatiga.

Según datos oficiales, el 20 por ciento de los hombres de 55 años está fuera del mercado laboral por invalidez y el 40 por ciento de las prejubilaciones involuntarias es por razones de salud.

El coste para la sanidad se eleva a 10.000 millones de francos suizos (8.263 millones de euros), un monto superior a los 6.800 de francos (más de 5.600 millones de euros) que la implantación de las seis semanas costaría al sistema, cifra que alegan los detractores de la propuesta.

Los críticos creen que en tiempos de crisis la propuesta es inaudita, esgrimen que la imposición de las seis semanas sería inasumible por las pymes -el 88% de la empresas suizas tienen menos de diez trabajadores-, y que lo único que crearía sería más estrés en los trabajadores que se encontrarían con el trabajo acumulado al volver de vacaciones.

No obstante, el texto especifica que, en caso de aceptarse, la entrada en vigor de la nueva normativa sería escalonada: a partir de 2013 se establecería obligatoriamente el derecho a cinco semanas y luego se iría incrementando un día por año, hasta alcanzar las seis semanas en 2018.

Por su parte, los defensores afirman que el exceso de trabajo afecta a la vida de pareja, es perjudicial para la familia y restringe el compromiso social.

La comparación con Francia y Alemania -que se impone en cualquier debate- demuestra que los suizos cuentan exactamente los mismos días de vacaciones por año que los germanos (29 días), frente a los 36 de los galos.

Sin embargo, los helvéticos son los campeones europeos en horas de trabajo semanal, con un máximo legal de 45 y una media efectiva de 42,4, frente a las 41,2 de los alemanes y las 38,4 de los franceses.

¿Tienen miedo los suizos a perder su estatus si aumentan sus vacaciones?